Las horas de Coty

27
lunes,
de
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COM

 

Montmartre (Francia)



Por la mañana salió a las diez, bajó por la calle Guénégaud y recorrió los muelles. Con paso lento, siguió el Sena desde el albergue hasta el Jardín des Plantes. Ese recorrido le daba paz. Contemplaba el agua y se detenía para ver pasar los cargamentos de madera que bajaban por el río. A veces, permanecía aburrido, con los ojos fijos en el vacío y el pensamiento perdido.

Berthe lo recibía con un gato atigrado en los brazos.

Benjamín lo acariciaba y recordaba a Salvador y a Dalí en aquella cueva salpicada con sangre una y mil veces. Ella lo contemplaba demasiado, lo veía débil y decaído. Sabía que soñaba con la vida de artista que no llegaba y quería ayudarlo. Como no se podían comunicar por el lenguaje porque ninguno entendía el idioma del otro, ella le escribió en un papel: Montmartre.

Benjamín sonrió y esa alegría contagió a Berthe que sintió que podían llegar a entenderse sin voz, más allá de un idioma o del otro, con la mirada; sin embargo, él tenía otros planes.

Muchas veces, cuando regresaba de su itinerario, la encontraba dentro de la pieza semidesnuda posando como para que él la pintara. A Benjamín eso no le atraía mucho. Berthe había confundido todo.

−No, no –le decía con señas y le acercaba la ropa para que se vistiera. Ella estaba entregada y quería ser su musa, pero Benjamín, más turbado que nunca, percibía que su mundo se desbarrancaba y que aquella mujer no era real e intentaba devorarlo como un animal en celo.

La ayudó a salir y cerró la puerta con doble llave.

Miró a un costado los cuadros de Emiliano; era lo único que le importaba y se aferraba a ellos como tabla de salvación.

**

Las horas de Coty
-Vivir con anorexia nerviosa-

Enero 2025

9
jueves,
de
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Siempre soñé con tener una casa frente al mar, abrir el ventanal y sentir la brisa, el perfume... la vida y también la Paz, la que tanto necesito.

A mí no me gusta viajar porque siempre digo que si me voy no vuelvo. No me gusta mi "pueblo" y le digo pueblo porque nunca tuvo nada para ofrecerme. Siempre, desde adolescente, tuve que viajar a otros sitios para estudiar, para luchar por mi vocación, para compartir: lecturas, tertulias, presentaciones de libros, charlas, reuniones...

Y ahora?

Me enfermé de tanta batalla.

Desde que escribía cuentos con tapitas de cartón hasta agosto de 2024 nunca paré, jamás me detuve, siempre en la búsqueda de llegar a algún lugar. ¡ Qué equivocada estaba! 

La vida está en otra parte, no en las redes sociales.

Encontré tanta hipocresía como gestos verdaderos, pero me fui desvaneciendo. Yo sabía que iba a llegar el momento, lo sentía... Tanto esperar, la indiferencia del otro lado, a veces la crueldad y otras la falsa sonrisa. No puedo negar que encontré cariño, gente anónima que me compró mis libros (y los sigue comprando a pesar de mi ausencia), palabras de consuelo, gente que se ha preocupado... Gracias a todas esas almas.

Quizá pueda volver, pero tendré que hacerlo de manera pausada y no entrar en esa vorágine tóxica porque es la muerte misma.

Les dejo todo mi cariño y un 2025 lleno de salud, paz interior y amor.

Gracias por seguirme siempre. 

(Disculpen, pero no me dejen mensajes porque no voy a poder responderles. Mil perdones)


"El silencioso grito de Manuela", de Luján Fraix

28
sábado,
de
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Arropada sobre un bolsón de campo y sofocada por el polvo y la locura, Letizia, en el cuarto, permanecía mirando el techo. Sentía frío y esa soledad que viene desde dentro, por las carencias. No sabía cómo había llegado hasta ese sitio ni con qué dinero había pagado el primer mes de alquiler. A diferencia de lo que Manuela creía, su hija estaba viva pero con la salud quebrantada y con una imagen entre distraída y perversa que la transformaba en una persona de cuidado; sin embargo, su abrumadora tristeza la llevaba al abandono total. Ya no se preguntaba qué pasaría en el futuro; ella era un combatiente que mostraba las cicatrices como galardones. En la visión incongruente que tenía con la vida, el tiempo era un cadáver al que le realizarían la autopsia de manera rápida y obligada.

