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lunes, 29 de abril de 2013

Tertulias de la abuela: el amor



Hoy voy a compartir el té como todos los martes
con el amor,
un sentimiento único
que nos moviliza a todos.


Quién no recuerda algún amor:
el primero, el último...

  

Aquel que idealizamos, el perfecto,
el que nos movilizaba tanto
y que también nos derrumbaba...


El desencanto...
frente al trémulo deseo del alma
de volar
para mirarnos en unos ojos.


Algún amor que brota como un rayo de fuego
e ilumina el corazón con rimas oro.


Algún amor que no quiere nacer todavía
y soñamos... todo el tiempo, mucho tiempo...


Frente al mar la barca no regresa
y los años pasan...


cautivos de sueños imborrables
que nos obligan a olvidar


cuando el olvido no existe.


Sentimos el hielo del invierno
abrazando nuestro cuerpo,
cuando la hechicera llama 
se confunde entre cielo y el trueno.



Somos frágiles frente a los sentimientos
que no podemos manejar,


porque el amor nos sensibiliza demasiado.


Entonces...
nos quedamos esperando el alba
entre décadas pobladas de silencios,


con la convicción de que somos nosotros
quienes debemos dar nuestros primeros pasos


en busca del destino,
pero no nos animamos a caminar...


Alguien vendrá a buscarnos
si nos quedamos inmóviles a la vera de los tiempos?


Y TÚ ERAS...

Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras el refugio de mis lágrimas
en el despertar abrupto de las horas;
sueño infinito y prodigioso
poblado de sonidos y de ánimas.
Desde el fondo de ti y arrodillada
yo te miraba,
como quien ve la gran sabiduría
desde un espejo dormido y reclinado.
Y tú, hombre,
tirado entre los brazos de los sueños,
evocabas regiones de pasadizos sin final
frente a los mares y las piedras;
entre las olas de tus ojos confundidos.
Y el amor venía al sentirte tan lejano,
en aquel océano de súbitas campanas
tan azul, grande y venerado
que se disolvía como un ramo de sal entre mis manos.
Y tú eras ese milagro
que llegó a mi vida,
y me cubrió de fuego, de humo,
de silencio, de oro, de ceniza...
Y allí quedó esparcido el nuevo día.

Luján 2013


martes, 23 de abril de 2013

Tertulias de la abuela: el jardín japonés



Hoy quiero compartir el té en el jardín japonés 
de Buenos Aires.
Quiero decir que esta primera imagen no corresponde
al jardín argentino
sino que es de un lugar exclusivo de Japón.


El jardín japonés de Buenos Aires
fue construido por la colectividad japonesa en el Parque 
Tres de Febrero del barrio de Palermo en 1967,


en ocasión de la visita a Argentina del entonces príncipe heredero
Akihito y su esposa Michiko,
actuales emperadores de Japón.


Además de su jardín,
en el recinto se encuentra un edificio que contiene
un centro de actividades culturales,


un restaurante, un vivero,
donde se pueden comprar bonsáis y una tienda
de artículos variados.


Todos los elementos que se encuentran
buscan la armonía y el equilibrio.


Los puentes construyen símbolos.


Existe uno muy curvo y difícil de atravesar llamado
"Puente de Dios"


que representa el camino al paraíso.
Otro llamado "Puente Truncado"


que conduce a la isla 
de los remedios milagrosos.


Además de árboles autóctonos
como la Tipa o el Palo Borracho


pueden también encontrarse
gran variedad de plantas japonesas



entre ellas el Sakura, el Acer Palma Tuny
y las azaleas.


En mi corazón se duerme el silencio
bajo su dulce vuelo
como un pájaro vencido.
Recogeré mis sueños y le daré abrigo,
quiero dejar un resabio
de ojos dormidos,
la palidez de las fragancias,
la transparente perpetuidad...
una huella,
al menos algo...

Luján 2013


lunes, 15 de abril de 2013

Tertulias de la abuela: flores del campo



Hoy el té que quiero compartir
está dedicado a mi padre
que ayer cumplió 90 años.


El vivió su infancia y juventud en el campo
al que ama más que a su vida.


Yo conozco de sus pasiones por aquella tierra
porque de pequeña,
como ya lo he contado,
me llevaban a recorrer los sembrados.


A mí el campo siempre me dio tristeza;
de niña pensaba que estaba lleno de almas
que buscaban sus espacios:
amores, recuerdos, hijos...


Esta imagen me recuerda a la laguna de mi tío
con sus patos pequeños
y sus flamencos...
No recuerdo que haya tenido cisnes.

(la taza muestra sus flores silvestres)



Yo me quedaba extasiada mirándolos...
Mi tío tenía en su granja
muchos animales exóticos:
pavos reales, faisanes...

(Este es uno de mis cactus que tengo en una ventana
donde le da el sol por las mañanas)



Aquellos caminos escribían historias
inconclusas que se remontaban
a tiempos pretéritos,


cuando el silencio era refugio
para tantos corazones
como el de mi padre
que siempre fue solitario.


Acuarelas guardaban secretos
en las horas inocentes,


mientras la noche lo llevaba,
bajo la rigidez de mi abuelo,
a dormir sin el postre.

(las cucharitas son de 1900)


Él se dormía con un dolor profundo
mientras su madre,
mi abuela,
lloraba...


 en su habitación
o abrazada a sus hijas:
María del Carmen y Melanie


Los ecos se tornaban perpetuos
en la casa antigua


que palpitaba en sus heridas
buscando olvidos


para suavizar el gris
de las palabras.


Mi abuela vivió,
a pesar de sus dolores y tristezas,
97 años;
mi padre es su espejo.


VUELO

Hombre bajo oscuros techos 
que escribes tus memorias
en tus caudalosos días.
Aún sientes la inocencia temprana
en tu manos de fértil labrador
y envuelto
en la blanca nube de vapores
te entregas a la venturosa siesta 
de tu arado.
Entre grutas y murallas
peinas la roca,
alejas a la lumbrera de noche,
entretejes tu vivienda
con ceibos, acacias y jazmines.
¡Omnipotente siervo de la tierra
recoge las nocturnas horas
de tu soledad errante
y traza tu camino
sin cortar el aire tenebroso
ni dejar que el tiempo de consuma!

Luján 2013