Maestros
EL ARTE ANTIGUO Y MEDIEVAL
Ptolomeo XIII-de célebre dinastía- tras declararse enemigo de Julio Cesar fue destruido y reemplazado por su hermana. El tiempo se encargó de llevar la rigidez propia de los vasallos y homicidas; ella, diosa y fascinante, recorrió los perfiles de sus juegos con códigos exactos. Creyó en su inmortalidad como en un juego que todo lo dictaminaba y se burló de la reina Nefertiti y de su adoración a Amón (Dios-Sol). Escuchó a los guerreros del Asia Menor avanzar con sus caballos y armas de hierro, pero ella sólo vigiló su pintura de esclava de su clase.
Nefertiti
Cleopatra se casó con un héroe romano, hombre de batallas que vestía túnica de lino de anchas mangas con orlas teñidas. En los días de mayor solemnidad, se mostraban al pueblo en medio de su más brillante pompa. Los escribas conocían los secretos de los hemisferios y eran acompañados por súbditos armados con látigos y azotes.
Mientras el carpintero serruchaba las tablas y el marmolero pulía los cofres con utensilios del Neolítico, los reyes entraron en conflicto con Octavio Augusto en el combate de Accio. Los romanos invadieron territorios y sintieron la reverberación de la sangre que les brotaba como un manantial. La reina comenzó a aprender de memoria su defensa ante Osiris y el Supremo Tribunal...
Los esposos decidieron poner fin a la tortura del destierro; se amaban y prepararon su descanso eterno. Vieron, de lejos, el látigo de las tres correhuelas y el cayado del pastor: insignias del poder real en la parte superior de los sarcófagos.
¿Cleopatra se suicidó mordida por una serpiente venenosa?
Nadie sabía en aquellas épocas de las leyendas en las aguas del Nilo y que los ojos felinos pintados con antimonio quedarían grabados en la memoria a manera de seducción atemporal. La belleza en todas sus formas, el poder de la pasión por sus creencias y costumbres, la personalidad arrolladora de una mujer inmortal. Cleopatra imaginada con todos los rostros pero con el mismo misterio, tan ardiente como pasional, entregada a la conquista y al cuerpo como obsequio.
Continuará
Elizabeth Taylor
***
Luján Fraix
Ensayo sobre Historia del Arte
2009