Mayo

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COM

 

“Cuando alguien planta árboles en cuya sombra sabe que nunca se sentará, ha comenzado a entender el sentido de la vida”

Mayo 1-día de los trabajadores.

Vuela ese viento llevándose las horas y los años.
Somos uno más en medio del tiempo, y nos abrazan los sueños para seguir andando por el único camino.

Lejos el asombro,
su tenue sol
tropieza con mis ojos;
el rostro se dibuja
en pinceladas de color;
el fuego sangra 
sobre portales ciegos
que arrecian los suspiros 
en mis borrascosas manos.
El tiempo abstracto
habla palabras fugitivas
buscando la ceguera 
de las horas,
y caigo
más allá de los lamentos
sobre el resabio de la lucha,
que se desangra 
en la raíz de la tierra.

------------------Bendita luz que asoma con el oro del otoño, es tímida pero piadosa, y está dentro para calmar las tormentas. En el umbral de alguna tarde, me quedaré dormida para reír de nuevo.

Gracias por leer este blog.
Hasta el próximo mes de Junio.
Ser feliz es prioridad, la vida siempre tiene que ser nueva.

Te fuiste sin pensar

 


En Argentina, ya existían modelos de vehículos más actualizados que el que patentó Carl Benz. Melanie y François no tardaron en adquirir un cadillac (1903) que no podía circular a más de catorce kilómetros por hora, con capota negra cuyo chirriar de grillo divertía a sus hijos y vecinos. Todos querían conducir el nuevo aparato que parecía ser un robot sin gobierno; sin embargo, no era fácil moverlo de su sitio. 


La calle parecía más atractiva mirada desde arriba de ese sofisticado auto que podía andar mucho tiempo sin cansarse. Los matungos cansinos que tiraban de coches y carros miraban con su rostro moreno ese tranco sencillo y lo veían, quizá, como a un príncipe que se llevaba el encanto de la concurrencia. La gente pensaba que jamás se pondría de moda porque era un artículo de lujo para algunos que no sabían en qué gastar el dinero.




*
LA ABUELA FRANCESA
De Suiza a América
-1865-
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Puerto soledad

0
COM

 



“Ojalá Dios tenga piedad de sus almas porque en el sur no hubo misericordia. Hubiera querido ser Esteban Gómez a bordo del San Antón que pisó por primera vez las islas y haber muerto ya con el recuerdo de aquella hazaña. 

No conocer al kelpers que me golpeó sin tener la culpa de la guerra. Esas miradas eran feroces aun en el esfuerzo de mostrar la amabilidad inglesa a los intrusos que derribaban barreras para modificar las costumbres de la taberna y el éxito con los dardos, el gusto por la cerveza, la visión bucólica y la vida pastoril. Comentaban, en aquellos tiempos, que la condesa Jeanne Becu Du Barry, que había reemplazado a la Pompadour en el favoritismo de Luis XV, antes de ir a la guillotina, habría confesado haber sido sobornada para convencer al rey sobre la conveniencia de dejar las islas en manos de Inglaterra.”

‒¡Por qué lo hizo! ‒gritó Emilio.

*
PUERTO soledad
Guerra de Malvinas
-1982-
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Sobrevivir al presente

 

A dos puertas de la esquina, a mano izquierda, la avenida se interrumpía por un callejón sin salida. Un edificio de construcción misteriosa proyectaba un tejado triangular. Tenía dos pisos pero el frente carecía de ventanas. La vivienda se hallaba abandonada, despintada y reseca, sin campanilla ni picaporte. Los mendigos se cobijaban en el portal y encendían cerillas en la pared. Así vivía Harry Cooper y su hijo Alan. La esposa de Harry los había abandonado al ver la desidia de su esposo. Amber Thomas era pianista y vivía en Francia, en la ciudad de Grez.

Mark se recostó y una sombra de melancolía le endureció el rostro. ¿Qué había hecho mal?
‒Es triste llegar a viejo ‒dijo como en murmullos pensando que todo el dinero del mundo no le servía para alcanzar la felicidad y menos la paz interior. Pensó también en su hijo Harry, quien no tenía escrúpulos; sin embargo, él se quedaría con parte de su fortuna. No podía soportarlo. Escuchó voces que llegaban desde la sala. Bajó las escaleras con su bastón, el que solamente utilizaba por elegancia y se encontró con la mesa servida para el té por su amada Violet. Habían llegado de visita su hija Rebeca y el esposo Wilson Taylor.

