"El silencioso grito de Manuela", de Luján Fraix

La vecina, de vez en cuando, asomaba
su cara por el vidrio a través de la cortina para mirar a “
-Eh… tú -solía gritarle, molesta al
ver el cuerpo rígido de Letizia y sus ojos absortos observando el techo. Ella
no le contestaba porque no la escuchaba; su mente no hilvanaba frases ni
pensamientos coherentes.
-¡Socorro!, parece muerta, llame a
la policía.
El silencioso grito de Manuela, de Luján Fraix
"El amor molesto", de Elena Ferrante
" Tenía la impresión de que mi madre se estaba llevando también los lugares, incluso los nombres de las calles. Miraba mi imagen y la de mis hermanas en el cristal, entre las coronas de flores, como una foto tomada con poca luz, inútil en el futuro para la memoria. Me anclaba con la suela de los zapatos al adoquinado de la plaza, aislaba el olor de las flores acomodadas en el coche que llegaba ya viciado."
"En el rostro de los viejos es difícil descubrir las facciones que tuvieron de jóvenes."
"Me sentía helada a pesar del aire sofocante, de invernadero o de catacumbas."
El amor molesto, de Elena Ferrante
"La institutriz", de Gabriela Margall
"Canción de Navidad", de Charles Dickens
Jacob
Marley y Ebenezer Scrooge habían sido socios en la administración de una casa
de cambios.
Una
noche de Navidad, falleció Marley y quedó Scrooge como único heredero,
administrador y albacea de todo lo que habían acumulado durante años.
La
acción comienza exactamente siete años después…
Cuando
todos preparan la celebración de una nueva Navidad, Scrooge la considera una
tontería que no reporta beneficios: niega la ayuda que dos señores le solicitan
para una obra de beneficencia, rechaza la invitación a compartir en casa de su
sobrino la alegría de la fiesta, y con fastidio acepta que su amanuense
Cratchit tenga un día libre. De malas ganas cierra su oficina, cena en la
taberna de costumbre y luego va a acostarse en sus habitaciones, las mismas que
su antiguo socio había ocupado en un barrio de Londres.
Allí
se le aparece el espectro de Marley, que con remordimiento arrastra unas
cadenas en castigo por no haberse mezclado nunca con sus semejantes, como no
fuera por asuntos de negocios. Advierte a Scrooge que va en camino de sufrir la
misma suerte, y le informa que tendrá una sola oportunidad para evitarlo:
recibir a tres espíritus que lo visitarán.
Efectivamente,
estos llegan uno a uno.
El
primero, un anciano con extraña figura en forma de niño, se presenta como el espíritu de la Navidad pasada. Luego
de comunicarle que procura su felicidad, su salvación−para lo cual es necesario
que Scrooge se convierta−, lo transporta a antiguas Navidades, en las cuales
Ebenezer va reconociéndose como un niño interno en un colegio, como un aprendiz
en el taller del señor Fezziwig, como novio de una joven de la cual se separa
por ser ella pobre y haber contraído él mismo el afán de lucro, como avaro
comerciante que oye que su socio está a punto de morir…
El
segundo espíritu, un gigante, es el de la
Navidad presente. Lleva a Scrooge−quien ya siente algunos síntomas de
cambio interior−a disfrutar de la Navidad en la modesta casa del amanuense,
cuyo hijo Tiny Tim es lisiado; a una familia de mineros; a un faro; a un barco;
a la casa de su sobrino; a hospitales y cárceles; a lugares en que niños que
son víctimas de la ignorancia y de la miseria hacen pensar en la necesidad de
que se les permita estar felices y contentos de su suerte.
El
último espíritu, alto y majestuoso, cuya presencia infundía temor, era el de la Navidad futura. Con él Scrooge entró
a la Bolsa, donde se comentaba la muerte de un hombre muy rico y solitario; a
un barrio oscuro de la ciudad donde ya algunos vendían objetos que habían
pertenecido al difunto; a la casa de un deudor; cuya familia sufre por las
cuantiosas deudas contraídas con él; a su propio despacho, en el que otra
persona ocupa su lugar, y al cementerio donde ve su tumba.
