Las horas de Coty
COM
Por
la mañana salió a las diez, bajó por la calle Guénégaud y recorrió los muelles.
Con paso lento, siguió el Sena desde el albergue hasta el Jardín des Plantes.
Ese recorrido le daba paz. Contemplaba el agua y se detenía para ver pasar los
cargamentos de madera que bajaban por el río. A veces, permanecía aburrido, con
los ojos fijos en el vacío y el pensamiento perdido.
Berthe
lo recibía con un gato atigrado en los brazos.
Benjamín
lo acariciaba y recordaba a Salvador y a Dalí en aquella cueva salpicada con
sangre una y mil veces. Ella lo contemplaba demasiado, lo veía débil y decaído.
Sabía que soñaba con la vida de artista que no llegaba y quería ayudarlo. Como
no se podían comunicar por el lenguaje porque ninguno entendía el idioma del
otro, ella le escribió en un papel: Montmartre.
Benjamín
sonrió y esa alegría contagió a Berthe que sintió que podían llegar a
entenderse sin voz, más allá de un idioma o del otro, con la mirada; sin
embargo, él tenía otros planes.
Muchas
veces, cuando regresaba de su itinerario, la encontraba dentro de la pieza
semidesnuda posando como para que él la pintara. A Benjamín eso no le atraía
mucho. Berthe había confundido todo.
−No,
no –le decía con señas y le acercaba la ropa para que se vistiera. Ella estaba
entregada y quería ser su musa, pero Benjamín, más turbado que nunca, percibía
que su mundo se desbarrancaba y que aquella mujer no era real e intentaba
devorarlo como un animal en celo.
La
ayudó a salir y cerró la puerta con doble llave.
Miró a un costado los cuadros de Emiliano; era lo único que le importaba y se aferraba a ellos como tabla de salvación.
**
Enero 2025
COM
Siempre soñé con tener una casa frente al mar, abrir el ventanal y sentir la brisa, el perfume... la vida y también la Paz, la que tanto necesito.
A mí no me gusta viajar porque siempre digo que si me voy no vuelvo. No me gusta mi "pueblo" y le digo pueblo porque nunca tuvo nada para ofrecerme. Siempre, desde adolescente, tuve que viajar a otros sitios para estudiar, para luchar por mi vocación, para compartir: lecturas, tertulias, presentaciones de libros, charlas, reuniones...
Y ahora?
Me enfermé de tanta batalla.
Desde que escribía cuentos con tapitas de cartón hasta agosto de 2024 nunca paré, jamás me detuve, siempre en la búsqueda de llegar a algún lugar. ¡ Qué equivocada estaba!
La vida está en otra parte, no en las redes sociales.
Encontré tanta hipocresía como gestos verdaderos, pero me fui desvaneciendo. Yo sabía que iba a llegar el momento, lo sentía... Tanto esperar, la indiferencia del otro lado, a veces la crueldad y otras la falsa sonrisa. No puedo negar que encontré cariño, gente anónima que me compró mis libros (y los sigue comprando a pesar de mi ausencia), palabras de consuelo, gente que se ha preocupado... Gracias a todas esas almas.
Quizá pueda volver, pero tendré que hacerlo de manera pausada y no entrar en esa vorágine tóxica porque es la muerte misma.
Les dejo todo mi cariño y un 2025 lleno de salud, paz interior y amor.
Gracias por seguirme siempre.
(Disculpen, pero no me dejen mensajes porque no voy a poder responderles. Mil perdones)
"El silencioso grito de Manuela", de Luján Fraix
COM

La vecina, de vez en cuando, asomaba
su cara por el vidrio a través de la cortina para mirar a “
-Eh… tú -solía gritarle, molesta al
ver el cuerpo rígido de Letizia y sus ojos absortos observando el techo. Ella
no le contestaba porque no la escuchaba; su mente no hilvanaba frases ni
pensamientos coherentes.