‒Padre… ¿Cómo está?
‒Bien, igual que siempre. Me duelen un poco los huesos. Es que no acepto mis ochenta años. He sido tan activo toda una vida. Me cuesta quedarme quieto esperando noticias.
‒Es que debes cuidarte para vivir mucho más. ¡Te quiero tanto!

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LA ÚLTIMA MUJER
-1912-
Un naufragio
El baúl de perlas
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Buenas y Santas... Los hijos olvidados

 


Doña Emma había reunido a toda la familia en la sala porque había tomado una determinación y se lo quería comunicar a todos. Entró Remedios llevando el cesto de planchado y la patrona le clavó la mirada.

‒A ti también te interesa lo que voy a decir. Quédate.

‒Como diga, usted.

Doña Emma, por un momento, cerró los ojos y volvió a soñar con esa casa dulce y tibia, en la que la luz entraba por las flores bordadas del visillo. Vio a su madre, siempre de negro por el fallecimiento de su padre, con aquella sonrisa que era un pozo de lágrimas. Repasó su vida de hija cuando formaba parte de esa familia y vivía a su amparo; aquella muerte lenta de doña Rosario cuando se fue como una paloma que emprende sin ruido el vuelo. Ella la amaba a pesar de que había sufrido mucho, pero no era consciente de que estaba obrando con Felicitas de igual manera.

‒Quiero comunicarles a todos, especialmente a mi hija, a quien adoro, que he decidido que nos iremos a Francia por un tiempo. Eso nos hará bien a las dos, nos despejaremos de los problemas.

‒Yo no voy a ninguna parte‒dijo Felicitas desesperada.

‒Ya está. No te casarás porque ya has humillado a la familia Neder hasta el hartazgo pero tampoco nos quedaremos acá para que la gente nos señale. Tú has perdido el sentido de la moral: primero Neder, luego Pelayo y finalmente el capataz. ¡Qué descaro!     

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BUENAS Y SANTAS...
Los hijos olvidados
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"El amor es el anhelo de salir de uno mismo". Charles Baudelaire.

 

En silencio, preparó la carreta vieja y ató los bueyes. Parecía enojado con la vida. No quería hacer semejante desaire a un hombre como el patrón. La culpa lo martirizaba. Le escribió unas líneas como pudo porque sabía poco de escritura. María también había dejado una esquela en su cuarto para sus padres, tratando de explicarlo todo y pidiéndoles que no la buscaran porque al llegar a destino se comunicaría con ellos.

María y Braulio partieron esa misma tarde. Los esperaba un viaje muy largo. Por la calleja polvorienta, abrasada por el sol, barrida por los surcos que dejaban los lodazales, marchaba aquel carro con su sepulcral condena y ese miedo que brotaba de los ojos de María cuando escuchaba algún ruido. Temía que la estuvieran siguiendo en alguna diligencia más veloz. Braulio sabía que en lo extenso de aquellos caminos estaban las postas para descansar y cambiar los caballos o bueyes.

Diseminadas en la soledad del territorio, expuestas a los ataques, destruidas cien veces y levantadas otras cien, las postas fueron como semillas de las nuevas poblaciones.

‒De noche dicen que se ven luces en el camino ‒comentó María al anochecer.
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TU SILLÓN VACÍO
La Revolución de Mayo-1810




Aluen (luz de luna)


 

Entre las sombras de los pasillos y las habitaciones casi vacías de la iglesia, una respiración entrecortada detrás de un sentimiento de absoluta indiferencia, parecía merodear en busca de noticias. Era la bruma que no se dejaba ver, el vigía de almas y de cuerpos, el que quería absorber la sabia resurrección de alguien que le pertenecía y que no podía tener a su lado.

El tiempo volaba como las aves en el sur, entre los pocos árboles y la vegetación austera. Había demasiado odio escondido en los fogones y deseos de arremeter con la paz. Eran años bravíos de nacimientos y muertes, cuando los días parecían siglos y había que amarrarse a las cosas simples de la vida para no morir de angustia ante la falta de proyectos o de futuros. El mañana era sólo una palabra, se vivía el presente con la convicción de que en la madrugada otro gallo podría dejar de cantar. Nadie quería curar lo negativo de lo impredecible porque estaban condenados a mirar el mismo cielo hasta agotar las fuerzas y hasta llegar a ancianos sin saber los reveses del destino.

