Junio

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Junio


Junio, tiempo de invierno.

Comenzó el frío, los días grises. Ahora mismo no hay sol y la ventana me muestra la imagen despoblada de una planta que yo amaba... Se la llevó el calor del verano, ¡tan ardiente!

Hoy hay otra luz aunque no alumbre, pero me quedan las huellas y la nostalgia. Las plantas, las mías sobre todo, son personas que me hablan a través de esa savia.

Mi gato Lolo está sobre un sweater rojo en el sillón, se cansó de correr aburrido por toda la casa. Se lleva mal con Suri. Es que aquella ya tiene como diez años y está cansada de mirarlo con los ojos cerrados mientras él hace tonterías.

Amo los animales.
Ellos abrigan cuando hace frío, responden con los ojos, consuelan tu llanto.
En este otoño cercano al invierno me persiguen los fantasmas interiores, el lápiz y el papel, las injusticias de algunas personas y los gestos de cariño de otras.

Hay que entender este mundo de contradicciones para no decaer del todo, hay que sostenerse con el amor que vive en las cosas simples y que nos da, sin pedirlo, sus magias atemporales.

Feliz mes de Junio
Hasta el próximo Julio.
---------------------------Sostener la esperanza con poco o con lo que hay... basta con recuperar el sol.

ALUEN. La colonización de la Patagonia argentina. Los indios tehuelches.

 


Aluen, en la iglesia, caminaba de un lado a otro con Timo en los brazos. Lo apretujaba tanto al pobre gato que la terminó mordiendo. Igual era amor del bueno. Pedro estaba por regresar para llevarla a la casa que había comprado. Ella no quería irse de la parroquia, le parecía que volvería el niño de un momento para el otro y quería estar presente. Alejarse de allí era como abandonarlo. Lo sentía así. No tenía consuelo. El padre Hilario se hallaba dando la misa de las seis de la tarde.

En el sermón habló de la dignidad y del respeto que los hombres de bien le deben a la mujer: madre, esposa, hermana… Aluen lo escuchó y un escalofrío le recorrió el cuerpo pensando en Leiva y sus abusos. Esos atropellos le habían dejado huellas profundas que se transformaban en traumas y en situaciones no resueltas. Igual no era momento para pensar en violaciones a la condición humana sino en recuperar a su hijo que estaría sufriendo lejos de ella.

“Un brujo”, pensó.

Se sentó en el camastro y miró el horizonte por el ventanuco: la Patagonia agreste y solitaria en contra del viento, y en otras latitudes el llanto de aquellos que tenían que padecer las carencias, los quebrantos, la usurpación y el desprecio.  Los grandes espacios, esos que traían aire a los pulmones, la llenaban de vida y por eso en los momentos duros solía escapar sin rumbo fijo para caer en cualquier sitio sin miedo y con resignación. Esa misma resignación que le cambiaba la cabeza, las ideas y hasta los sentimientos.

El dolor permite madurar, pero también reinventa a las personas.

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ALUEN
La colonización de la Patagonia argentina.
Los indios tehuelches.
*
-------------------Patagonia rebelde, patagonia trágica.

Enrique VIII y sus esposas

 


La Nodriza esclava
Dinastía Tudor
-1510-

Este libro lo escribí en el año 2000, hace mucho tiempo y sin embargo me parece que fue ayer.
Recuerdo que en la mesa del comedor coloqué libros de consulta, de historia, otros de temas ocultos y paranormales... Quería saber sobre esa época que me apasionaba.
--------------------❤
Yo siempre elijo una ficción, la armo en mi cabeza, sobre todo el principio porque después el mismo relato me va llevando para otro lado, totalmente impensado. Luego busco un período de la historia, que me apasione por supuesto, y allí trato de entrelazar los hechos, en comunidad completa con los personajes reales.
¿A quién no le interesó alguna vez saber el porqué de la crueldad de Enrique VIII?
¿Y sus esposas?

