Marzo
Un milagro es...
una farola encendida,
un abrazo,
un abrigo,
una pincelada de sonrisas...
Marzo.
Cuando era niña este mes traía el entusiasmo del comienzo de las clases. Yo ya estaba aburrida de las vacaciones y quería empezar a estudiar. Luego, a la semana, ya me sentía cansada.
El otoño, camino a la escuela, era un manto color oro que se mezclaba con el gris de las nubes, las risas, las corridas, y la felicidad. La vida parecía infinita y el camino largo.
Hoy el otoño me trae otras sensaciones que no busqué, que no buscamos, y que llegaron para quedarse. En el hemisferio norte están los amigos que reciben un renacimiento de la vida: la primavera que llega con el color de la esperanza, los latidos en cada sueño, la calidez de un sol que sana y abriga, con ese amor que todo lo promete...
Acá nos calma ese gris-oro, nos encierra más que antes, nos habla un dialecto raro de palabras conocidas: quédate en casa... quédate. Y vuelve la tristeza a merodear las callejas solitarias, a pedir ayuda, a no querer quedarse en casa.
Me salva la palabra, como siempre, para rescatar algo de la luz que se esconde y para pensar que nuestro mundo de cuatro paredes puede ser el Universo soñado.
Mucha fuerza, cariños.
LICIA. Hermana mía
Una opción más para los lectores. Versión tapa dura de LICIA. Hermana mía. Un lujo. Gracias. EN EL MARCO DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA, LA LEYENDA DE LOS OJOS AZULES.
----------------------Mis novelas: La abuela francesa, La nodriza esclava, Puerto soledad, Buenas y Santas, El silencioso grito de Manuela, Querida Rosaura, La Novia, La última mujer...
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Scarlett está enamorada del heredero de otra familia aristócrata, Ashley Wilkes, del mismo condado de Georgia donde vive su familia; pero este se casa con otra mujer, Melanie Hamilton (que paradójicamente terminará siendo la mejor amiga de Scarlett). Al mismo tiempo, Rhett Butler, un aventurero cínico y desvergonzado expulsado del seno de su familia (otra familia aristócrata, pero de Carolina del Sur); se enamora de ella y la trama se desarrolla en medio de la lucha de Rhett por conquistarla y el empeño de Scarlett por negar su creciente atracción por él, obstinándose en seguir enamorada de Ashley.
Paralelamente Scarlett, su familia y el resto de los personajes de la novela deben hacer frente a las terribles consecuencias de la Guerra de Secesión y la etapa posterior a la guerra; el personaje de Scarlett deberá madurar en medio de tan terrible prueba, dejando de ser la niña frívola, malcriada y algo ingenua de principios de la novela para convertirse en una mujer implacable dispuesta a todo para salvar a su familia del hambre, aunque tenga que recurrir a métodos poco "éticos" y "honorables" para sobrevivir.
Desde el principio queda claro que las personalidades de Scarlett y Rhett son similares, y esa similitud se acentúa a medida que avanza la novela; son personas complejas y contradictorias, básicamente unos rebeldes inconformistas que se sublevan contra los convencionalismos de la época. Tanto él como ella son cínicos y románticos, egoístas pero al mismo tiempo generosos, pragmáticos e idealistas.
La historia mantiene hasta el final y más allá el suspenso sobre el destino de la relación entre Rhett y Scarlett, sobre si ella finalmente puede olvidar a Ashley y encontrar el amor y la paz con Rhett. De por medio muchas vicisitudes y relaciones de Scarlett con otros hombres por despecho o por interés.
Más allá de la historia de amor y desamor entre los protagonistas, en términos generales la novela retrata el derrumbe de la sociedad sureña anterior a la Guerra de Secesión en un tono nostálgico; dicha sociedad es presentada en términos idílicos, y la visión de la novela parece lamentar su destrucción. A pesar de ello (o a cuenta de ello) la novela ofrece mucha información histórica rigurosa sobre la Guerra de Secesión y la etapa de la postguerra, especialmente en lo que atañe al Estado de Georgia.
