"El silencioso grito de Manuela", de Luján Fraix

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Arropada sobre un bolsón de campo y sofocada por el polvo y la locura, Letizia, en el cuarto, permanecía mirando el techo. Sentía frío y esa soledad que viene desde dentro, por las carencias. No sabía cómo había llegado hasta ese sitio ni con qué dinero había pagado el primer mes de alquiler. A diferencia de lo que Manuela creía, su hija estaba viva pero con la salud quebrantada y con una imagen entre distraída y perversa que la transformaba en una persona de cuidado; sin embargo, su abrumadora tristeza la llevaba al abandono total. Ya no se preguntaba qué pasaría en el futuro; ella era un combatiente que mostraba las cicatrices como galardones. En la visión incongruente que tenía con la vida, el tiempo era un cadáver al que le realizarían la autopsia de manera rápida y obligada.

La vecina, de vez en cuando, asomaba su cara por el vidrio a través de la cortina para mirar a “La Nueva” como la llamaba ella.

-Eh… tú -solía gritarle, molesta al ver el cuerpo rígido de Letizia y sus ojos absortos observando el techo. Ella no le contestaba porque no la escuchaba; su mente no hilvanaba frases ni pensamientos coherentes.

-¡Socorro!, parece muerta, llame a la policía.


El silencioso grito de Manuela, de Luján Fraix


"El amor molesto", de Elena Ferrante

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" Tenía la impresión de que mi madre se estaba llevando también los lugares, incluso los nombres de las calles. Miraba mi imagen y la de mis hermanas en el cristal, entre las coronas de flores, como una foto tomada con poca luz, inútil en el futuro para la memoria. Me anclaba con la suela de los zapatos al adoquinado de la plaza, aislaba el olor de las flores acomodadas en el coche que llegaba ya viciado." 


"En el rostro de los viejos es difícil descubrir las facciones que tuvieron de jóvenes."

"Me sentía helada a pesar del aire sofocante, de invernadero o de catacumbas."


El amor molesto, de Elena Ferrante

"La institutriz", de Gabriela Margall

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"Se fueron acercando a los pasillos, desde el lado prohibido de la casa. Hicieron vibrar los vidrios de las ventanas. Retumbaron contra las paredes. Eran las voces más extrañas y espantosas que Elizabeth jamás había escuchado. Eran gritos afinados, voces femeninas moduladas en alaridos armoniosos que entonaban una especie de canción sin palabras y sin música."

"No era que la familia se desintegrara, era que uno se iba de a pedacitos con ellos."

"Ser parte de algo efervescente, embriagador, algo libre de ataduras era tan seductor, sobre todo para alguien como ella, sin familia, dueña sólo de sí misma".

La institutriz, de Gabriela Margall

"Canción de Navidad", de Charles Dickens

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Jacob Marley y Ebenezer Scrooge habían sido socios en la administración de una casa de cambios.

Una noche de Navidad, falleció Marley y quedó Scrooge como único heredero, administrador y albacea de todo lo que habían acumulado durante años.

La acción comienza exactamente siete años después…

Cuando todos preparan la celebración de una nueva Navidad, Scrooge la considera una tontería que no reporta beneficios: niega la ayuda que dos señores le solicitan para una obra de beneficencia, rechaza la invitación a compartir en casa de su sobrino la alegría de la fiesta, y con fastidio acepta que su amanuense Cratchit tenga un día libre. De malas ganas cierra su oficina, cena en la taberna de costumbre y luego va a acostarse en sus habitaciones, las mismas que su antiguo socio había ocupado en un barrio de Londres.

Allí se le aparece el espectro de Marley, que con remordimiento arrastra unas cadenas en castigo por no haberse mezclado nunca con sus semejantes, como no fuera por asuntos de negocios. Advierte a Scrooge que va en camino de sufrir la misma suerte, y le informa que tendrá una sola oportunidad para evitarlo: recibir a tres espíritus que lo visitarán.

Efectivamente, estos llegan uno a uno.

El primero, un anciano con extraña figura en forma de niño, se presenta como el espíritu de la Navidad pasada. Luego de comunicarle que procura su felicidad, su salvación−para lo cual es necesario que Scrooge se convierta−, lo transporta a antiguas Navidades, en las cuales Ebenezer va reconociéndose como un niño interno en un colegio, como un aprendiz en el taller del señor Fezziwig, como novio de una joven de la cual se separa por ser ella pobre y haber contraído él mismo el afán de lucro, como avaro comerciante que oye que su socio está a punto de morir…

El segundo espíritu, un gigante, es el de la Navidad presente. Lleva a Scrooge−quien ya siente algunos síntomas de cambio interior−a disfrutar de la Navidad en la modesta casa del amanuense, cuyo hijo Tiny Tim es lisiado; a una familia de mineros; a un faro; a un barco; a la casa de su sobrino; a hospitales y cárceles; a lugares en que niños que son víctimas de la ignorancia y de la miseria hacen pensar en la necesidad de que se les permita estar felices y contentos de su suerte.

