Retratos literarios: Rebeca Cooper

 


Cómo no hablar de este entrañable personaje de "La última mujer": Rebeca Cooper.

En esos ojos azules estaba reflejada su alma y allí guardaba todos los secretos, el amor por su padre Mark, el recuerdo imborrable de su madre Sarah y los sueños, tantos... como toda mujer joven que quiere vivir, que necesita vivir.

Ella quería ser madre, pero estaba enferma.

Wilson Taylor, su marido,  aparentaba lo que no era... Necesitaba agradar y su hipocresía iba en aumento. Rebeca se daba cuenta, pero su enfermedad ocupaba todo su tiempo y allí depositaba sus enredados pensamientos.

Su esposo pensó que ir en el viaje inaugural de El Titanic podría llegar a ser bueno para su salud, ya que después tendría que afrontar un duro tratamiento médico.

Ella aceptó con la condición de que fuera Mark, su padre.

Necesitaba ese abrazo contenedor de papá bueno, de muro firme, porque su esposo era demasiado frívolo. Rebeca con su pelo colorado y aquellas manos temblorosas buscó en ese mar lo que más deseaba: salud, fortaleza, futuro...

Ella era un ángel, pero apareció otro y otro.

La verdadera historia comienza cuando se hunde el barco, el "coloso" como le decían muchos.

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Es una vocación. Uno lo vive, lo respira, sueña con ello. Te ocupa la vida entera. Tu vida es eso. Raymond Khoury

 


Para ser grande hay que aprender a ser pequeño.


Desde la humildad y desde la vocación, he contado mil historias y otras mil están guardadas en el cajón. Sé que el camino es difícil porque lo he recorrido con cansancio y lluvia, con sosiego y brillo en los ojos, con dolor.

Cada paso buscaba ser un destino nuevo, mas se quedaba... Y sin aliento, casi a ciegas, comprendía que bajar los brazos era una posibilidad.

Tantas horas despiertas escribiendo lágrimas cargadas de sueños y de años, de abrazos de una madre linda, de intentar sostenerme con la pluma.

Lo logré... he sobrevivido al tiempo de espera y a tantas cosas. Hoy estoy acá para que mis novelas tengan su espacio, el propio, el que se merecen... No yo, ellas.

Gracias por dar amor.




Posts relacionados

Ann Elizabeth Isham y... La última mujer

 


Gracias Yanina Daniele por acompañar, por comprar esta historia que tanto me gustó escribir. Un abrazo, amiga.



💦
Ann Elizabeth Isham sabía que no podía abandonar a su amado perro. Días después del hundimiento, un equipo de rescate encontró el cuerpo de Ann aferrado a su mascota. Murieron abrazados, tal como ella lo decidió…
.

El hombre nunca sabe
de lo que es capaz
hasta que lo intenta.
C. Dickens

A veces, el tiempo, artífice de las horas, te obliga a tomar decisiones drásticas que pueden cambiar tu destino y Ann quiso acabar allí sus días. No pensó en el futuro, en toda una vida por delante, sino que se dejó llevar por un riel transparente e infinito, muy fecundo e inmortal: el amor.

Esa situación límite la obligó a arremeter contra esa pena. Ya todo estaba perdido: el enojo, la alegría, la resignación… Pelear, ¿para qué? Ann E. Isham se transformó en leyenda desde el preciso momento que saltó al mar para unirse con su amigo. Ya no más azules y distancias, blancos o negros. Ese torrente de sangre era más genuino que la esperanza y no había espacio para el egocentrismo. El hilo de mar tejió un ramillete de cariño como una tela indestructible para los siglos venideros y dejó un claro mensaje de renuncia y de fidelidad.
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LA ÚLTIMA MUJER
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Gracias Francisco Espada Villarrubia (España)

4
COM

 

Desde España me llega este hermoso poema dedicado por Francisco, mi querido amigo, desde hace tantos años, compañero de travesías literarias, de compartir mensajes, despedidas de otros amigos, alegrías, enseñanza, belleza, LA VIDA.

Infinitas gracias por este gesto maravilloso.












MEDITACIÓN


“La escritura es puente y salva vidas”,
el tránsito que nos acerca
a la otra orilla,
nos comunica, nos informa, nos enriquece
y finalmente nos salva por contagio.

Con frecuencia cruzamos el puente
para jugar con el inamovible pretérito
y en otras ocasiones para quejarnos,
la más de las veces de insulsas naderías
que nos siguen dejando en la misma orilla.

Hoy cruzo para llegar hasta ti, Luján,
y dar gracias, y dar muchas gracias.
Gracias por la capacidad de leer,
de percibir, comprender y asimilar,
por la facultad cognitiva que me permite
pasar hasta tu orilla e interpretar
tus bellos textos y desentrañar los nudos.

