Enero 2021
Historia de una valentía
El callejón le dio la mano al infinito.
El sol trepaba por las ramas; se demoraba el tiempo que parecía ofrecerle otro camino. No quería... ¡No!
Ella estaba desolada, tenía cuarenta años y mucho miedo. Tener un hijo a su edad, por aquellas épocas, suponía un riesgo.
No debía pensar porque sabía que si desviaba el sendero la tristeza la seguiría en su recorrido de paloma hasta el fin de los días.
Tenía que ser valiente y escribir un libro cuyas páginas se transformaran en flores de ciruelo, imaginar una mirada rubia igual a la de ella: sus juguetes, la risa, los primeros pasos, su voz... ¿Mamá?
No existía otro futuro.
Al llegar a la casa, se arropó junto al calor del fuego con la manta de vicuña. ¿Dónde estaban las señales?
-Deja correr las olas del mar, olvida la agitada ribera y la arena en remolino. Las muertes pequeñas se quedan mirando su vacío. ¿Por qué miran así?
Porque esperan... Sus ojos puros no duermen nunca más, llevan el cielo dentro.
Ella sintió el temblor de su latido y con una lágrima descendió la noche. Tenía la vida y se dejó llevar... y con ese miedo como compañero, el asombro dibujó estrellas cuando el sol recién nacido le mostraba la luz a borbotones.
Olvidó los temores de la edad y arremetió con valentía.
"Todo esto es tuyo
y tendrá la importancia
que tú le vas a dar".
F.Aldana
Ese niño llevará en el dorso de la mano sus sueños, las inquietudes dibujadas con tiza sobre los cuadernos y el lenguaje en una caricia.
Llegó el día.
Con su mano, ella comenzó a escribir las páginas en blanco. Cuando vio a la niña, después de luchar tanto, pero tanto, para traerla a ver el mundo, supo que su propia vida ya no le pertenecía...
-Mujer valiente-dijo alguien.
-¿Quién?-respondió ella.
¡Mi madre!
L.Fraix
Tira la pluma... descansa
Gracias Rafael Sánchez Ortega (España)
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