La vecina, de vez en cuando, asomaba su cara por el vidrio a través de la cortina para mirar a “La Nueva” como la llamaba ella.

-Eh… tú -solía gritarle, molesta al ver el cuerpo rígido de Letizia y sus ojos absortos observando el techo. Ella no le contestaba porque no la escuchaba; su mente no hilvanaba frases ni pensamientos coherentes.

-¡Socorro!, parece muerta, llame a la policía.


El silencioso grito de Manuela, de Luján Fraix


"El amor molesto", de Elena Ferrante

19
jueves,
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" Tenía la impresión de que mi madre se estaba llevando también los lugares, incluso los nombres de las calles. Miraba mi imagen y la de mis hermanas en el cristal, entre las coronas de flores, como una foto tomada con poca luz, inútil en el futuro para la memoria. Me anclaba con la suela de los zapatos al adoquinado de la plaza, aislaba el olor de las flores acomodadas en el coche que llegaba ya viciado." 


"En el rostro de los viejos es difícil descubrir las facciones que tuvieron de jóvenes."

"Me sentía helada a pesar del aire sofocante, de invernadero o de catacumbas."


El amor molesto, de Elena Ferrante

"La institutriz", de Gabriela Margall

14
sábado,
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"Se fueron acercando a los pasillos, desde el lado prohibido de la casa. Hicieron vibrar los vidrios de las ventanas. Retumbaron contra las paredes. Eran las voces más extrañas y espantosas que Elizabeth jamás había escuchado. Eran gritos afinados, voces femeninas moduladas en alaridos armoniosos que entonaban una especie de canción sin palabras y sin música."

"No era que la familia se desintegrara, era que uno se iba de a pedacitos con ellos."

"Ser parte de algo efervescente, embriagador, algo libre de ataduras era tan seductor, sobre todo para alguien como ella, sin familia, dueña sólo de sí misma".

La institutriz, de Gabriela Margall

"Canción de Navidad", de Charles Dickens

13
viernes,
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Jacob Marley y Ebenezer Scrooge habían sido socios en la administración de una casa de cambios.

Una noche de Navidad, falleció Marley y quedó Scrooge como único heredero, administrador y albacea de todo lo que habían acumulado durante años.

La acción comienza exactamente siete años después…

Cuando todos preparan la celebración de una nueva Navidad, Scrooge la considera una tontería que no reporta beneficios: niega la ayuda que dos señores le solicitan para una obra de beneficencia, rechaza la invitación a compartir en casa de su sobrino la alegría de la fiesta, y con fastidio acepta que su amanuense Cratchit tenga un día libre. De malas ganas cierra su oficina, cena en la taberna de costumbre y luego va a acostarse en sus habitaciones, las mismas que su antiguo socio había ocupado en un barrio de Londres.

Allí se le aparece el espectro de Marley, que con remordimiento arrastra unas cadenas en castigo por no haberse mezclado nunca con sus semejantes, como no fuera por asuntos de negocios. Advierte a Scrooge que va en camino de sufrir la misma suerte, y le informa que tendrá una sola oportunidad para evitarlo: recibir a tres espíritus que lo visitarán.

Efectivamente, estos llegan uno a uno.