**Catalina de Aragón: esposa traicionada.
**Ana Bolena: la tentadora.
**Juana Seymour: la buena mujer.
**Ana de Cléves: la hermana fea.
**Catalina Howard: la muchacha mala.
**Catalina Parr: la figura materna.

----------Divorciada, decapitada, muerta... divorciada, decapitada, muerta... ése es el ritmo que sigue el orden de las esposas de Enrique VIII. En ese tiempo las mujeres eran tratadas como una simple moneda de cambio entre las distintas monarquías para crear pactos diplomáticos o estrategias.



En la escena, ya de por sí fantasmal y complicada, aparece una aldeana Isabel Law que desea trabajar para el rey como nodriza. Lo cierto, es que las reinas perdían a sus criaturas recién nacidas y ella esperaba... ¡Serás nodriza de un varón! sentenciaba el rey, pero el niño no llegaba.

¿Y los fantasmas de la Torre de Londres?
¿Y los Resucitados del  Viernes Santo?

Isabel huía de un encapuchado que la seguía por las colinas y le temía a la Inquisición porque pecaba. Era rebelde como Juana de Arco a quien admiraba...

---------------Esta novela está dedicada a mi madre Nydia quien falleció en el 2003. Yo le había puesto el título: "Memoria de los ausentes" y ella, como leía todo lo que yo escribía, me dijo: ¿Es un homenaje porque me voy a ir? Entonces, le cambié el nombre. Aunque ya no pudo leerla...
Hoy se cumplen 20 años de su partida y llueve mucho, mucho...

INGLATERRA.
REINADO DE ENRIQUE VIII.
LAS SEIS ESPOSAS, SUS EJECUCIONES Y LOS FANTASMAS DE LA TORRE DE LONDRES.

Isabel Law era una mujer que dedicó su vida a la familia Tudor; hija de labriegos, desde muy jovencita trabajó para el rey. Ella luchó por sacar a la intemperie sus miedos ante la Inquisición y vio de cerca cada sacrificio. Sabía que la muerte la buscaba, a pesar de que cantaba en los templos y llevaba una cruz sobre su pecho, en épocas en que el gobierno tenía problemas con la Iglesia Romana, en el reinado de Eduardo Vl y el calvinismo o de Isabel l y el anglicanismo.

Isabel estaba en continuo enlace con las brujas y las estacas. Traía a Hampton Court a todo tipo de videntes y se embriagaba con las oraciones de la Biblia; sin embargo, tenía miedo a los acontecimientos imprevistos que acarreaba el siglo XVl con verdugos, herejes, diablos y santos que se “coronaban” frente a ella con sus vestiduras púrpuras.

Isabel Law fue esclava, pecadora, nodriza-madre, y asesina pero lo hizo en defensa propia por eso no hubo censura. En muchas ocasiones, ella veía esqueletos en el armazón de la rueda, decapitados, muertes en la hoguera, libertinaje sexual en la corte, hombres con capucha y destral. No hablaba de las tumbas escondidas, del foso cubierto de cadáveres, de los ancianos vaciados del viernes Santo, de los encorvados y dementes. Esos seres la amarraban a una cárcel en llamas para evocar el sacrificio de Juana de Arco, la santa guerrera, y saciar el hambre de ser patriota y defender los ideales.

Cuando la “muerte negra” azotó las viejas murallas, y tras la muerte de Isabel l en 1603, la nodriza, muy anciana, escuchó un silencio de sepulcro que la dejó ciega y sorda. Todas las personas que la quisieron o que la odiaron, los fantasmas, los enanos y deformes, los labriegos y artesanos de la aldea… habían desaparecido. Aquella ausencia de carruajes, de risas infantiles, de copos de nieve y querubines, del rey y sus borlas doradas, de los escribientes y las gitanas… la dejó inerme, contra una pared de formas inquietantes pero sin voces.

El mutismo lleno de memoria le recordaba la soledad y la quietud era una mortaja de condenado. Nunca creyó que iba a tener que vivir sin ellos.
In Pace.

