Tibieza de madre
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Los duendes de la casa dulce---Luján Fraix,
mis cuentos
·
Por
Luján Fraix
a la/s
enero 14, 2019

A Peter, Catalina, Teobaldo, Milagros y Suri
Una gata llamada Camila se desliza
por el patio de la estancia “La
Paz ” en busca de sus
hijos que Chacha, la cocinera, regaló a los sobrinos y nietos.

Cami está triste y tiene una pena;
busca a los gatitos que tuvo hace dos meses. Ella piensa que los perdió un día
de tormenta por eso cuando llueve llora mucho y se refugia en los roperos y en
los huecos oscuros de la estancia.
Sube la escalerita hacia el patio
virgen y mira, entre helechos y plantas de la felicidad, a los arrieros que
pasan por el camino ancho. Camila no conoce el pueblo y sus costumbres, los
ruidos de los coches y la muchedumbre… porque nació en “La Paz ” y seguramente morirá allí
por la simple razón que los gatos aman su territorio.
El vendedor de ropa llega en su
auto brilloso y se baja con una valija parecida a la del abuelo Lucas. Camila
salta por la ventanilla abierta con una curiosidad enorme y se acomoda en el
asiento porque le da en el lomo un sol ardiente que la enloquece. Cuando don
Mariano sale, después de vender sus productos, encuentra una sorpresa.
-¡Acá hay un gato echado!- grita.
-Bueno… hombre… eso no es pecado.
Cami huye y se va rumbo al galpón
de las herramientas.
En la calle, frente al portón, un
carro de ruedas grandes tirado por caballos negros mata una gallina…
Camila busca una camita caliente
para descansar pero se asombra porque ve un nido con huevos; ella los huele
porque están tibios. Despacito, se acuesta sobre los huevos y dormita; siente
mucho placer y la alegría de haber encontrado una estufa para su panza.
Por la noche, Silvina la llama
antes de cerrar los postigones y ella acude rápidamente con un maullido de
pajarito doméstico. Come su alimento y cuando todos se van a sus cuartos se
escapa por la ventana de la puerta principal, rumbo al galpón de las
herramientas donde está el braserito para calentar su cuerpo.
Por un tiempo realiza esa tarea con
la dicha de quemar sus huesos en las llamas de ese nido. Adopta para siempre la
posición “gallinita” para dormir y es premiada por eso.
Una tarde, descubre que en la
camita con calefactor ya no existen más los huevos pero sí unos hermosos
pollitos blancos y amarillos.
Camila los mira extrañada…; los niños
no tienen mamá porque el carro, días antes, junto al portón, la ha matado.
Cami se da vuelta y se va porque no
quiere ser responsable de esas criaturas; sin embargo, ellos la siguen y se
pierden juntos por la plantación de maíz en busca de alimentos.
L.Fraix
De----Los DUENDES de la casa dulce.