El último espíritu, alto y majestuoso, cuya presencia infundía temor, era el de la Navidad futura. Con él Scrooge entró a la Bolsa, donde se comentaba la muerte de un hombre muy rico y solitario; a un barrio oscuro de la ciudad donde ya algunos vendían objetos que habían pertenecido al difunto; a la casa de un deudor; cuya familia sufre por las cuantiosas deudas contraídas con él; a su propio despacho, en el que otra persona ocupa su lugar, y al cementerio donde ve su tumba.

Scrooge, que ya sospechaba ser el difunto, pidió angustiosamente una oportunidad para reparar el curso de su vida. Con tal fin, se aferró a la mano del espectro, cuya figura fue alternándose hasta transformarse en… el barrote de la cama del cual el avaro estaba asido.

Se levantó feliz, muy grabadas en su memoria las lecciones de los tres espíritus y salió a la calle, donde se celebraba la Navidad. ¡Los espíritus habían realizado en una sola noche su obra de transformación!

Entregó el óbolo que se le había solicitado para las obras de beneficencia, visitó a su sobrino, aumentó el sueldo al amanuense y se convirtió en padre para su hijo.

Desde entonces fue un patrón generoso y un amigo devoto. No tuvo más entrevistas con los espíritus, pero supo compartir con los demás en tal forma que, según se decía, nadie supo nunca festejar como él la Navidad.


 Canción de Navidad, de Charles Dickens

❤❤



Les dejo, por si algún lector le interesa,
mis dos versiones de Navidad.
Cuentos simples, algunos melancólicos, otros didácticos, 
que tienen que ver con la amistad, con los sueños, con la vida y la soledad.
Y con aquello que yo repito siempre:
cada uno vive su propia Navidad.

Abrazos y felicidades.
(Amazon)


"Cien años de soledad", de Gabriel García Márquez

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" Úrsula tuvo que hacer un gran esfuerzo para cumplir su promesa de morirse cuando escampara. Las ráfagas de lucidez que eran tan escasas durante la lluvia, se hicieron más frecuentes a partir de agosto, cuando empezó a soplar el viento árido que sofocaba los rosales y petrificaba los pantanos, y que acabo por esparcir sobre Macondo el polvo abrasante que cubrió para siempre los oxidados techos de zinc y los almendros centenarios. Úrsula lloró de lástima al descubrir que por más de tres años había quedado para juguete de los niños. Se lavó la cara pintorreteada, se quitó de encima las tiras de colorines, las lagartijas y los sapos resecos y las camándulas y antiguos collares de árabes que le habían colgado por todo el cuerpo."

"Vieron a través de la ventana que ya estaba cayendo una llovizna de minúsculas flores amarillas. Cayeron toda la noche sobre el pueblo en una tormenta silenciosa y cubrieron los techos y atascaron las puertas, y sofocaron a los animales que durmieron a la intemperie. Tantas flores cayeron del cielo que las calles amanecieron tapizadas de una colcha compacta, y tuvieron que despejarlas con palas y rastrillos para que pudiera pasar el entierro"

Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez
(Ya comienza la serie, falta poquito. No se pierdan estas grandes obras)

"El Hacedor", de Jorge L. Borges

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"Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara."

"Cuando yo esté guardado en La Recoleta, en una casa de color ceniciento provista de flores secas y de talismanes, continuarán su terco trabajo, hasta que los modere la corrupción. Ellos, y la barba en mi cara".

"Decirse adiós es negar la separación, es decir: hoy jugamos a separarnos pero nos veremos mañana. Los hombres inventaron el adiós porque se saben de algún modo inmortales, aunque se juzguen contingentes y efímeros."

El Hacedor, de Jorge L. Borges

"La nodriza esclava", de Luján Fraix

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Era la primavera de 1526, el rey se enamoró de Ana Bolena y de sus ojos negros.

Isabel sintió vergüenza y huyó por la escalera aterciopelada; pensó que aquello no era un espejismo. Frente al portal, abrazada a las imágenes aladas que surgían desde los lirios, cayó rendida por un sopor letal que afectó su raciocinio. Sumergida en el ilusorio tiempo de lo sobrenatural, con una congoja parecida a la herida de un puñal, se desmayó de súbito.