"No pido riquezas, ni esperanzas, ni amor, ni un amigo que me comprenda; todo lo que pido es el cielo sobre mí y un camino a mis pies" Robert Louis Stevenson

 

EMILY, ANNE Y CHARLOTTE BRONTË
-1855-

BIOGRAFÍA NOVELADA

Sallie Deam es una escritora principiante que va a Haworth, la rectoría, donde vive Charlotte Brontë quien se acaba de casar. Sallie quiere escribir una biografía sobre las hermanas y recurre a ella, la única de las tres, que permanece en Yorkshire y que se ha salvado de morir.

Este breve libro es un ida y vuelta, a corazón abierto, un intercambio de sentimientos y de recuerdos, el resumen de las obras maravillosas de las hermanas Brontë y sus carencias, miedos y pasiones.

Cada una mostrará su perfil a través de la palabra de Charlotte, que intentará perpetuar la vida que se les negó...







Una biografía mirada desde el alma

Las hermanas que querían amar y ser amadas.




La Liberación
Hermanas Brontë
----------------Ahora también en tapa dura.

Los siete dones

 


Bernarda se hallaba entre las matas del patio tratando de podar un pequeño arbusto que le tapaba los alelíes. Había plantado, por orden de doña Dolores, todo tipo de flores contra el muro para cubrirlo y poder tener una vista colorida en primavera.

Milagros, apesadumbrada por la pelea con su madre, se sentó en la galería con una taza en las manos y se puso a observar los movimientos de Bernarda.

El día estaba gris. Milagros había pensado en volver al campo, pero era muy pronto. La discusión con su madre frenaba un poco el deseo de salir corriendo a buscar a Julián. Pensaba hacerlo por las calles de Buenos Aires, frente a la casa de los Guerrero o frente a la iglesia. En algún lugar debía estar nuevamente pidiendo limosnas, como un mendigo cansado que no tenía porvenir, ni sueños.

La lluvia comenzó a caer, despacio, melancólica, con el mismo ritmo y su olor a tierra, invadiendo los sentidos y buscando donde dormirse para soñar despierta con lo imposible.

−¡Llueve, Bernarda! –le gritó.

−Bajo el laurel no me mojo.

−Eres porfiada. Deja eso para mañana.

Bernarda parecía un trasto viejo con el delantal alborotado y la pollera recogida en un nudo lateral para que no le molestase mientras se ocupaba de las plantas de doña Dolores.

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LOS SIETE DONES
Ella eligió perdonar...
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LA SOBERBIA DE LOS OTROS LE ROBÓ LA INOCENCIA.


Desde muy pequeña Milagros Correa Viale frecuentaba las mansiones de los acaudalados estancieros y hombres de negocios de la antigua Buenos Aires de 1870. Siempre acompañada por su padre: el militar Aurelio Correa Viale, hombre autoritario y rígido que no dejaba treguas o espacios libres a las damas de la familia.

Milagros presenció los acuerdos matrimoniales de muchachas con caballeros maduros, como el caso de Felicitas Guerrero: su breve relación, la muerte de sus hijos, y su trágico final.
Felicitas, considerada la mujer más bella de la Argentina.

En esa jaula, Milagros intento resistir…
Luchó por lo que consideraba correcto: sus ideales, la rebeldía, el deseo de ayudar a Julián, un vagabundo, y de clamar por la justicia para ella y para los demás. Así arriesgó hasta lo que no tenía por la libertad, mientras otros, extraños o no, la humillaban y se encargaban de colocar las cosas en su lugar.

La vida la sorprendió y tuvo que esconderse en los claustros del templo de San Andrés. Con ese presente, enfrentó a la sociedad de la época. Ser libre era su prioridad.

¿Quién tuvo el coraje para enfrentar a don Aurelio Correa Viale, el poderoso militar?
¿Era el mismo sorprendió a Milagros aquella tarde en “Las Acacias”?

A veces, el enemigo es quien te muestra la mejor sonrisa.

