Azul de lluvia, azul de infancia

 


En los años de mi infancia, el personaje principal era la lluvia que caía como un diluvio sobre los techos de la casa colonial. Desde los cielos hacia la tierra. Era poesía.

Caminaba con paso firme saltando “charcos” de agua cuando iba a la escuela. A veces, llovía meses enteros, años enteros… en mi imaginación.

La lluvia caía en hilos, eran lágrimas de vidrio que se rompían frente al cristal de mi habitación donde dormía en aquellas noches con su arrullo de paloma. Llegaban esas gotas en olas transparentes y cada casa era una nave en aquel mar de invierno.

Los paraguas se los llevaba el viento. No me gustaba ponerme un impermeable y me mojaba… Veía a mis amigas con los calcetines empapados y el pelo desgarrado en cascadas de luz que dejaba estelas en el piso. La lluvia de la niñez era del color de los poetas.

Azul de lluvia, azul de infancia.

Tengo los ojos cansados de tantos abrazos de abuelos, porque los veo recorrer los patios de uvas y ciruelas, de jazmines y rosas. Son ellos que me hablan para decirme que vuelva a visitar los campos de trigo, a abrigar los gatos en la casa de los peones, a escuchar las palabras del molino de viento… Son ellos que me besan con los recuerdos en medio del sueño porque me aman, lo sé… Por eso me pongo el sombrero y me voy por el camino viejo a esperar que llueva para dormirme.


Mi infancia son zapatos mojados, troncos rotos
caídos en la selva, devorados por las lianas
y escarabajos, dulces días sobre la avena,
y la barba dorada de mi padre saliendo
hacia la majestad de los ferrocarriles…”
 
Pablo Neruda


Azul de lluvia. Cuentos para niños mágicos.