Al amanecer, el mundo la encontró fría rodeada de un hielo rocoso y atrapada por insectos y murciélagos. Un gallardo caballero la levantó del piso. Isabel se apartó bruscamente de ese hombre porque estaba en falta. Todo la hacía sentir culpable porque no podía resistir el roce de una mano masculina que no fuera la de Auguste; experimentaba sensaciones extrañas en su cuerpo como si estuviera cometiendo el más terrible pecado.

Enrique se acercó para recibir a Jacobo IV de Escocia. Isabel salió corriendo rumbo a la casa; pensó en la noche que él habría pasado con esa mujer y se estremeció porque creyó que, quizá, el rey la habría visto observando desde la puerta.


La nodriza esclava, de Luján Fraix

(Gracias Estados Unidos y Reino Unido por la compra y las lecturas)

 


"Catedrales", de Claudia Piñeiro

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" Hacer lo posible para que el olvido no venza al deseo de que la memoria perdure.
Aún amnésica, evocar o fingir."

"No sé por qué mis padres no tuvieron más hijos. Cuando les preguntaba decían: "porque Dios así lo quiso". Y evitaban otra respuesta. Por mi condición de hijo único, no tuve con quien compartir la intensidad desmedida de nuestra relación. Temían exageradamente que me pudiera pasar algo, siempre, ante cualquier circunstancia. Ellos nunca iban a permitir que me fuera de la casa familiar sin su consentimiento, no importaba que ya hubiera alcanzado la mayoría de edad".

" Es un chico muy sensible. Y a veces la gente demasiado sensible camina por una cornisa muy fina entre las realidad y sus pensamientos."

Catedrales, de Claudia Piñeiro

"La llave de Sarah", de Tatiana de Rosnay

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" Había algo adulto en la mirada solemne de sus ojos color avellana, en el modo pensativo en que levantaba la barbilla. Siempre había sido así, desde muy pequeña. Serena y madura; a veces demasiado madura para su edad."


"Después de la redada, enviaron a Drancy  a los judíos sin hijos. Drancy se hallaba cerca de París, mientras que los otros campos estaban a más de una hora, perdidos en mitad de la tranquila campiña de Loiret. Fue aquí donde la policía francesa separó a los niños de sus padres sin que nadie se enterara."


"La verdad es más dura que la ignorancia."


La llave de Sarah, de Tatiana de Rosnay

"Las herederas de la Singer", de Ana Lena Rivera

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" La vida se convirtió en una sucesión de días tristes, con su madre diciéndole todo lo que hacía mal en las interminables horas que pasaban cosiendo juntas y con dos hermanos que, lejos de suponer un alivio, sólo  le daban trabajo pues, como correspondía en aquella época, era ella la que les lavaba la ropa, les preparaba la comida y limpiaba lo que ensuciaban."


"Roberto fue el gran amor de Florita, el más puro, el más intenso, y el único incondicional. Se llevó con él el corazón de su madre para mantenerlo a salvo, que a base de amor del bueno quedó convencida de que con los hombres era mejor ser querida que querer. Por eso, Florita pasó el resto de su vida dejándose querer."


"Las cosas que pasan más desapercibidas son las que se hacen a la luz del día."


Las herederas de la Singer, de Ana Lena Rivera

"Antes del fin", de Ernesto Sábato

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" La verdadera patria del hombre, a la que siempre retorna luego de sus periplos ideales, es a esta región intermedia y terrenal del alma, este desgarrado territorio en que vivimos, amamos y sufrimos. Y en un tiempo de crisis total, sólo el arte puede expresar la angustia y la desesperación del hombre, ya que, a diferencia de todas las demás actividades del pensamiento, es la única que capta la totalidad del espíritu, especialmente en las grandes ficciones que logran adentrarse en el ámbito sagrado de la poesía. La creación es esa parte del sentido que hemos conquistado en tensión con la inmensidad del caos.

No hay nadie que haya jamás escrito, pintado, esculpido, modelado, construido, inventado, a no ser para salir de su infierno".

"Aunque terrible es comprenderlo, la vida se hace en borrador, y no nos es dado corregir sus páginas".

"En la tristeza todo se vuelve alma".


Antes del fin, de Ernesto Sábato.

"Tú, que te escondes", de Cristina Bajo

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"Y hete aquí que aquel indio la miraba a los ojos y ella no podía bajar los suyos; y hete aquí que, llevada por la curiosidad, estudió su rostro, y le gustó, y lo encontró joven, agradable, con la piel de un color cálido que le recordaba la tibieza del sol; también le gustó su pelo, tan oscuro, lacio y espeso, que le encuadraba el rostro confiriéndole el aspecto de una de aquellas figuras que había visto en un libro, en la biblioteca del obispo, en Saldán: guerreros de épocas remotas, con lanzas y espadas y caballos con máscaras aterradoras.

