"La institutriz", de Gabriela Margall
"Se fueron acercando a los pasillos, desde el lado prohibido de la casa. Hicieron vibrar los vidrios de las ventanas. Retumbaron contra las paredes. Eran las voces más extrañas y espantosas que Elizabeth jamás había escuchado. Eran gritos afinados, voces femeninas moduladas en alaridos armoniosos que entonaban una especie de canción sin palabras y sin música."
"No era que la familia se desintegrara, era que uno se iba de a pedacitos con ellos."
"Ser parte de algo efervescente, embriagador, algo libre de ataduras era tan seductor, sobre todo para alguien como ella, sin familia, dueña sólo de sí misma".
La institutriz, de Gabriela Margall
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