Licia. Hermana mía

 


Rosalie, madre de Celine, era una mujer simple que entendía cuáles eran sus deberes de esposa y de progenitora. Se preocupaba por sus hijos, especialmente por la pequeña que siempre buscaba refugio como un pájaro herido bajo sus alas. Ella dejaba escapar su corazón para que se perdiera como el humo entre la espesura de las alamedas. Era consciente de su dispersión porque algo la preocupaba: su embarazo. Aquellos nueve meses de espera fueron confusos porque se sentía extremadamente frágil y extraña como si un batallón de vidas le estuviera bebiendo su sangre. El peso del cuerpo le perforaba el alma y no podía entender a qué se debía tanto desconcierto. Su cabeza, pesada, solía vaciarse de entendimiento y cuando reaccionaba escuchaba voces de niñas que la arrullaban igual que palomas azucaradas. Luego oía que corrían y saltaban felices en un jardín alpino, rodeadas de placeres y de dicha. Un sueño que la despojaba de razonamientos lógicos. ¿Eran alucinaciones febriles? No lo sabía.

Su realidad era Celine, la niña buena que la miraba incrédula desde su cama de hierro con demasiada curiosidad o con el propósito de reprenderla. La pequeña ya sabía lo que su madre pensaba y lo atesoraba en su memoria para después…

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LICIA. Hermana mía.
La Revolución francesa
-1790-
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Corazones rojos

 


El hastío de los hospitales a veces se parece a las estaciones de trenes: bullicio, corridas, gente apurada y con furia, poca paciencia, ruido de hierros, ascensores que bajan y suben.  Cambian con el olor a cloro, a formol, y a medicinas, a encierro y flores secas, a despedidas injustas y desgarradoras.

Las enfermeras cerraron la puerta y el silencio se volvió grito de amor y renuncia. Ella, envuelta en un manto de nubes copiosas y propensas a la lluvia, abrió los ojos. Miró la puerta, el techo, la ventana cerrada que parecía una cárcel con sus barrotes negros o una tumba sin flores. No reconocía el lugar. Quiso mover una mano, pero la sentía débil como sus brazos y piernas. La cama, ese pequeño rectángulo, aprisionaba sus huesos y tenía la triste sensación de que se hallaba en un ataúd de madera de paraíso, lejos del mundo y de la vida, cautiva del mutismo más aterrador y de la soledad sin retornos.

Pensó que eso era la muerte y se desilusionó…
No la imaginaba así sino como algo bello por donde se podría deslizar su cuerpo liviano y etéreo, un pájaro de alas enormes que se enfrentaba al viento y a las borrascas, que podía desafiar a una naturaleza enemiga y a los sueños más deseados. Ver a otros seres en la infinitud, rozarlos con la punta de los dedos o abrazarlos con la energía de las llamas: madre, padre, tíos, hermanos… ¿hijos?

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LOS DÍAS SEMEJANTES
Por los caminos de agua...

Los días semejantes. Por los caminos de agua...

 

Caminos de agua

Magia en los cuencos
de la noche,
cuando la luna
entre monosílabos
muestra sus ojos invisibles
y vuelve
en un sol religioso,
con pétalos del trópico,
a elegir
su camino de espejos
entre sus pétalos dormidos.

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LOS DÍAS SEMEJANTES
Por los caminos de agua...
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La niña de tus ojos

 


Amelie agitaba sus manitas con la intención de juntar el sol entre sus dedos. Cada día estaba más bella y se parecía a su progenitora: una mujer especial, sufrida, transparente, como una hoja de papel. Rebeca imaginaba que aquellos ojos grises la miraban desde algún lugar y la hacían sentir una ladrona, alguien que había sido despiadada. Era una sensación espantosa que ella misma se encargaba de disipar porque en verdad así no habían sido los hechos, pero…

¿Quién es la persona que puede someter a juicio a un condenado? No existe.

Rebeca sabía que había hecho lo único que, en ese momento tan drástico, era posible. Renunciar a Amelie era como negar la vida. Ella la tomó así como Dios se la daba: despojada, libre, pura y misericordiosa.

‒¡Ya llegamos a casa!‒gritó eufórico el tío Arthur.