¿Cuánto tiempo se miraron? Quizás algún ángel lo notó, pero hubo un momento de eternidad entre ellos que no podía medirse humanamente, donde cesaron ruidos y voces y colores y formas y ella sintió que estaban solos, ambos dos, en una tierra desconocida.

Intuyó que pertenecían a la misma tribu de despojados."

Tú, que te escondes, de Cristina Bajo
(maestra de la literatura argentina)

"La abuela francesa", de Luján Fraix

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Melanie recordaba a Elemir cuando entretenía a los niños igual que una nodriza del siglo XVl. Para él todo era sorprendente porque se sentía turista y dueño de las tierras; con un tesoro en las manos que no quería que nadie le arrebatara, ni siquiera la muerte. Sin embargo, lo hizo despiadadamente y lo dejó más solo que cuando pedía limosna en el pórtico de la iglesia de Santa Úrsula en Francia. El padre Honorato Liberté, aquella persona sana que le enseñó a ser fuerte era un vago recuerdo igual que la estampa de Elemir: el gaucho, el amigo incondicional, el alma y el cuerpo de François.

Por el postiguillo de la puerta, se veían los ojos de Jeremías turbado por la ancianidad que venía a contar cuentos junto con Melanie, los dos solos y acurrucados. No podían capturar el tiempo y le temían al sufrimiento porque sabían que era el fin de la travesía.

 

Sólo conocen la luz aquellos que tienen fe. Melanie de eso podía estar tranquila. Fue la fundadora de la iglesia, quería a su colegio y a las hermanas Carmelitas de la Caridad y concurría a misa de réquiem y en especial a la del jueves y viernes Santo y por la Navidad. Esclava de los rezos y al servicio de quienes la necesitaban, siguió los pasos de su madre con la humildad de los grandes, tal vez su porte y el genio no dejaban ver su sensibilidad, el miedo a dejar a los seres queridos sin protección y el terror a lo desconocido, pero estaba latente la nobleza bajo el poncho de dama guerrera.

El día que Jeremías murió había gorriones que volaban por las callejas donde se consumían las mieses. Acudieron a despedirlo sus amores antiguos, Nicolás y Carlota, Elemir, tan viejecito como él, todos los hijos postizos que educó y Melanie, su compañera de lágrimas. La cara iluminada por la blancura de su alma parecía sonreír a los descendientes que arrastraban su catecismo de consejos y atenciones. Quizá hubiera tenido que llover en el instante del adiós para corroborar su trayectoria, como dicen en el campo, pero el aguacero llegó al otro día con las fiestas patronales.


La abuela francesa, de Luján Fraix


"La ciudad de vapor", de Carlos Ruiz Zafón

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"Años más tarde me dijeron que la vieron por última vez cuando enfilaba aquella sombría avenida que conducía a las puertas del Cementerio del Este. Atardecía y un viento helado del norte arrastraba una bóveda de nubes rojas sobre la ciudad. Caminaba sola, temblando de frío y dejando una estela de pasos inciertos en el manto de nieve que había empezado a caer a media tarde.

Al llegar al umbral del camposanto la muchacha se detuvo un instante para recobrar el aliento. Un bosque de ángeles y cruces se insinuaba tras los muros. El hedor a flores muertas, cal y azufre le lamió el rostro, invitándola a entrar. Se disponía a seguir su camino cuando una punzada de dolor se abrió paso por sus entrañas como un hierro candente. Se llevó las manos al vientre y respiró hondo, resistiendo la náusea. Por un instante interminable sólo existió la agonía y el miedo a no poder dar un paso más, a caer desplomada frente al portón del cementerio y a que la encontraran allí al alba, abrazada a sus rejas de lanzas como una figura de hiel y de escarcha, el hijo que llevaba en el vientre atrapado sin remedio en un sarcófago de hielo.

La ciudad de vapor, de Carlos Ruiz Zafón

"La dueña de la santa", de Mariana Guarinoni

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"---Quiso quedarse la santa, aquí se quedará---asintió Joao con la cabeza mientras hablaba---.Tendrás agua para beber del río y puedes cazar y pescar para sobrevivir. Y deberás construirle un refugio a la imagen, para que no se arruine de las lluvias. Desde hoy cuidarla es tu tarea: ya no serás mi esclavo, sino esclavo de la estatuilla. Vivirás para ocuparte de ella."