El primero, un anciano con extraña figura en forma de niño, se presenta como el espíritu de la Navidad pasada. Luego de comunicarle que procura su felicidad, su salvación−para lo cual es necesario que Scrooge se convierta−, lo transporta a antiguas Navidades, en las cuales Ebenezer va reconociéndose como un niño interno en un colegio, como un aprendiz en el taller del señor Fezziwig, como novio de una joven de la cual se separa por ser ella pobre y haber contraído él mismo el afán de lucro, como avaro comerciante que oye que su socio está a punto de morir…

El segundo espíritu, un gigante, es el de la Navidad presente. Lleva a Scrooge−quien ya siente algunos síntomas de cambio interior−a disfrutar de la Navidad en la modesta casa del amanuense, cuyo hijo Tiny Tim es lisiado; a una familia de mineros; a un faro; a un barco; a la casa de su sobrino; a hospitales y cárceles; a lugares en que niños que son víctimas de la ignorancia y de la miseria hacen pensar en la necesidad de que se les permita estar felices y contentos de su suerte.

El último espíritu, alto y majestuoso, cuya presencia infundía temor, era el de la Navidad futura. Con él Scrooge entró a la Bolsa, donde se comentaba la muerte de un hombre muy rico y solitario; a un barrio oscuro de la ciudad donde ya algunos vendían objetos que habían pertenecido al difunto; a la casa de un deudor; cuya familia sufre por las cuantiosas deudas contraídas con él; a su propio despacho, en el que otra persona ocupa su lugar, y al cementerio donde ve su tumba.

Scrooge, que ya sospechaba ser el difunto, pidió angustiosamente una oportunidad para reparar el curso de su vida. Con tal fin, se aferró a la mano del espectro, cuya figura fue alternándose hasta transformarse en… el barrote de la cama del cual el avaro estaba asido.

Se levantó feliz, muy grabadas en su memoria las lecciones de los tres espíritus y salió a la calle, donde se celebraba la Navidad. ¡Los espíritus habían realizado en una sola noche su obra de transformación!

Entregó el óbolo que se le había solicitado para las obras de beneficencia, visitó a su sobrino, aumentó el sueldo al amanuense y se convirtió en padre para su hijo.

Desde entonces fue un patrón generoso y un amigo devoto. No tuvo más entrevistas con los espíritus, pero supo compartir con los demás en tal forma que, según se decía, nadie supo nunca festejar como él la Navidad.


 Canción de Navidad, de Charles Dickens

❤❤



Les dejo, por si algún lector le interesa,
mis dos versiones de Navidad.
Cuentos simples, algunos melancólicos, otros didácticos, 
que tienen que ver con la amistad, con los sueños, con la vida y la soledad.
Y con aquello que yo repito siempre:
cada uno vive su propia Navidad.

Abrazos y felicidades.
(Amazon)


"Cien años de soledad", de Gabriel García Márquez

8
domingo,
de
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" Úrsula tuvo que hacer un gran esfuerzo para cumplir su promesa de morirse cuando escampara. Las ráfagas de lucidez que eran tan escasas durante la lluvia, se hicieron más frecuentes a partir de agosto, cuando empezó a soplar el viento árido que sofocaba los rosales y petrificaba los pantanos, y que acabo por esparcir sobre Macondo el polvo abrasante que cubrió para siempre los oxidados techos de zinc y los almendros centenarios. Úrsula lloró de lástima al descubrir que por más de tres años había quedado para juguete de los niños. Se lavó la cara pintorreteada, se quitó de encima las tiras de colorines, las lagartijas y los sapos resecos y las camándulas y antiguos collares de árabes que le habían colgado por todo el cuerpo."

"Vieron a través de la ventana que ya estaba cayendo una llovizna de minúsculas flores amarillas. Cayeron toda la noche sobre el pueblo en una tormenta silenciosa y cubrieron los techos y atascaron las puertas, y sofocaron a los animales que durmieron a la intemperie. Tantas flores cayeron del cielo que las calles amanecieron tapizadas de una colcha compacta, y tuvieron que despejarlas con palas y rastrillos para que pudiera pasar el entierro"

Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez
(Ya comienza la serie, falta poquito. No se pierdan estas grandes obras)

"El Hacedor", de Jorge L. Borges

7
sábado,
de
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"Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara."

"Cuando yo esté guardado en La Recoleta, en una casa de color ceniciento provista de flores secas y de talismanes, continuarán su terco trabajo, hasta que los modere la corrupción. Ellos, y la barba en mi cara".