-¡Socorro!, parece muerta, llame a
la policía.
El silencioso grito de Manuela, de Luján Fraix
"El amor molesto", de Elena Ferrante
COM
" Tenía la impresión de que mi madre se estaba llevando también los lugares, incluso los nombres de las calles. Miraba mi imagen y la de mis hermanas en el cristal, entre las coronas de flores, como una foto tomada con poca luz, inútil en el futuro para la memoria. Me anclaba con la suela de los zapatos al adoquinado de la plaza, aislaba el olor de las flores acomodadas en el coche que llegaba ya viciado."
"En el rostro de los viejos es difícil descubrir las facciones que tuvieron de jóvenes."
"Me sentía helada a pesar del aire sofocante, de invernadero o de catacumbas."
El amor molesto, de Elena Ferrante
"La institutriz", de Gabriela Margall
COM
"Canción de Navidad", de Charles Dickens
COM
Jacob
Marley y Ebenezer Scrooge habían sido socios en la administración de una casa
de cambios.
Una
noche de Navidad, falleció Marley y quedó Scrooge como único heredero,
administrador y albacea de todo lo que habían acumulado durante años.
La
acción comienza exactamente siete años después…
Cuando
todos preparan la celebración de una nueva Navidad, Scrooge la considera una
tontería que no reporta beneficios: niega la ayuda que dos señores le solicitan
para una obra de beneficencia, rechaza la invitación a compartir en casa de su
sobrino la alegría de la fiesta, y con fastidio acepta que su amanuense
Cratchit tenga un día libre. De malas ganas cierra su oficina, cena en la
taberna de costumbre y luego va a acostarse en sus habitaciones, las mismas que
su antiguo socio había ocupado en un barrio de Londres.
Allí
se le aparece el espectro de Marley, que con remordimiento arrastra unas
cadenas en castigo por no haberse mezclado nunca con sus semejantes, como no
fuera por asuntos de negocios. Advierte a Scrooge que va en camino de sufrir la
misma suerte, y le informa que tendrá una sola oportunidad para evitarlo:
recibir a tres espíritus que lo visitarán.
Efectivamente,
estos llegan uno a uno.
El
primero, un anciano con extraña figura en forma de niño, se presenta como el espíritu de la Navidad pasada. Luego
de comunicarle que procura su felicidad, su salvación−para lo cual es necesario
que Scrooge se convierta−, lo transporta a antiguas Navidades, en las cuales
Ebenezer va reconociéndose como un niño interno en un colegio, como un aprendiz
en el taller del señor Fezziwig, como novio de una joven de la cual se separa
por ser ella pobre y haber contraído él mismo el afán de lucro, como avaro
comerciante que oye que su socio está a punto de morir…
El
segundo espíritu, un gigante, es el de la
Navidad presente. Lleva a Scrooge−quien ya siente algunos síntomas de
cambio interior−a disfrutar de la Navidad en la modesta casa del amanuense,
cuyo hijo Tiny Tim es lisiado; a una familia de mineros; a un faro; a un barco;
a la casa de su sobrino; a hospitales y cárceles; a lugares en que niños que
son víctimas de la ignorancia y de la miseria hacen pensar en la necesidad de
que se les permita estar felices y contentos de su suerte.
El
último espíritu, alto y majestuoso, cuya presencia infundía temor, era el de la Navidad futura. Con él Scrooge entró
a la Bolsa, donde se comentaba la muerte de un hombre muy rico y solitario; a
un barrio oscuro de la ciudad donde ya algunos vendían objetos que habían
pertenecido al difunto; a la casa de un deudor; cuya familia sufre por las
cuantiosas deudas contraídas con él; a su propio despacho, en el que otra
persona ocupa su lugar, y al cementerio donde ve su tumba.