Scrooge,
que ya sospechaba ser el difunto, pidió angustiosamente una oportunidad para
reparar el curso de su vida. Con tal fin, se aferró a la mano del espectro,
cuya figura fue alternándose hasta transformarse en… el barrote de la cama del
cual el avaro estaba asido.
Se
levantó feliz, muy grabadas en su memoria las lecciones de los tres espíritus y
salió a la calle, donde se celebraba la Navidad. ¡Los espíritus habían
realizado en una sola noche su obra de transformación!
Entregó
el óbolo que se le había solicitado para las obras de beneficencia, visitó a su
sobrino, aumentó el sueldo al amanuense y se convirtió en padre para su hijo.
Desde
entonces fue un patrón generoso y un amigo devoto. No tuvo más entrevistas con
los espíritus, pero supo compartir con los demás en tal forma que, según se
decía, nadie supo nunca festejar como él la Navidad.
❤❤
"Cien años de soledad", de Gabriel García Márquez
"El Hacedor", de Jorge L. Borges
"La nodriza esclava", de Luján Fraix

Era la primavera de 1526, el rey se enamoró de Ana Bolena y de sus ojos negros.
Isabel sintió vergüenza y huyó por la escalera aterciopelada; pensó que aquello no era un espejismo. Frente al portal, abrazada a las imágenes aladas que surgían desde los lirios, cayó rendida por un sopor letal que afectó su raciocinio. Sumergida en el ilusorio tiempo de lo sobrenatural, con una congoja parecida a la herida de un puñal, se desmayó de súbito.
Al amanecer, el mundo la encontró fría rodeada de un hielo rocoso y atrapada por insectos y murciélagos. Un gallardo caballero la levantó del piso. Isabel se apartó bruscamente de ese hombre porque estaba en falta. Todo la hacía sentir culpable porque no podía resistir el roce de una mano masculina que no fuera la de Auguste; experimentaba sensaciones extrañas en su cuerpo como si estuviera cometiendo el más terrible pecado.
Enrique se acercó para recibir a Jacobo IV de Escocia. Isabel salió corriendo rumbo a la casa; pensó en la noche que él habría pasado con esa mujer y se estremeció porque creyó que, quizá, el rey la habría visto observando desde la puerta.
La nodriza esclava, de Luján Fraix
(Gracias Estados Unidos y Reino Unido por la compra y las lecturas)
"Catedrales", de Claudia Piñeiro
"La llave de Sarah", de Tatiana de Rosnay
" Había algo adulto en la mirada solemne de sus ojos color avellana, en el modo pensativo en que levantaba la barbilla. Siempre había sido así, desde muy pequeña. Serena y madura; a veces demasiado madura para su edad."
"Después de la redada, enviaron a Drancy a los judíos sin hijos. Drancy se hallaba cerca de París, mientras que los otros campos estaban a más de una hora, perdidos en mitad de la tranquila campiña de Loiret. Fue aquí donde la policía francesa separó a los niños de sus padres sin que nadie se enterara."
"La verdad es más dura que la ignorancia."
La llave de Sarah, de Tatiana de Rosnay
"Las herederas de la Singer", de Ana Lena Rivera
" La vida se convirtió en una sucesión de días tristes, con su madre diciéndole todo lo que hacía mal en las interminables horas que pasaban cosiendo juntas y con dos hermanos que, lejos de suponer un alivio, sólo le daban trabajo pues, como correspondía en aquella época, era ella la que les lavaba la ropa, les preparaba la comida y limpiaba lo que ensuciaban."
"Roberto fue el gran amor de Florita, el más puro, el más intenso, y el único incondicional. Se llevó con él el corazón de su madre para mantenerlo a salvo, que a base de amor del bueno quedó convencida de que con los hombres era mejor ser querida que querer. Por eso, Florita pasó el resto de su vida dejándose querer."
"Las cosas que pasan más desapercibidas son las que se hacen a la luz del día."
