"Canción de Navidad", de Charles Dickens

 


Jacob Marley y Ebenezer Scrooge habían sido socios en la administración de una casa de cambios.

Una noche de Navidad, falleció Marley y quedó Scrooge como único heredero, administrador y albacea de todo lo que habían acumulado durante años.

La acción comienza exactamente siete años después…

Cuando todos preparan la celebración de una nueva Navidad, Scrooge la considera una tontería que no reporta beneficios: niega la ayuda que dos señores le solicitan para una obra de beneficencia, rechaza la invitación a compartir en casa de su sobrino la alegría de la fiesta, y con fastidio acepta que su amanuense Cratchit tenga un día libre. De malas ganas cierra su oficina, cena en la taberna de costumbre y luego va a acostarse en sus habitaciones, las mismas que su antiguo socio había ocupado en un barrio de Londres.

Allí se le aparece el espectro de Marley, que con remordimiento arrastra unas cadenas en castigo por no haberse mezclado nunca con sus semejantes, como no fuera por asuntos de negocios. Advierte a Scrooge que va en camino de sufrir la misma suerte, y le informa que tendrá una sola oportunidad para evitarlo: recibir a tres espíritus que lo visitarán.

Efectivamente, estos llegan uno a uno.

El primero, un anciano con extraña figura en forma de niño, se presenta como el espíritu de la Navidad pasada. Luego de comunicarle que procura su felicidad, su salvación−para lo cual es necesario que Scrooge se convierta−, lo transporta a antiguas Navidades, en las cuales Ebenezer va reconociéndose como un niño interno en un colegio, como un aprendiz en el taller del señor Fezziwig, como novio de una joven de la cual se separa por ser ella pobre y haber contraído él mismo el afán de lucro, como avaro comerciante que oye que su socio está a punto de morir…

El segundo espíritu, un gigante, es el de la Navidad presente. Lleva a Scrooge−quien ya siente algunos síntomas de cambio interior−a disfrutar de la Navidad en la modesta casa del amanuense, cuyo hijo Tiny Tim es lisiado; a una familia de mineros; a un faro; a un barco; a la casa de su sobrino; a hospitales y cárceles; a lugares en que niños que son víctimas de la ignorancia y de la miseria hacen pensar en la necesidad de que se les permita estar felices y contentos de su suerte.

El último espíritu, alto y majestuoso, cuya presencia infundía temor, era el de la Navidad futura. Con él Scrooge entró a la Bolsa, donde se comentaba la muerte de un hombre muy rico y solitario; a un barrio oscuro de la ciudad donde ya algunos vendían objetos que habían pertenecido al difunto; a la casa de un deudor; cuya familia sufre por las cuantiosas deudas contraídas con él; a su propio despacho, en el que otra persona ocupa su lugar, y al cementerio donde ve su tumba.

Scrooge, que ya sospechaba ser el difunto, pidió angustiosamente una oportunidad para reparar el curso de su vida. Con tal fin, se aferró a la mano del espectro, cuya figura fue alternándose hasta transformarse en… el barrote de la cama del cual el avaro estaba asido.

Se levantó feliz, muy grabadas en su memoria las lecciones de los tres espíritus y salió a la calle, donde se celebraba la Navidad. ¡Los espíritus habían realizado en una sola noche su obra de transformación!

Entregó el óbolo que se le había solicitado para las obras de beneficencia, visitó a su sobrino, aumentó el sueldo al amanuense y se convirtió en padre para su hijo.

Desde entonces fue un patrón generoso y un amigo devoto. No tuvo más entrevistas con los espíritus, pero supo compartir con los demás en tal forma que, según se decía, nadie supo nunca festejar como él la Navidad.


 Canción de Navidad, de Charles Dickens

❤❤



Les dejo, por si algún lector le interesa,
mis dos versiones de Navidad.
Cuentos simples, algunos melancólicos, otros didácticos, 
que tienen que ver con la amistad, con los sueños, con la vida y la soledad.
Y con aquello que yo repito siempre:
cada uno vive su propia Navidad.

Abrazos y felicidades.
(Amazon)


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