Lo que el viento se llevó, de Margaret Mitchell
---------------Pasión por Jane Austen, Emily Brontë, Louisa M. Alcott. Kate Morton, Isabel Allende, Cristina Bajo, Viviana Rivero, Gloria Casañas.
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Alizee sabía de gramática y de verbos
irregulares, de matemáticas y de los sueños cuando el día parece noche dentro
del alma. Conocía los ruidos de las calles solitarias, decía que el viento
lloraba por las rendijas de las puertas; escuchaba, de lejos, los cascos de los
caballos que pasaban arrastrando los pesados coches, se inquietaba con el
crujido de los muebles y el sonido del péndulo del reloj. Era bella con sus
ojos como luceros pero algo, que no podía manejar y que no entendía, la llevaba
a buscar, a caminar delante de sus propios pasos. Amaba, era cariñosa, abrazaba
con empatía los hombros doloridos de la señorita Louise que no conocía otra
vida. Su existencia entera empezaba y terminaba en Alizee: el regalo del Supremo.
Su risa, sus manos, aquel primer día, la fantasía y el amor eran un solo
universo. ¿Podía pedir más?
(click en el enlace)
-----------Pasión por la Historia: María Antonieta, Versalles, Trianon, La Revolución francesa, la ejecución, María Teresa de Austria, las leyendas.
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Octubre.
Los
rayos de la primavera daban calor a la planta verde que, frente a la cocina,
desplegaba sus ramas buscando la vida para el corazón de sus hojas.
−¡Mira!
Nina
observó que unos pajaritos muy pequeños, bellos y mágicos, iban y venían,
giraban y volvían a girar en torno a los árboles y en espacial a la planta que
tenía flores violetas.
−¡Oh,
que hermosos!−dijo su madre--. Son picaflores o colibríes que llevan y traen
algodones para hacer los nidos.
−¿Algodones?−preguntó
Nina.
−Bueno,
son como telas transparentes que tejen y destejen como la abuela Rosa con los
ovillos. Ellos hacen el nido muy pequeñito y luego dejan dos huevos, siempre
dos. También dicen que son ángeles, así como almas, de nuestros queridos padres
o abuelos que se han ido al cielo y que vienen a decirnos que están bien.
Felices.
−¿Yo
les puedo hablar?−preguntó Nina.
−Ellos
cuando te ven se asustan, pero si quieres les puedes dar agua en una fuente.
Pasaron
unas semanas y nacieron uno bebés a quienes Nina les dio el nombre de Luna y
Sol. La mamá colibrí los alimentaba muchas veces al día, pero en ocasiones se
iba en su recorrido habitual en busca de néctares.
Luna
y Sol crecían y Nina a veces lloraba porque la lluvia y el viento, cuando había
tormenta, azotaba el nido. No quería que esos niños murieran. Hasta había
pensado en hacerles un techito para que las gotas de agua no llegaran a
rozarlos.
−¡Nina
no sufras!−le decía Alicia.
Un
día, uno de los colibríes quiso volar y chocó con la pared de la casa. Nina lo
arropó con sus manos y lo devolvió a su cuna. Sabía que pronto se irían en
busca de la libertad y eso le dejaba el corazón triste y vacío. Todos los días
se acercaba y los miraba; uno de los dos era el más fuerte y ya tenía una de
sus alitas desplegadas.
−¡Qué
bonito eres! ¿No te animas a volar?−le preguntó Nina−. Espera… Vuela, vuela… No te hace falta equipaje…
vuela−le cantó una y otra vez durante dos tardes seguidas.
Al
tercer día, ni Sol ni Luna estaban en el nido.
¿Será
que el canto de Nina los animó del todo para volar o escaparon de la voz
aflautada de la niña?
L.Fraix
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