Gracias. Mil gracias por todo lo simple
que sustenta los pilares de la vida,
por la impagable amistad,
y por el encuentro virtual,
cada uno a un extremo del puente,
la mar por en medio y una misma lengua.

Es verdad que podríamos encontrar
mil lamentos con los que llorar,
y otras tantas quejas por cada dolor,
por cada olvido, por cada indiferencia,
pero esa distancia no merecen el esfuerzo
de pasar con decisión hasta tu margen
y abrazarnos en silencio y dar gracias.


Hija de los recuerdos

 






La plancha de mi abuela Rosa




Yo escribo desde los 8 años,
estudié Letras y soy Preceptora del Conservatorio Lírico.
He publicado libros por editorial y por Amazon.
Muchos de ellos ustedes los ven en el lateral derecho.

HIJA ÚNICA.
 LIBRO DE LOS RECUERDOS
tiene mucho de mí,
de la infancia, la adolescencia, mis alegrías y miedos...
la vocación de artista
y la lucha...

Este blog es una una manera de comunicarme,
de crear puentes y lazos.







La vida invisible

 


Desde el extremo izquierdo del patio, la bordadora incansable las miraba, parecía estar demasiado ocupada en su labor. Apenas levantaba la vista. Se acercó la niña mulata y trajo unas galletas. Tenía los ojos azules como el cielo.
--La quietud se agranda en las casas vacías --dijo Felicitas al oír el rumor de las hojas que traía el viento de ese caluroso verano.
--La quietud es una penumbra dentro del alma --agregó Albina y miró ese hueco, igual que si estuviera rezándole a las nostalgias de un pasado escondido e injusto.
--¿Quién es la mujer que está sentada en el fondo?
--¿Doña Finita?
--Bueno... No sé su nombre, por eso se lo pregunto. La veo rara, dice cosas incoherentes. El otro día me confundió con Coco Chanel. ¿Se da cuenta?
--¿Y quién es esa tal Coco?
--Una modista famosa que vive en Francia.
Albina, ignorando el tema, no le dio importancia.
--No sé --respondió.
--¡Se lo estoy contando! --agregó Felicitas, y levantó la voz.
Es que Albina la sacaba de su eje al no darle importancia a sus conversaciones. La hacía sentir invisible.
(fragmento)

La naturaleza de las cosas




Hace un tiempo fui a recorrer el campo de mi bisabuela Melanie. Caminé sus pasos en cada surco y me iluminó los ojos ese espejo de sol.
Allí entre los carros de abuelos y la casa de los lecheros encontré el alma de un viejecito que yo cuidaba. Le había pedido asilo a mi padre y nunca quiso irse...
Los dos depuraban la tierra igual que adolescentes y llevaban el arado viejo como maestros. Eran libres.
La soledad en la que vivió fue mi soledad cuando me daba consejos y me decía:

---La vida es linda.


Lo protegí hasta sus noventa y dos años, y lo acompañé hasta su última morada.

¿Me hablan de solidaridad?
Allí en esa pampa que conozco desde que era niña dejé hojas de papel en blanco que se escribieron solas porque ellos encontraron los trazos.
Tenían demasiado para decir y para soñar, pero se quedaron a la vera de los senderos con los zorzales despiertos a contemplar las horas.

"Esto no es un adiós, esto es un gracias" Nicholas Sparks

 


Hellen, una dama de blanco, también lloraba por los caídos y por los despojados y despreciaba a los que mancharon las banderas por causas diversas. No le importaba quién tenía la razón porque quería vivir en paz con sus hijos. Rezaba apretadamente sus oraciones para que pronto terminara esa contienda que disfrazaba con máscaras el infinito escalando el viento. Pensaba en Facundo y su suerte; lo quería de regreso para oír su voz en medio de ese olor a isla ultrajada que la partía en dos.
Hellen Pusset era una víctima más de la desprotección de una guerra sin fin porque, aunque se fueran ya cansados de tanto pelear sin tregua, la batalla seguiría martillando hasta sangrar el corazón asustado. Uno de sus hijos se tapaba los oídos y lloraba, otro quería salir a hacer muñecos con la nieve. Eran niños inocentes y expuestos a la barbarie humana que, sin contemplaciones, les quitaba la infancia.
Ella imaginaba a Facundo hablando así…
.
Amo a Hellen a través de mil dolores; aspiro a vivir dichoso al lado de ella. La senda es áspera, pero la suaviza la esperanza de que llegará a su término y el momento me devolverá sobradamente en alegría por todas las penas. La fe en el futuro mantiene vivos los pasos de este presente, pero nada es fácil. Todo llega y todo pasa…

✨
Hellen, escribe...
Guerra de Malvinas.
-1982-
-------------------Novela histórica en español.