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LA ÚLTIMA MUJER
-1912-
Un naufragio
El baúl de perlas.
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"Un verdadero espíritu de rebeldía es aquel que busca la felicidad en esta vida" Henrik Johan Ibsen

 


En medio de la noche, Felicitas creyó oír la voz de un moribundo. Se envolvió con una cofia, especie de ropón con capucha, y quiso salir del cuarto. Una luz que pasaba por las rendijas de su puerta le dio temor, pero se tranquilizó al escuchar los pasos de Bernardino y su voz que se mezclaba a lo lejos con el relincho de los caballos. Bajó los escalones y salió a la oscuridad. Necesitaba hablar con Antonio. La puerta estaba abierta, la empujó. El capataz dormía con la cabeza inclinada sobre una butaca; su mano había dejado caer la pluma y un papel.

“Debe estar cansado, pensó.

El papel decía: Querida… Su corazón palpitó y sus pies se clavaron en el suelo pero al mismo tiempo le pareció mejor dejarlo dormir. La horrible realidad no debía perturbarlo porque era sólo de ella. Huyó por el jardín al oír unos pasos. Sentía los efectos de un profundo dolor y de aquello que nos hace creer que los pensamientos están grabados en la frente. Al darse cuenta, por fin, de la fría desnudez de su casa, Felicitas se sintió pobre. El rancho de Antonio tenía lo que le faltaba a cada ladrillo de su lujosa estancia.

La joven había temblado cerca de él, apenas pudo tenerse sobre sus piernas cuando llegó a aquel cuarto.

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BUENAS Y SANTAS...
Los hijos olvidados
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La Trama del Adiós.


 

Se fue para el cuarto de servicio para tratar de descansar la mente pues esos demonios interiores estaban siempre alertando los silencios y tenían voz y formas inquietantes. En el sueño, vio a la mujer de las botitas blancas y sus ojos llenos de lágrimas. No la conocía pero algo de ella le llegaba al corazón. Tal vez estaba muerta. Él le dijo:

−No debes querer a nadie que va a morir pronto.

El tiempo nos quita muchas cosas y cuando más amamos, más perdemos. Tenemos que renunciar para ser libres, morir para que otro tenga vida −le contestó ella como desdibujada por un velo.

Salvador se despertó bruscamente y, con melancolía, miró la hora. El mundo para él era gris, y pronto llovería sobre su cuerpo. Lo sabía. Se hallaba a la intemperie.

A la mañana, Dolores le comentó que quería poner un negocio porque tenía la necesidad de hacer algo: estaba aburrida.

−No seas egoísta, te pido por favor. Nunca me apoyas en nada porque piensas que soy una inútil. ¿Hasta cuándo me vas a boicotear las ideas?

−Nada, mujer, está bien.

−¡Magnífico!

Tenerla lejos era lo mejor que le podía pasar a Salvador; aunque sentía que ella lo manipulaba no podía hacer otra cosa. No quería discutir más. La vida a fuerza de golpes le había enseñado mucho, cada cual tenía su propia idea de la moral y de lo que impone la sociedad.

*

LA TRAMA DEL ADIÓS
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Tierras perdidas

 


Seguramente, Magdalena y Agustín tendrían que ayudarlas a mantener los capitales porque eran muy ineptas para lidiar con los chacareros bruscos y sobre todo “hombres” que, según ellas, querían conquistarlas. Ése era el dilema más atroz: transitar entre las matas de pasto, reconocer cada una de las hectáreas, saber administrar el dinero con el pudor y el aislamiento que sentían frente a la desprotección. Un padre demasiado posesivo las había convertido en niñas perpetuas, sin experiencia, sin interés por las cuestiones rurales, frívolas y poco sentimentales. Lo cierto era que no tenían a quién darle órdenes y entonces se refugiaban en los cuartos para mirar las historias. Era como si la muerte de los padres las hubiera sumergido en un letargo donde el sello más importante lo ponía la opinión de los demás. Cada palabra era una nueva conquista de lo inútil; el capricho también resultaba inagotable.

-Deben buscar los papeles para comenzar a hacer la sucesión que va a llevar tiempo y dinero -les dijo Agustín al verlas tan apáticas.

