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jueves, 27 de marzo de 2014

Maestros




Como un estrecho corredor que unía los dos grandes imperios de la antigüedad, Egipto y Mesopotamia, se hallaba un pequeño país: Palestina habitado por una rama de la vieja raza semita, los hebreos.
Este pueblo carecía de interés. Como La Biblia prohibía la representación de las figuras humanas y de animales, por el peligro de caer en la idolatría, no cultivaron ni la escultura ni la pintura.



Toda esa maravillosa historia del Plan de Dios sobre la tierra se encuentra relatado con sublimidad magnífica, a la par que con suma sencillez, en los párrafos del Libro Sagrado. La creación del mundo y del hombre, la primera derrota moral y sus consecuencias y la novela de la humanidad hacia La Redención.

La Biblia es la narración de cómo Dios guió a los hombres desde su cuna hasta la salvación, desde Adán hasta Cristo; es la historia de la pedagogía divina para con los humanos.

Los hebreos fueron uno de los pueblos clave; Dios los hizo depositarios de su Revelación y entre ellos se encarnó el Mesías.

"Sobre tres columnas se halla el mundo:
la razón, la verdad y la paz."


El mayor aporte de esta civilización fue conservar a lo largo de los siglos la idea de un Dios único y la esperanza de un Redentor.
La caridad y el perdón de las ofensas constituían la "perfección de la ley" predicada por el cristianismo.

¿Alguna vez alguien se cuestionó la veracidad
de los hechos narrados en La Biblia?

El símbolo judío más importante de aquellos tiempos era el candelabro de los siete brazos, una de las piezas litúrgicas famosas del templo del Jerusalén; estaba realizado en oro con una base de la que emergían los brazos que terminaban en lámparas en forma de flores.


Los hebreos amaban la sabiduría e investigaban la razón humana a través de la realidad total, especialmente el ser y el deber del hombre. Buscaban la verdad en la espiritualidad como ciencia de las causas y de los principios.
Creían que en los dogmas estaba la verdad y el enigma de la muerte, que tanto veneraban, a la que respetaban y esperaban para comenzar un nuevo camino.


¿Acaso sabían qué había detrás de esa luz o se consolaban pensando en
"la otra vida" como una manera de salvarse?".

"¿El infierno, para ellos, se encontraba en la tierra?"

Algunos pensaban que debían sacrificarse, padecer todos los tormentos posibles, para llegar a un lugar sin retorno en donde no habría dudas ni lamentos.
Volver al lugar de origen era ingresar en un báratro sin oxígeno, manchado por la sangre de las heridas: el infierno.
Continuará


Biblia-1885-

Vuelvo con mi ensayo de 2009
sobre Historia del Arte
en un capítulo nuevo: Los hebreos.

***

Gracias por estar siempre.
Un cariño grande para todos.