Las herederas de la Singer, de Ana Lena Rivera
"Antes del fin", de Ernesto Sábato
"Tú, que te escondes", de Cristina Bajo
"La abuela francesa", de Luján Fraix

Melanie recordaba a
Elemir cuando entretenía a los niños igual que una nodriza del siglo XVl. Para
él todo era sorprendente porque se sentía turista y dueño de las tierras; con
un tesoro en las manos que no quería que nadie le arrebatara, ni siquiera la
muerte. Sin embargo, lo hizo despiadadamente y lo dejó más solo que cuando
pedía limosna en el pórtico de la iglesia de Santa Úrsula en Francia. El padre Honorato Liberté, aquella persona
sana que le enseñó a ser fuerte era un vago recuerdo igual que la estampa de
Elemir: el gaucho, el amigo incondicional, el alma y el cuerpo de François.
Por el postiguillo
de la puerta, se veían los ojos de Jeremías turbado por la ancianidad que venía
a contar cuentos junto con
Sólo conocen la
luz aquellos que tienen fe. Melanie de eso podía estar tranquila. Fue la fundadora de la
iglesia, quería a su colegio y a las hermanas Carmelitas de la Caridad y
concurría a misa de réquiem y en especial a la del jueves y viernes Santo y por
la Navidad. Esclava de los rezos y al servicio de quienes la necesitaban,
siguió los pasos de su madre con la humildad de los grandes, tal vez su porte y
el genio no dejaban ver su sensibilidad, el miedo a dejar a los seres queridos
sin protección y el terror a lo desconocido, pero estaba latente la nobleza
bajo el poncho de dama guerrera.
El día que Jeremías
murió había gorriones que volaban por las callejas donde se consumían las
mieses. Acudieron a despedirlo sus amores antiguos, Nicolás y Carlota, Elemir,
tan viejecito como él, todos los hijos postizos que educó y Melanie, su
compañera de lágrimas. La cara iluminada por la blancura de su alma parecía
sonreír a los descendientes que arrastraban su catecismo de consejos y
atenciones. Quizá hubiera tenido que llover en el instante del adiós para
corroborar su trayectoria, como dicen en el campo, pero el aguacero llegó al
otro día con las fiestas patronales.
La abuela francesa, de Luján Fraix
"La ciudad de vapor", de Carlos Ruiz Zafón
"La dueña de la santa", de Mariana Guarinoni
"---Quiso quedarse la santa, aquí se quedará---asintió Joao con la cabeza mientras hablaba---.Tendrás agua para beber del río y puedes cazar y pescar para sobrevivir. Y deberás construirle un refugio a la imagen, para que no se arruine de las lluvias. Desde hoy cuidarla es tu tarea: ya no serás mi esclavo, sino esclavo de la estatuilla. Vivirás para ocuparte de ella."
"Manoel volvía a ser libre, como antes de que lo apresaran en su selva natal. Sin amos, sin dueños, sin castigos, sin órdenes. Libre. Nunca había estado tan feliz en sus veintiséis años, porque volvía a tener un bien perdido, que antes no había valorado por considerarlo natural e indiscutible: su propia vida."
La dueña de la santa, Mariana Guarinoni
"Quebrada", de Mariana Travacio
"La cocinera de Frida", de Florencia Etcheves
"Como agua para chocolate, de Laura Esquivel
"Puerto soledad", de Luján Fraix
"La tierra tembló y las rocas chocaron unas contra otras. Los sepulcros se abrieron y muchos cuerpos resucitaron de sus cenizas. En el Atlántico Sur, las almas se encontraron para llorar abrazadas.
El soldado protagonista de la guerra tuvo que soportar la barbarie como una patología que le laceraba el corazón y el cuerpo. Se encontraba extraviado sin que nadie se diera cuenta hasta dónde llegaban sus heridas, porque la angustia era interna y llevaba su cruz muy secretamente hasta la entrega. Nunca pudo disipar los enigmas por estar entre el cielo y el tormento. Britania fue, desde mucho antes de conocerla, el bálsamo; sin ella volvió a caer igual que una marioneta a la que le cortan los hilos. Los años pasaron en la nebulosa donde la ficción formaba coloquios con personajes de yeso. A través del caos de un mundo psíquico gris, con la voluntad de atravesar ese transcurrir de los días, Emilio miró siempre su problema hasta que se le terminó la energía.