Las hermanas no sabían cómo se encaraba una sucesión, qué era, con quién tenían que hablar…

-Ve tú con esos problemas, nosotras tenemos que rezar nuestros rosarios e ir al cementerio. Papá debe estar enojado…

-¡Por Dios! Asomen la cabeza al mundo que se les va a venir encima. Es obligación hacer la papelería para que cada uno tenga lo suyo.

-Eso es lo que tú quieres, quitarnos lo que es nuestro -dijo Catalina que se paseaba en enaguas con un vaso de agua con limón.
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QUERIDA ROSAURA
¿Cuánto dura el amor?
La eternidad
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Los ángeles azules


 


−Para el que sufre no existen los tiempos. Puede ser verano o invierno, noche o día; el dolor cala hondo cada trozo de piel y hay que disfrazarse −sabes−, colocarse el traje de luces como los payasos y reír con lágrimas hasta que el cuerpo no pueda más. Luego te vas a dormir y peleas con las sábanas, cuentas ovejas, para un lado y para el otro. La mente teje y desteje. Rezas una oración, le hablas al ser amado, le pides ayuda, y crees ver una luz que se mueve, una respuesta. Sólo crees y eso alimenta tu deseo de levantarte al otro día para vestirte con el mismo traje. Caminas pasos agigantados entre la melancolía y la desconfianza, te entregas a los demás porque quieres que sean felices, pero nadie piensa en ti y en la cruz que cargas. Nadie te pregunta si necesitas algo o si estás bien porque te ven fuerte, omnipotente, con la vida solucionada. ¿Qué más puedes pedir si lo tienes todo? Se olvidan. Prefieren ir por el camino más corto, se alejan si te ven triste. Tú, solamente tú, eres dueño de tus silencios y de las lágrimas que derramas en soledad. Afuera está la vida que con su frivolidad es sorda y ciega ante los necesitados. Mejor no hablar porque hay que ser valiente para quedarse solo, como mi hermano que no se guarda nada y culpa al resto de su infortunio. A él no le importa, pero a mí sí y es por eso que nunca me vas a ver débil y quejándome de mis dolores, ni físicos ni de los otros. Nadie tiene la culpa de los vacíos existenciales y de las tragedias, nosotros vamos marcando, con nuestros pasos, el destino que es matemático y exacto.

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"No vemos a los ángeles; pero en las avenidas oscuras de la angustia se acercan y nos llaman. Se parecen a ellos las personas queridas y no son sino ángeles los seres que nos aman" Pedro Bonifacio Palacios (Almafuerte)

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LOS DÍAS SEMEJANTES
Por los caminos de agua...
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Los días semejantes. Por los caminos de agua...

 


SINOPSIS
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MI PADRE, TU PADRE

¿CÓMO ENFRENTAR UNA SITUACIÓN LÍMITE?

 

Historia basada en hechos reales.

La autora narra a manera de ficción  el caso de Juliane Margaret Beate Koepcke, una joven que viajaba en un avión desde Lima a Pucallpa, en Perú, el 24 de diciembre de 1971 y que, por una tormenta, cae en la selva del Amazonas. Ella sobrevive y lucha por salir de esa jungla enemiga por sus propios medios.

A partir de esa conmovedora experiencia de vida, cuenta otra historia con el mismo eje central y distintos personajes que van sumando sensaciones, enigmas, sentimientos encontrados, sueños y esperanzas.

La lucha por la vida por encima de todo y el amor por la vocación unen a dos mujeres inolvidables en un viaje impredecible, donde son víctimas  del egoísmo, de la cobardía, de la irracionalidad y del amor posesivo de sus respectivos padres que sufren las pérdidas con lo que eso implica: uno pasivo, el otro activo y una tía que se sobrepone a los vacíos para ayudar, para estar en los momentos difíciles y para sanar los cuerpos y las almas de quienes quedaron de este lado del camino.

Dos familias, una vida, el doble proceso de interpretación del mundo a través de la exaltación de los deseos, las alegrías, los misterios, la traición y la muerte como espejo frente a la realidad de estas jóvenes con un destino marcado.