"Manoel volvía a ser libre, como antes de que lo apresaran en su selva natal. Sin amos, sin dueños, sin castigos, sin órdenes. Libre. Nunca había estado tan feliz en sus veintiséis años, porque volvía a tener un bien perdido, que antes no había valorado por considerarlo natural e indiscutible: su propia vida."


La dueña de la santa, Mariana Guarinoni

"Quebrada", de Mariana Travacio

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"Me llamo Lina Ramos, soy la esposa de Relicario Cruz. Hace tiempo que le vengo diciendo que nos tenemos que ir, pero él no quiere. Se aferra mucho a esta tierra, dice que acá nacimos y que acá tenemos que morir. Pero es que ya no queda nadie, le digo. Y me dice que no podemos andar abandonando a nuestros muertos, no podemos irnos y dejarlos acá, Lina, sin que nadie los reconozca. Así me dice. Que esas cosas no se hacen. Y yo le explico que con gusto me quedaría si hubiera qué comer. Pero esta es una zona muy quebrada, no se encuentra ni un pedazo de tierra que sirva para algo. Sólo crecen esos yuyos tristes, llenos de espinas que arañan el viento. Lo demás es pura piedra.

El otro día que andaba mala, tuve que ir donde Octavia, que sabe curarme. Me tardé cuatro horas trepándome a las piedras. Llegué con el último suspiro. Todo eso le vengo diciendo a Relicario, pero no sabe escucharme. Dice que la tierra no se abandona. Que si uno se va, los muertos se quedan sin nombre, y se acaban confundiendo porque ya nadie se les acerca a recordarles ni quiénes eran, ni qué decían, ni qué les gustaba. Hay que llevarles la caña y un poco de sopa, o lo que hayan tenido en vida."

Quebrada, de Mariana Travacio

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¡Forjadores de espadas
acá está la palabra!

Decía Juan R. Jiménez

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Hoy en día, más que nunca, debemos cuidar la palabra escrita con vocación y responsabilidad.

"La cocinera de Frida", de Florencia Etcheves

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"Sus colores, sus risas, su olor; la manera de enojarse, de estar cansada, de llorar; el frío de sus manos al acariciar, el calor de su pecho al abrazar. Todo convertía a Frida en una criatura magnética para cualquier ser que tuviera un corazón latiendo, y eso incluía a las mascotas."


"---Yo sólo tengo un cuerpo. Y una cosa es tener un cuerpo y otra muy distinta es ser bella. Eso también lo tienes que aprender".

"---Todo eso que ves ahí es el artificio de mi mentira más grande. Me inventé un personaje para disimular mi propio ser. Para ser deseable, muchas veces, es imperioso ser otra. Yo soy tehuana para complacer a Diego.

La cocinera de Frida, de Florencia Etcheves

"Como agua para chocolate, de Laura Esquivel

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" Tenía que encontrar una manera, aunque fuera artificial, de provocar un fuego tal que pudiera alumbrar ese camino de regreso a su origen y a Pedro. Se levantó, fue corriendo por el enorme colcha que había tejido noche tras noche de soledad e insomnio y se le echó encima. Con ella cubrió las tres hectáreas que comprendía el rancho en su totalidad. Sacó de su buró la caja de cerillos que John le había regalado. Necesitaba mucho fósforo en el cuerpo."

"Era tan grande y pesada que no cupo dentro del carruaje. Tita se aferró a ella con tal fuerza que no hubo más remedio que llevarla arrastrando como una enorme y caleidocópica cola de novia que alcanza a cubrir un kilómetro completo. Debido a que Tita utilizaba en su colcha cuanto estambre caía en sus manos, sin importarle el color; la colcha mostraba una amalgama de colores, texturas y formas que aparecían y desaparecían como por arte de magia entre la monumental polvareda que levantaba a su paso."

Como agua para chocolate, de Laura Esquivel

"Puerto soledad", de Luján Fraix

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"La tierra tembló y las rocas chocaron unas contra otras. Los sepulcros se abrieron y muchos cuerpos resucitaron de sus cenizas. En el Atlántico Sur, las almas se encontraron para llorar abrazadas.


El soldado protagonista de la guerra tuvo que soportar la barbarie como una patología que le laceraba el corazón y el cuerpo. Se encontraba extraviado sin que nadie se diera cuenta hasta dónde llegaban sus heridas, porque la angustia era interna y llevaba su cruz muy secretamente hasta la entrega. Nunca pudo disipar los enigmas por estar entre el cielo y el tormento. Britania fue, desde mucho antes de conocerla, el bálsamo; sin ella volvió a caer igual que una marioneta a la que le cortan los hilos. Los años pasaron en la nebulosa donde la ficción formaba coloquios con personajes de yeso. A través del caos de un mundo psíquico gris, con la voluntad de atravesar ese transcurrir de los días, Emilio miró siempre su problema hasta que se le terminó la energía.


