Tu sillón vacío
Camila
miró por la ventana como lo hacía siempre todas las mañanas. El cielo estaba
gris, aún faltaba para la primavera.
Agosto es el mes de los
vientos, en agosto se van los viejos… solían decir.
Los
carruajes particulares eran arrastrados por yeguas y caballos de raza, de pelo
satinado y reluciente. Uno de ellos solía merodear la casona una vez por mes y
se detenía unos minutos para continuar al rato con paso cansino.
‒Señora,
don Asencio le pide que vaya a verlo ‒le dijo Trinidad con voz suave como
apesadumbrada y temiendo ser oída por alguien.
‒¿Cómo
no se fue a hacer las visitas de todos los días? ‒preguntó Camila con asombro y
luego se arrepintió. Nadie sabía que dormían en aposentos separados, aunque era
demasiado obvio por la distancia que existía entre ellos. Las criadas, de todas
formas, preferían callar por discreción‒. Ya voy.
Cuando
abrió la puerta del cuarto, lo encontró sumido en una oscuridad sepulcral. La
manta de vicuña le tapaba los ojos y se notaba su palidez. Al incorporarse,
mostró la arrogancia de su porte que se reflejaba en la entereza de su alma.
Defendía la verdad y podía decir con orgullo que nunca había mentido. Era
impetuoso, resuelto, intransigente, en la defensa de su honor. Honrado hasta la
médula, llevaba su culto a la virtud detrás de su hombría de bien. Amaba a
Camila pero había cometido el error de aceptar el trato de no molestarla con
requerimientos amorosos.
‒No
me siento bien.
‒¿Qué
tienes? ‒preguntó Camila preocupada.
Él, al ser médico, conocía a la perfección las dolencias peligrosas y eso era peor que si hubiera vivido en la ignorancia como muchos.
**
Mejor sola...
Obras de Marcus Stone
La liberación. Hermanas Brontë
Claude Monet, "Mujeres en el jardín"
Café de Hansen. Buenos Aires y sus tiempos viejos
−De la vida; soy muy observador, de ti, de mí…
−Me gusta como habla, mi niño Conrado. Un poco “picaflor”, pero de gran corazón. Lo quiero mucho, sabe.
−Yo también, querida. Ahora ve a hacer tus cosas y por la comida no te preocupes.
−Está bien, gracias.
Tomasa se quedó sola y sonrió. Conrado era un joven tan positivo que le levantaba el ánimo. Pensó en la gente. Si toda fuera así, con ese lado esperanzador y alegre, sería un gozo para quienes están en la penumbra y se sienten ahogados por la medianoche de los años.
“Mujeres que ha perdido su sombra,
Mujeres que harán sombra en otro sitio.”
Gloria Casañas.
**
CAFÉ DE HANSEN
¡Feliz día del Niño!
Las horas de Coty
La impenitente caminante de Haworth
Gracias España por tu lectura y por tu huella, gracias por valorar la escritura y la vida de estas talentosas autoras.
Y elegirlas...
porque ya forman parte del inventario de los grandes. Yo, en este caso, soy una simple intermediaria. Alguien que decidió estudiar un poco para transmitir al menos, como pude, lo inmensas que fueron las Hermanas Brontë, a quienes admiro profundamente desde que era una adolescente o menos.
Ellas vivieron en un páramo y en ese lugar inhóspito fueron cobrando vida como autoras, con espontaneidad, con pérdidas, con frío...
Emily (Cumbres Borrascosas) es mi preferida. Tal vez, por su timidez y soledad, pero también por la valentía de escribir una historia tan intensa que su imaginación llevó a lo más alto de sus aciertos.
Para Emily esos parajes se convirtieron en una prolongación de sí misma, sólo allí supo vivir, y por ellos sintió una pasión primitiva, esencial, que se reflejaba en su obra. La impenitente caminante que conocía como nadie los lugares que circundaban la aldea de Haworth, esa muchacha delgada y de adustos modales eternamente replegada sobre sí misma, levantó de cada terrón de tierra, de cada gota de lluvia, de los matorrales y del viento huidizo de Yorkshire a los personajes de Cumbres Borrascosas.
La Liberación
Hermanas Brontë
-------------Biografía novelada escrita en 2022.
Colección Novelas Eternas
Retratos literarios: Genoveva del Campo
Emilia, desgarrada por dentro, impotente ante la sonrisa de satisfacción de Genoveva del Campo, optó por esconderse del oprobio y de la falta de vergüenza. Era demasiado para su pobre corazón. Tal vez, eran sólo sospechas. No tenía certezas, pero el rostro de Genoveva demostraba sarcasmo. Todo lo que una buena dama no debía ser, pero no se daban cuenta. ¡Eran tan ilusos!
La abuela francesa en Autores Editores
Una nueva versión de "La abuela francesa" (en papel solamente)
Digo versión por la portada porque el contenido es el mismo, sólo que la he publicado por AUTORES EDITORES.
Es un sitio parecido a Amazon en América que me permite poder adquirir mis propios libros. Por Amazon no puedo...
Me encanta tener esta posibilidad, una más, para poder llegar a los lectores ya que los pueden comprar desde cualquier país.
El precio lo ponen ellos.
Me ha facilitado poder participar en Ferias y en algunas librerías; eso ya es demasiado, otro paso más de los tantos que he dado en toda mi vida.
Ya no me queda nada por hacer, pero continúo porque si el camino no existe lo invento.
Abrazos.
AUTORES EDITORES