Aparecen las diferencias de clases y los desajustes emocionales tendientes a la reflexión y al examen de los principios buscando la claridad sobre sí misma.

¿Hanna pudo escapar de la selva amazónica ilesa?

¿Y aquellas voces? ¿Eran las ánimas que desde tiempos pretéritos habitaban los senderos enemigos o eran los sobrevivientes que pedían ayuda desesperados?

 

Se necesita coraje para volar alto, con la vida entre las manos y la muerte en la espalda. El río, sus mensajes, esos caminos de agua, los espíritus y las creencias.

Siempre hay un atajo por donde caminan los ángeles.

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LOS DÍAS SEMEJANTES
Por los caminos de agua...
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Libro que participa en el Premio Literario de Amazon 2023.

El gato negro

 


 El cura salió corriendo como si hubiera visto al mismo Satanás. Letizia se levantó despacio de la mecedora con el crucifijo, recogió el gato que dormitaba a sus pies y se recluyó en las oscuridades. ¿Qué había visto o escuchado el religioso que lo llevó a huir de esa manera? Tal vez, conocimientos paranormales, la metamorfosis de una mujer simple o la locura; quizá la habría reconocido, pero nadie sabía de su ríspido itinerario ni siquiera ella misma porque era una persona sin pasado.

Los inquilinos desconfiaban de sus actitudes pero la respetaban porque así lo quería Socorro que era la dueña.

-¿Sabe de dónde viene?

-No importa, déjala en paz porque no molesta a nadie.

-Es que parece un ánima; usted le vio los ojos hundidos y fijos, la piel alba y su cuerpo anémico.

-Mujer, no es un muerto.

-Pues… se parece mucho, señora.

Socorro por primera vez sintió un temblor en sus piernas que la hizo apoyarse en la columna del alero.

-Lleva un gato negro, ¿la vio?

-Ese gato es de Manuel, el vecino de enfrente que lo maltrata entonces el pobre animal viene a buscar refugio y comida a la pensión. No me hagas asustar, mujer, que no soy de hierro.

-Yo que usted averiguaría, no dormiría de noche, llevaría un fusil, llamaría a algún exorcista, rociaría con agua bendita los rincones…

-¡Basta ve a hacer los trabajos!

Socorro se hallaba fuera de sí; trataba de no escuchar los comentarios de su amiga pero, en el fondo, sentía cierto escozor cada vez que la miraba a Letizia moverse por el cuarto o atender a los ingenuos que se acercaban a pedir medicinas para sus males.

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EL SILENCIOSO GRITO DE MANUELA
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La nodriza esclava

 


Catalina de Aragón subió a un carruaje; iba vestida con un traje de armiño, regalo de Enrique. Ya tenía más de treinta años y su aspecto, tan bello en su juventud, dejaba traslucir el sufrimiento de una vida castigada por el infortunio. A pesar de eso, seguía siendo la soberana culta y digna, la humanista ferviente y la religiosa que dedicaba su tiempo a hacer caridad con los necesitados.

Isabel Law la quería muchísimo y sospechaba que esa bondadosa mujer iba a ser humillada una vez más. Cuando la vio partir, se marchó por el pasillo espejado de estatuas y cuadros de Sandro Boticcelli hasta el ventanal que daba a la parte frontal de la residencia. Isabel miró el paisaje, las casas de ladrillo de fachadas altas y estrechas que se conservaban desde hacía siglos. Siguió su camino sin importarle la magnificencia del lugar y el respeto que debía tener pues, a menudo, se notaba su impertinencia. Cuando pasó frente a una de las habitaciones de las damas, escuchó ruidos y vio que la puerta estaba entreabierta. Se aproximó… Enrique VIII estaba rendido ante los encantos de una de las señoritas de la corte de pelo oscuro y mirar de lince.

Era la primavera de 1526, el rey se enamoró de Ana Bolena y de sus ojos negros.

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La nodriza esclava
Dinastía Tudor
-1510-
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