El tiempo arrasó las horas devoradas por el fuego de los cañones. Nada fue igual porque aparecieron tazas de café vacías, versos sin terminar en libros con polvo, miradas en andenes y ese viaje a estepas heladas. Emilio quiso inmortalizarse por eso soportó su silla de ruedas en aquellas tardes de ocasos frente al océano, resistió las quejas de su tía Roberta y el sometimiento de Laurentino. No intentó matarse porque sabía que tenía que llegar hasta el final de la guerra, hasta cuando se asfixiara y ya no pudiera respirar por el olor a pólvora.


Todos le robaron las esperanzas y clamaron por su destierro: quienes lo dejaron del otro lado, en el lugar de los incapaces, sin voz y sin aire. La marejada lo trajo a perder su poca lozanía en otra contienda, la de los días venideros.

El títere que tía Roberta manejaba no era más que un fantasma agitando los brazos desde su propio barco que se había quedado anclado. Tratar de resucitar era comprometerse con las circunstancias y su responsabilidad, sentir la magnitud que daba la entrega, salvar significaba salvarse.

Dios le dio la oportunidad de rescatar vida de un mundo de muertos con sabiduría cristiana, pero ella era insanable algo así como una inquisidora sin fe.

El refugio de Emilio, tan infante por momentos, se transformó en un crisol hecho de cenizas de huesos, donde los personajes ensayaban sus libretos.


Puerto soledad, de Luján Fraix


"Violeta", de Isabel Allende

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"Caí en el trance, no hay otra explicación para esa fuga del tiempo y del espacio. Es imposible describir la experiencia de esfumarse en el vacío negro del universo, sin el cordón umbilical que nos une a la vida. Nada quedaba, ni presente, ni pasado, y al tiempo yo era parte de todo lo que existe. No puedo decir que era un viaje espiritual, porque también desapareció esa intuición que nos permite creer en el alma. Supongo que fue como morir, y que volveré a sentir eso cuando me llegue la hora del final. Regresé a la conciencia cuando cesó el sonido del tambor."


"Calculo que tendría unos ochenta años, pero es imposible que fuera más joven y estuviera desgastado por el sufrimiento... 

...Ese duelo monumental no le dejó amargura, sino una infinita compasión por la debilidad humana"


Violeta, de Isabel Allende

"La hija del relojero", de Kate Morton

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"Amaneció un día cálido y despejado. La calima de las primeras horas se disipó y al mediodía el cielo era azul intenso y el jardín relucía. Junto al río había una serie de manteles dispuestos a largo de un tramo de orilla con hierba que quedaba bajo dos sauces y las profesoras ya estaban ahí, disfrutando del día. Algunas habían traído grandes sombrillas blancas, mientras que otras llevaban pamelas, y en la sombra, a lo largo de los extremos donde estaba el grupo, colocaron las canastas de mimbre con el banquete del mediodía."


"En tan solo una tarde tuvo la impresión de que el mundo se había inclinado y todo se había caído del centro. Todos los adultos de su vida se habían estropeado, como esos relojes que empezaban a dar mal la hora."


"Hay una herida que nunca se cura en el corazón de una niña abandonada.


"La hija del relojero", de Kate Morton

"Lo mucho que te amé", de Eduardo Sacheri

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"Odio los domingos a la noche. Desde chica. Aunque parezca imposible tienen una luz moribunda más triste que la de los otros días. Y no importan que sean de invierno o de verano. Puede que las del invierno sean peores, porque encima hace frío, y sí o sí al día siguiente hay escuela, o universidad o trabajo..."


"Ninguno de mis días estaba escrito en el día anterior, pero lo que me impacta es que, una vez vivido, cada día antecede y explica, y establece y justifica, y condiciona lo que sucederá después, con los días venideros."


Lo mucho que te amé, de Eduardo Sacheri

Por el camino de los Poetas -Viaje hacia el interior-

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Segunda parte de la novela "Buenas y Santas... Los hijos olvidados"
(Ambas se pueden leer de manera independiente)


EN BUSCA DE LA IDENTIDAD
EN EL SILENCIO SE ENCUENTRAN TODAS LAS RESPUESTAS
¿Y LOS POETAS?

Decidí escribir la segunda parte de “Buenas y Santas” porque me pareció que la protagonista de esta historia Felicitas Sagnier debía tener otra oportunidad, aunque cada novela puede leerse por separado.

