Tertulias de la abuela: el amor
Hoy voy a compartir el té como todos los martes
con el amor,
un sentimiento único
que nos moviliza a todos.
Quién no recuerda algún amor:
el primero, el último...
Aquel que idealizamos, el perfecto,
el que nos movilizaba tanto
y que también nos derrumbaba...
El desencanto...
frente al trémulo deseo del alma
de volar
para mirarnos en unos ojos.
Algún amor que brota como un rayo de fuego
e ilumina el corazón con rimas oro.
Algún amor que no quiere nacer todavía
y soñamos... todo el tiempo, mucho tiempo...
Frente al mar la barca no regresa
y los años pasan...
cautivos de sueños imborrables
que nos obligan a olvidar
cuando el olvido no existe.
Sentimos el hielo del invierno
abrazando nuestro cuerpo,
cuando la hechicera llama
se confunde entre cielo y el trueno.
Somos frágiles frente a los sentimientos
que no podemos manejar,
porque el amor nos sensibiliza demasiado.
Entonces...
nos quedamos esperando el alba
entre décadas pobladas de silencios,
con la convicción de que somos nosotros
quienes debemos dar nuestros primeros pasos
en busca del destino,
pero no nos animamos a caminar...
Alguien vendrá a buscarnos
si nos quedamos inmóviles a la vera de los tiempos?
Y TÚ ERAS...
Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras el refugio de mis lágrimas
en el despertar abrupto de las horas;
sueño infinito y prodigioso
poblado de sonidos y de ánimas.
Desde el fondo de ti y arrodillada
yo te miraba,
como quien ve la gran sabiduría
desde un espejo dormido y reclinado.
Y tú, hombre,
tirado entre los brazos de los sueños,
evocabas regiones de pasadizos sin final
frente a los mares y las piedras;
entre las olas de tus ojos confundidos.
Y el amor venía al sentirte tan lejano,
en aquel océano de súbitas campanas
tan azul, grande y venerado
que se disolvía como un ramo de sal entre mis manos.
Y tú eras ese milagro
que llegó a mi vida,
y me cubrió de fuego, de humo,
de silencio, de oro, de ceniza...
Y allí quedó esparcido el nuevo día.
Luján 2013