El tiempo arrasó las horas devoradas por el fuego de los cañones. Nada fue igual porque aparecieron tazas de café vacías, versos sin terminar en libros con polvo, miradas en andenes y ese viaje a estepas heladas. Emilio quiso inmortalizarse por eso soportó su silla de ruedas en aquellas tardes de ocasos frente al océano, resistió las quejas de su tía Roberta y el sometimiento de Laurentino. No intentó matarse porque sabía que tenía que llegar hasta el final de la guerra, hasta cuando se asfixiara y ya no pudiera respirar por el olor a pólvora.
"Violeta", de Isabel Allende
"Caí en el trance, no hay otra explicación para esa fuga del tiempo y del espacio. Es imposible describir la experiencia de esfumarse en el vacío negro del universo, sin el cordón umbilical que nos une a la vida. Nada quedaba, ni presente, ni pasado, y al tiempo yo era parte de todo lo que existe. No puedo decir que era un viaje espiritual, porque también desapareció esa intuición que nos permite creer en el alma. Supongo que fue como morir, y que volveré a sentir eso cuando me llegue la hora del final. Regresé a la conciencia cuando cesó el sonido del tambor."
"Calculo que tendría unos ochenta años, pero es imposible que fuera más joven y estuviera desgastado por el sufrimiento...
...Ese duelo monumental no le dejó amargura, sino una infinita compasión por la debilidad humana"
Violeta, de Isabel Allende
"La hija del relojero", de Kate Morton
"Amaneció un día cálido y despejado. La calima de las primeras horas se disipó y al mediodía el cielo era azul intenso y el jardín relucía. Junto al río había una serie de manteles dispuestos a largo de un tramo de orilla con hierba que quedaba bajo dos sauces y las profesoras ya estaban ahí, disfrutando del día. Algunas habían traído grandes sombrillas blancas, mientras que otras llevaban pamelas, y en la sombra, a lo largo de los extremos donde estaba el grupo, colocaron las canastas de mimbre con el banquete del mediodía."
"En tan solo una tarde tuvo la impresión de que el mundo se había inclinado y todo se había caído del centro. Todos los adultos de su vida se habían estropeado, como esos relojes que empezaban a dar mal la hora."
"Hay una herida que nunca se cura en el corazón de una niña abandonada.
"La hija del relojero", de Kate Morton
"Lo mucho que te amé", de Eduardo Sacheri
"Odio los domingos a la noche. Desde chica. Aunque parezca imposible tienen una luz moribunda más triste que la de los otros días. Y no importan que sean de invierno o de verano. Puede que las del invierno sean peores, porque encima hace frío, y sí o sí al día siguiente hay escuela, o universidad o trabajo..."
"Ninguno de mis días estaba escrito en el día anterior, pero lo que me impacta es que, una vez vivido, cada día antecede y explica, y establece y justifica, y condiciona lo que sucederá después, con los días venideros."
Lo mucho que te amé, de Eduardo Sacheri
Por el camino de los Poetas -Viaje hacia el interior-
La Liberación
Yo creo que esta biografía novelada tiene mucho de atractivo porque las hermanas Brontë fueron y son inolvidables, no solamente por su talento sino también por sus vidas cortas, por al amor al arte y su entrega, por luchar en un mundo de hombres y en un lugar inhóspito donde todo se le presentaba trágico y en contra.
Gracias por tanto. Un abrazo a todos.
La Liberación. Hermanas Brontë
"Los soles de Santiago", de Viviana Rivero
Mi libro "Septiembre" en la Feria de "Las Rosas"-Argentina
Retratos literarios: Constance de Luca

Una penumbra más para mi abuela Juana

Acá mi abuela Juana conmigo en el día de mi bautismo. Tenía seis meses.
¿Quién es Emilio Torres?

"Fueron los libros los que me hicieron sentir que tal vez no estaba completamente solo".