En el segundo libro aparecen personajes nuevos y algunos de la anterior novela como Remedios, la criada; Antonio, el capataz; Josefina, la hija, y Jeremías, el criado.

Felicitas viaja a Córdoba-Argentina- en busca de su identidad.
Sufre de asma emocional y piensa que los aires de las montañas le harán bien a los bronquios. Se hospeda en una humilde pensión donde conoce gente que llegará a valorarla más que su familia y eso la alejará del dolor de la injusticia.

Ella siempre fue una hija olvidada por doña Emma, su madre.
Aparece Carmelita, la criada mulata, que lo ilumina todo y su amiga Finita O´Higgins, una mujer de alta sociedad que vive como pobre en la pensión para sentirse acompañada.

Ese lugar, tan desierto, le muestra la otra cara de la verdad, la miseria moral y el arrepentimiento, la mentira y la fe en Dios, el amor y la ternura por los ancianos.
Un niño abandonado frente a una iglesia se transforma en un maestro, en un hombre benevolente, que piensa en los demás antes que en sí mismo. Esa lección con sus valores arraigados le llega al alma a Felicitas, y se da cuenta que es por ese camino por donde debe ir.

Necesita aflojar los hilos del tiempo hasta que lleguen a soltarse… para poder ser ella misma por primera vez y disfrutar de lo que el destino le entregó por ley natural: una hija, una casa de campo bellísima, su carisma e inteligencia muchas veces ignoradas por los otros.
Debe pasar esa prueba para poder acumular fuerzas y dejar de cargar cruces que no le pertenecen. Recuperar lo propio y ser auténticamente feliz.

¿Podrá Felicitas aceptar nuevos retos?
¿Los poetas le devolverán el nombre?

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POR EL CAMINO DE LOS POETAS
-Viaje hacia el interior-

La Liberación

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Gracias  a los lectores por comprar mi libro  "La Liberación" en ebook y sobre todo en tapa blanda y en tapa dura. Es un honor para mí.


Yo creo que esta biografía novelada tiene mucho de atractivo porque las hermanas Brontë fueron y son inolvidables, no solamente por su talento sino también por sus vidas cortas, por al amor al arte y su entrega, por luchar en un mundo de hombres y en un lugar inhóspito donde todo se le presentaba trágico y en contra.


Gracias por tanto. Un abrazo a todos.

La Liberación. Hermanas Brontë

https://a.co/d/5UxM3vo


"Los soles de Santiago", de Viviana Rivero

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El destino del ser humano se vuelve incierto cuando violenta la armonía del universo.

Dos mujeres valientes entrelazan dos momentos históricos, el año 31 a.C. y el año 2055. En esos tiempos tan distantes entre sí, ambas transitan por una misma geografía, que hoy se conoce como el Camino de Santiago, en España.

Es el futuro y las autoridades globales controlan las vidas de las personas. Como parte de un plan sistemático, ya no se ven adultos mayores en las calles: desaparecieron tras las últimas pandemias que azotaron el planeta. Eme perdió a sus padres y está sola, agobiada y sin trabajo. Todo cambia cuando se cruza con Hache, miembro de una organización rebelde que planea un sabotaje en Santiago de Compostela. A fin de infiltrarse sin levantar sospechas, Eme asume la identidad de una peregrina. Mientras avanza por las rutas ancestrales, se ve inmersa en un mundo nuevo, que la conecta con la naturaleza y la espiritualidad. Allí conoce a Orión, con quien vivirá un gran amor, y se adentra en una antiquísima historia vinculada con Las Médulas, mítica mina de oro del Imperio romano, y con Cazue, una mujer perteneciente a la tribu de los astures que libró una dura batalla para recuperar a su hijo robado.

Viviana Rivero vuelve con una novela adictiva y vibrante, que se aventura a la vez en el futuro y en el pasado. Más allá de su cautivadora trama, Los soles de Santiago plantea cuestiones fundamentales acerca del destino peligroso que se cierne sobre el ser humano cuando violenta la armonía del universo.

LOS SOLES DE SANTIAGO,
de Viviana Rivero

Mi libro "Septiembre" en la Feria de "Las Rosas"-Argentina

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Gracias!!!



 Mi libro "Septiembre" (poemas, 2007) participó en la Feria del Libro de "Las Rosas" (ciudad).
Gracias librería "Con aroma a Libro"
Gracias Erika Pikhart.

Retratos literarios: Constance de Luca

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Constance de Luca era la niña bonita.
Le decían Coty porque su madre se llamaba igual.
Su vida, en los años ochenta, era parecida a la de muchas jóvenes de su edad, pero Coty era más madura.

