Manuela y su cuarto oscuro


Manuela divagaba porque no podía ocultar el idilio que tenía con su amada hija pero tampoco deseaba cruzar la reja porque sus huesos arrojaban frío. Sabía que en el fondo de la sombra estaba la tempestad, un demonio que no entendía de bendiciones y con quien tenía que luchar hasta dejar la última gota de sangre. Por momentos, creía ser tan omnipotente como Dios pero luego caía en el silencio que da la incertidumbre con su oleada de presagios. Ella era la niña que necesitaba abrigo porque el espejo no tenía cara para enfrentar sus arrugas.

Julián seguía respirando a través de sus hijas y nietas porque aunque Rocío y Encarnación estuvieran muertas él sentía que estaban presentes. Las amaba tanto que hubiera dado la vida por ellas. Damián también era su refugio para enlazar historias aunque debía reprimir sus impulsos y ocultar las lágrimas porque el joven, de quince años, sufría desde tiempos pretéritos anorexia nerviosa crónica que dejaba casi desnudas sus entrañas.
-Abuelo, háblame de mi madre-le preguntaba a Julián que entornaba los ojos y colocaba las manos en forma de cruz sobre el pecho.
-Dile a Manuela, vamos anda…

-No, cuéntame de ella. (fragmento)

De---El silencioso GRITO de MANUELA

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Publico estas direcciones porque me preguntan siempre. Muchas gracias por estar.
❤❤❤

9 comentarios:

  1. Siempre nos interesa lo que escribes, la historia de Manuela nos intriga. Abrazos

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  2. Uy siempre me dejas sorprendida por la profundidad de tus personajes te mando un beso

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  3. Bella historia la de Manuela.....un gusto leerte....saludos

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    1. Gracias Sandra por venir a mi sitio querida amiga de tanto tiempo. Un placer. Besos

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  4. Hay varias coincidencias en tus escritos : primero Barbastro donde viví y luego Damián que así se llama mi marido.Besicos

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