LICIA. Hermana mía
Alizee sabía de gramática y de verbos
irregulares, de matemáticas y de los sueños cuando el día parece noche dentro
del alma. Conocía los ruidos de las calles solitarias, decía que el viento
lloraba por las rendijas de las puertas; escuchaba, de lejos, los cascos de los
caballos que pasaban arrastrando los pesados coches, se inquietaba con el
crujido de los muebles y el sonido del péndulo del reloj. Era bella con sus
ojos como luceros pero algo, que no podía manejar y que no entendía, la llevaba
a buscar, a caminar delante de sus propios pasos. Amaba, era cariñosa, abrazaba
con empatía los hombros doloridos de la señorita Louise que no conocía otra
vida. Su existencia entera empezaba y terminaba en Alizee: el regalo del Supremo.
Su risa, sus manos, aquel primer día, la fantasía y el amor eran un solo
universo. ¿Podía pedir más?
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-----------Pasión por la Historia: María Antonieta, Versalles, Trianon, La Revolución francesa, la ejecución, María Teresa de Austria, las leyendas.
¡Qué hermoso y delicado texto! Te admiro, Luján.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hermoso retazo de tu novela que tiene que ser magnífica.Besicos
ResponderEliminarGenial fragmento te mando un beso
ResponderEliminarMuy lindo querida Luján. Besos.
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