Tenía sueños y también obligaciones, quería ser maestra de niños.
Lo logró porque la llamaron, al poco tiempo de recibirse, del instituto San Francisco del pueblo: un colegio religioso.

Pero... el amor estaba allí, latente, impredecible, soñado.

Y Coty comenzó a lidiar con ese sentimiento; no quería distraerse de sus obligaciones de maestra, no quería rendirse... Sin embargo, lo hizo.

Las presiones familiares la llevaron, sin querer, a un tremendo vacío donde no podía sostenerse. Necesitaba escapar, ser libre, ser otra... Y así fue como despacio fue huyendo de sí misma para convertirse en un ser extraño.

Coty: la bella y amorosa, la dulce, la niña bonita y educada, la joven perfecta, dejó de comer.
La anorexia nerviosa era, por aquellos años, una dolencia desconocida y sus padres no supieron cómo enfrentarla.

Una novela basada en un hecho real con pasajes de ficción y testimonios reales.
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LAS HORAS DE COTY
Vivir con anorexia nerviosa.

Una penumbra más para mi abuela Juana

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Acá mi abuela Juana conmigo en el día de mi bautismo. Tenía seis meses.

La protagonista de mis tantos escritos, la mujer callada que servía a mi abuelo, que no quería que se enoje por nada y que lloraba y lloraba...

Nadie sabía la causa de ese desasosiego que arrastraba por los pasillos helados entre pañoletas y paseos en la capota negra.

Ella ataba el caballo y se iba sola al pueblo. 

Las mujeres de mi familia siempre han tenido su carácter y nunca se han sentido menos frente a un hombre. Fueron y serán ejemplos a seguir, luchadoras, sentimentales, pero sobre todo protagonistas.

Nadie les decía lo que tenían que hacer, nadie las obligaba a nada porque sabían recorrer senderos con la convicción de estar de vuelta de la vida.

Y eran otras épocas...

Otros años; sin embargo, a ellas les quedaba cerca el futuro porque eran adelantadas.
La abuela Juana fue la mujer más cuidada en la ancianidad que yo he conocido: una reina. En su propia casa tenía una empleada por día y las hijas la cuidaban los sábados y domingos. Vivió noventa y siete años y falleció rodeada de vecinas, amigas, nietos y familia rezando rosarios enteros junto a su lecho frente a un velador con pantalla verde.

En las penumbras...

En la iglesia, durante el sepelio, lloraban todas las señoras que la cuidaron con tanto amor que daba emoción.

Fue una elegida...

______Personajes de novela, La abuela Juana, La capota negra, La abuela Melanie, Santas, Jane Austen, Novelas históricas, Biografías, retratos literarios, personajes de novelas, Querida Rosaura.


¿Quién es Emilio Torres?

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¿Quién es Emilio Torres?

Emilio es el protagonista de "Puerto Soledad", mi primera novela. La escribí en 1993, hace tantísimos años.

Un día me pregunté: ¿Yo podría escribir una novela con esfuerzo y dedicación, sin apuro? Y mi respuesta fue "sí".

Y así fue como despacito fui armando la historia de Emilio, un lisiado que se enamora de su cuidadora. En un principio la ficción se desarrollaba bajo esa idea, luego fue cambiando y el Emilio Torres se transformó en un soldado de la guerra de Malvinas porque como me gusta tanto la historia y la investigación pensé que ese detalle sumaba mucho.

Emilio, un soldado de Malvinas, abandonado a su suerte con todo un porvenir por delante se ve entre la prisión de la vida diaria y un futuro impredecible. No sabe cómo manejarse, todo le parece hostil, incluso su familia lo rechaza. 
Y él se aferra a su único amigo...

Todo lo ve gris porque esa guerra está por comenzar.

PUERTO SOLEDAD
-Guerra de Malvinas-1982.


"Fueron los libros los que me hicieron sentir que tal vez no estaba completamente solo".

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Países desde donde se leen mis novelas.
"Fueron los libros los que me hicieron sentir que tal vez no estaba completamente solo".
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"Se fue caminando por la vereda del ferrocarril, cruzó las vías y llegó a la plaza frente a la iglesia. Por esos lugares había visto muchas veces a la mujer de blanco, el brillo de sus ojos, sus trampas, el beso… Ella lo quería mucho, se notaba en sus lejanas caricias, en la forma de amar la sombra y abrazar la risa. Parecía un ánima, pero no le tenía miedo. Podía imaginarla todavía rodeada de felinos sedosos a los que amaba como hijos" (fragmento)
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PERDER EL ALMA.