El padre Hilario lo sabía y le temía a la muerte, a pesar de ser un religioso; necesitaba quedarse de este lado del camino, aunque pisara tierra seca y estéril. Quería abrigar a Pedrito, verlo crecer, jugar con él y abrazarlo.  No era posible ni en sus oraciones y eso lo debilitaba dejándolo confundido, con la cabeza como una piedra y el cuerpo tieso cargado de morrales.

“Será el reuma”, pensó cuando se levantó despacio del reclinatorio y sintió un pinchazo, como de aguja, en la cintura. Luego vino alguien y lo arrastró hasta el cuarto, lo encerró con llave y, antes de escapar, revisó todas las habitaciones. Esa sombra antiquísima buscaba a alguien que no pudo hallar; tenía el pelo suelto y parecía loca.

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ALUEN (luz de luna)

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Hellen, escribe...

 



Aquella noche, la primera después que regresé de la guerra, entró un murciélago en el cuarto por la puerta que daba al balcón y desde el que contemplaba la ciudad de Buenos Aires. La habitación estaba a oscuras, con una débil luz que se filtraba por la persiana. Yo no le tenía miedo, me quedé muy quieto. Se levantó viento y me pareció oír a los hombres de la defensa antiaérea hablando sobre el tejado vecino. Estaba refrescando y se ponían los abrigos. Durante la noche estuve intranquilo pensando que alguien podría sorprenderme, era el horror todavía latente. Mamá decía que todos dormían y trató de calmarme. Me acarició para que pudiera conciliar el sueño. Eso me daba tanta quietud. Las madres transmiten paz. Cuando desperté, por la mañana, me asusté, pero ella vino con unas galletas y una taza de chocolate. Tenía hambre. Armandito me miraba en silencio desde la puerta. Sé que quería correr a darme abrazos y besos, pero mamá le dijo que no me molestara y que ya tendría tiempo para demostrarme todo el amor que sentía.

Cuando salió el sol, yo tenía el termómetro en la boca y se aspiraba el olor a rocío de los tejados. Me sentía aturdido por la fiebre repentina y por un zumbido que se colaba por mi oído izquierdo. La pesadilla quería quedarse entre mis huesos para someterme una vez más, pero no pudo. Igual me quedé en la cama, me sentía solo, pero estaba seguro, en casa, con mis padres. Todo había terminado. Ya no más fusiles, ni bengalas, ni gritos, ni bombas. Adiós a Hellen también…

De repente, alguien avanzó por el pasillo y se detuvo frente a mi cuarto. Era el cura. Allí estaba, pequeño, con su cara morena y me miraba lleno de compasión.

−¡No! –grité y luego me desmayé.

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HELLEN, escribe...
La guerra de Malvinas-1982
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Tu sillón vacío. La Revolución de Mayo -1810

 



Contra todos los vaticinios, María de la Cruz había enfrentado a su abuelo. Por el sendero aciago iba la galera que tropezaba con el camino asimétrico. Ella pensaba en la vida y en el futuro cuando alguien intentaba manejar los hilos y desviar el rumbo. Lloraba.
Consolación seguramente la dejaría encerrada remendando calcetas o quizá intentaría enviarla a algún convento. Prefería morir. No quería parecerse a Dolores y Angustias pero tampoco a su madrina Camila quien se había casado, para no quedarse para vestir santos, con un hombre que no amaba y sufriendo por otro que jamás volvería a ver. Ella era diferente.
Se había criado entre narcisos de otoño, achiras silvestres y polvo de canela, escuchando el mugido de las vacas y el lento andar de los corderos. Sabía del anochecer sombrío en pleno invierno y del arco iris completo frente a la llovizna. Le gustaba estar sola como a su padre Celestino porque el silencio le devolvía la energía a su cuerpo y a su memoria.
‒En las sombras se está a salvo ‒solía decir su padre y ella lo escuchaba como discípula de los credos.
“Los lugares mágicos son cascadas, montañas, bosques, espíritus…”, pensó mientras se bajaba de la galera y despedía a Benito quien la saludó quitándose el sombrero como hacía siempre.

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Tu sillón vacío.
La Revolución de Mayo
-1810-
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"Si tienes la paciencia de la tierra, la pureza del agua y la justicia del viento, entonces eres libre."

 

Aluen tomaba lo que la vida le daba y creía, según el padre Hilario, a quien escuchaba atentamente, que el amor lo curaba todo, aunque por momentos parecía que había dejado de oír porque se apagaba y era sólo un fantasma que arrastraba cadenas. Simulaba esperar la próxima lluvia. ¿Por qué? Para dormir. Ella necesitaba una sonrisa, una mirada, algo de que sostenerse porque caminaba delante de sus propios pasos, aunque quizá huía de ellos.

