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miércoles, 16 de enero de 2019

Paula, de Isabel Allende





En diciembre de 1991 mi hija Paula cayó enferma de gravedad 
y poco después entró en coma. 
Estas páginas fueron escritas durante horas interminables 
en los pasillos de un hospital de Madrid 
y en un cuarto de hotel, donde viví varios meses. 
También junto a su cama, en nuestra casa en California,
 en el verano y el otoño de 1992.

Isabel Allende


Paula y su madre Isabel Allende


"Comenzó a elevarse y yo subí también colgada de la tela de su vestido. Escuché de nuevo la voz de la Memé: No puedes ir con ella, ha bebido la porción de la muerte... Pero me impulsé con mis últimas fuerzas y logré aferrarme de su mano, dispuesta a no soltarla, y al llegar arriba vi abrirse el techo y salimos juntas. Afuera amanecía, el cielo estaba pintado con brochazos de oro y el paisaje extendido a nuestros pies refulgía recién lavado por la lluvia. Volamos sobre los valles y cerros y descendimos por fin en el bosque de las antiguas secoyas, donde la brisa soplaba entre las ramas y un pájaro atrevido desafiaba al invierno con su canto solitario. Paula me señaló el arroyo, vi rosas frescas tiradas en la orilla y un polvo blanco de huesos calcinados en el fondo y oí la música de millares de voces susurrando entre los árboles. Sentí que me sumergía en esa agua fresca y supe que el viaje a través del dolor terminaba en un vacío absoluto. Al diluirme tuve la revelación de que ese vacío está lleno de todo lo que contiene el universo. Es nada y es todo a la vez. Luz sacramental y oscuridad insondable. Soy el vacío, soy todo lo que existe, estoy en cada hoja del bosque, en cada gota de rocío, en cada partícula de ceniza que el agua arrastra, soy Paula y también soy yo misma, soy nada y todo lo demás en esta vida y en otras vidas, inmortal."

Adiós, Paula, mujer.
Bienvenida, Paula, espíritu.

Fragmento de la novela "Paula" de Isabel Allende.