Scrooge,
que ya sospechaba ser el difunto, pidió angustiosamente una oportunidad para
reparar el curso de su vida. Con tal fin, se aferró a la mano del espectro,
cuya figura fue alternándose hasta transformarse en… el barrote de la cama del
cual el avaro estaba asido.
Se
levantó feliz, muy grabadas en su memoria las lecciones de los tres espíritus y
salió a la calle, donde se celebraba la Navidad. ¡Los espíritus habían
realizado en una sola noche su obra de transformación!
Entregó
el óbolo que se le había solicitado para las obras de beneficencia, visitó a su
sobrino, aumentó el sueldo al amanuense y se convirtió en padre para su hijo.
Desde
entonces fue un patrón generoso y un amigo devoto. No tuvo más entrevistas con
los espíritus, pero supo compartir con los demás en tal forma que, según se
decía, nadie supo nunca festejar como él la Navidad.
❤❤
"Cien años de soledad", de Gabriel García Márquez
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"El Hacedor", de Jorge L. Borges
COM
"La nodriza esclava", de Luján Fraix

Era la primavera de 1526, el rey se enamoró de Ana Bolena y de sus ojos negros.
Isabel sintió vergüenza y huyó por la escalera aterciopelada; pensó que aquello no era un espejismo. Frente al portal, abrazada a las imágenes aladas que surgían desde los lirios, cayó rendida por un sopor letal que afectó su raciocinio. Sumergida en el ilusorio tiempo de lo sobrenatural, con una congoja parecida a la herida de un puñal, se desmayó de súbito.
Al amanecer, el mundo la encontró fría rodeada de un hielo rocoso y atrapada por insectos y murciélagos. Un gallardo caballero la levantó del piso. Isabel se apartó bruscamente de ese hombre porque estaba en falta. Todo la hacía sentir culpable porque no podía resistir el roce de una mano masculina que no fuera la de Auguste; experimentaba sensaciones extrañas en su cuerpo como si estuviera cometiendo el más terrible pecado.
Enrique se acercó para recibir a Jacobo IV de Escocia. Isabel salió corriendo rumbo a la casa; pensó en la noche que él habría pasado con esa mujer y se estremeció porque creyó que, quizá, el rey la habría visto observando desde la puerta.
La nodriza esclava, de Luján Fraix
(Gracias Estados Unidos y Reino Unido por la compra y las lecturas)
"Catedrales", de Claudia Piñeiro
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"La llave de Sarah", de Tatiana de Rosnay
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" Había algo adulto en la mirada solemne de sus ojos color avellana, en el modo pensativo en que levantaba la barbilla. Siempre había sido así, desde muy pequeña. Serena y madura; a veces demasiado madura para su edad."
"Después de la redada, enviaron a Drancy a los judíos sin hijos. Drancy se hallaba cerca de París, mientras que los otros campos estaban a más de una hora, perdidos en mitad de la tranquila campiña de Loiret. Fue aquí donde la policía francesa separó a los niños de sus padres sin que nadie se enterara."
"La verdad es más dura que la ignorancia."
La llave de Sarah, de Tatiana de Rosnay
"Las herederas de la Singer", de Ana Lena Rivera
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" La vida se convirtió en una sucesión de días tristes, con su madre diciéndole todo lo que hacía mal en las interminables horas que pasaban cosiendo juntas y con dos hermanos que, lejos de suponer un alivio, sólo le daban trabajo pues, como correspondía en aquella época, era ella la que les lavaba la ropa, les preparaba la comida y limpiaba lo que ensuciaban."
"Roberto fue el gran amor de Florita, el más puro, el más intenso, y el único incondicional. Se llevó con él el corazón de su madre para mantenerlo a salvo, que a base de amor del bueno quedó convencida de que con los hombres era mejor ser querida que querer. Por eso, Florita pasó el resto de su vida dejándose querer."
"Las cosas que pasan más desapercibidas son las que se hacen a la luz del día."
Las herederas de la Singer, de Ana Lena Rivera