Aluen ya no era la niña india, sino una mujer que no podía o no quería hablar, pero lo comprendía todo y decidía olvidarlo o lo recordaba tanto que prefería callar.


ALUEN
La colonización de la Patagonia argentina
Los indios tehuelches

La Patagonia rebelde.
La Patagonia trágica.



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Un abrazo tan fuerte que te rompa los miedos



 Un abrazo tan fuerte que te rompa los miedos...

¡Cuánto necesitamos esa contención! Sentir que alguien nos está cubriendo la espalda para sostenernos. Cuando la tenemos es nuestra mamá, yo siempre he sentido eso, y cuando ya no está la soledad se agiganta y esas alas ya no te cubren. Tienes que darte cuenta que debes ir solo por el camino y ser fuerte, buscar la energía en otra cosa, madurar... Ella lo hubiera querido así.

Mi madre me enseñó a ser valiente.

Hoy quería hablar del abrazo y me fui por el lado de mi madre, pero hay tantos abrazos que dan paz, que sin palabras te dicen que todo va a estar bien. Son aquellos que vienen desde los seres que nos aman de verdad.

¿Y cuándo no llegan los abrazos?

Hay que aprender a vivir en una burbuja para no sentirse herido, escapar de las sombras hacia la luz o ser luz que alumbra...
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Sobrevivirás...

 


El jardín se poblaba de poetas y de lectores.
Las magias mostraban su belleza interior cuando una palabra se apropiaba de las páginas. Volaban los intentos por descubrir ficciones y el mundo, el presente y hasta el futuro, se glorificaban.
Era el edén, el que salva y resucita, el que muestra el verdadero rostro de las virtudes. Ellos buscaban un lugar en el verde, junto a la pila de libros y en el olor a café, porque eran capaces de entregarlo todo para sobrevivir.
Siempre hubo guerra interiores y cada uno por distintos senderos asumía la batalla para poder respirar. En la sabiduría de la elección estaba la salida.
El poeta Eduardo no faltaba nunca a la cita de los encuentros.
Se sentaba mirando la puerta del cuarto de Felicitas. Ella no asistía siempre; a veces, se sentía desganada y no tenía deseos de hablar con nadie. Él la esperaba...
(fragmento)
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Rebeldía adolescente

 


No le importaba Raúl Neder; sin embargo, era necesario que buscara fuerzas para defender sus ideas y sentimientos frente a lo impredecible. Sacó del armario una antigua caja de bizcochos de Reims, en la que tenía la costumbre de guardar las cartas, y al abrirla se escapó un olor a humedad y rosas marchitas. En el fondo oculto entre los papeles de su madre, que nunca había mirado, había un objeto, una miniatura; parecía ser un colgante indígena pintado a mano. Estaba entre el revoltijo, mezclado con un antifaz, horquillas, mechones de pelo y un papel amarillo que decía con una letra de infante: “nunca te olvidaré”. Nada más.

“Qué mal que escribía papá”, pensó Felicitas al instante.

Se levantó y se apoyó en el alféizar del ventanuco; pensaba en sus problemas y en cómo solucionarlos. En cualquier momento llegaría su madre con el interrogatorio de todos los días. Veía a Antonio que la rodeaba con sus brazos y los latidos de su corazón aumentaban y le golpeaban el pecho. Miraba a su alrededor y deseaba que la tierra se hundiera a sus pies. 

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BUENAS Y SANTAS...
Los hijos olvidados

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Abril

3
COM

 

El reloj de su vida estaba dando mal la hora.

Se perdía por las calles el sonido de un piano, mientras el viento arrastraba las primeras hojas de abril. Se oían risas, murmullos, los gritos de los vendedores callejeros, y luego un silencio, el que consumía la última vela.

Bajo ese cielo era fácil acostumbrarse a vivir; sin embargo, había tramos oscuros que adelantaban los pasos. Sin esa penumbra era imposible ver las estrellas.

El jardín todavía estaba vivo con insectos y pájaros, que se miraban a través de los gatos con sus ojos crepusculares.

Alguien dijo: es más tarde de lo que piensas, y la hoguera de las edades apagó su fuego. (fragmento)
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Bienvenido abril para el hemisferio sur: el otoño.
Una estación que trae paz a la vuelta de la esquina,
una estación con farolas encendidas a media tarde.

Gracias por estar siempre.
Un abrazo grande.
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