"Decirse adiós es negar la separación, es decir: hoy jugamos a separarnos pero nos veremos mañana. Los hombres inventaron el adiós porque se saben de algún modo inmortales, aunque se juzguen contingentes y efímeros."

El Hacedor, de Jorge L. Borges

"La nodriza esclava", de Luján Fraix

0
COM

 


Era la primavera de 1526, el rey se enamoró de Ana Bolena y de sus ojos negros.

Isabel sintió vergüenza y huyó por la escalera aterciopelada; pensó que aquello no era un espejismo. Frente al portal, abrazada a las imágenes aladas que surgían desde los lirios, cayó rendida por un sopor letal que afectó su raciocinio. Sumergida en el ilusorio tiempo de lo sobrenatural, con una congoja parecida a la herida de un puñal, se desmayó de súbito.

Al amanecer, el mundo la encontró fría rodeada de un hielo rocoso y atrapada por insectos y murciélagos. Un gallardo caballero la levantó del piso. Isabel se apartó bruscamente de ese hombre porque estaba en falta. Todo la hacía sentir culpable porque no podía resistir el roce de una mano masculina que no fuera la de Auguste; experimentaba sensaciones extrañas en su cuerpo como si estuviera cometiendo el más terrible pecado.

Enrique se acercó para recibir a Jacobo IV de Escocia. Isabel salió corriendo rumbo a la casa; pensó en la noche que él habría pasado con esa mujer y se estremeció porque creyó que, quizá, el rey la habría visto observando desde la puerta.


La nodriza esclava, de Luján Fraix

(Gracias Estados Unidos y Reino Unido por la compra y las lecturas)

 


"Catedrales", de Claudia Piñeiro

4
miércoles,
de
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" Hacer lo posible para que el olvido no venza al deseo de que la memoria perdure.
Aún amnésica, evocar o fingir."

"No sé por qué mis padres no tuvieron más hijos. Cuando les preguntaba decían: "porque Dios así lo quiso". Y evitaban otra respuesta. Por mi condición de hijo único, no tuve con quien compartir la intensidad desmedida de nuestra relación. Temían exageradamente que me pudiera pasar algo, siempre, ante cualquier circunstancia. Ellos nunca iban a permitir que me fuera de la casa familiar sin su consentimiento, no importaba que ya hubiera alcanzado la mayoría de edad".

" Es un chico muy sensible. Y a veces la gente demasiado sensible camina por una cornisa muy fina entre las realidad y sus pensamientos."

Catedrales, de Claudia Piñeiro

"La llave de Sarah", de Tatiana de Rosnay

30
sábado,
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" Había algo adulto en la mirada solemne de sus ojos color avellana, en el modo pensativo en que levantaba la barbilla. Siempre había sido así, desde muy pequeña. Serena y madura; a veces demasiado madura para su edad."


"Después de la redada, enviaron a Drancy  a los judíos sin hijos. Drancy se hallaba cerca de París, mientras que los otros campos estaban a más de una hora, perdidos en mitad de la tranquila campiña de Loiret. Fue aquí donde la policía francesa separó a los niños de sus padres sin que nadie se enterara."


"La verdad es más dura que la ignorancia."


La llave de Sarah, de Tatiana de Rosnay

"Las herederas de la Singer", de Ana Lena Rivera

29
viernes,
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" La vida se convirtió en una sucesión de días tristes, con su madre diciéndole todo lo que hacía mal en las interminables horas que pasaban cosiendo juntas y con dos hermanos que, lejos de suponer un alivio, sólo  le daban trabajo pues, como correspondía en aquella época, era ella la que les lavaba la ropa, les preparaba la comida y limpiaba lo que ensuciaban."


"Roberto fue el gran amor de Florita, el más puro, el más intenso, y el único incondicional. Se llevó con él el corazón de su madre para mantenerlo a salvo, que a base de amor del bueno quedó convencida de que con los hombres era mejor ser querida que querer. Por eso, Florita pasó el resto de su vida dejándose querer."


"Las cosas que pasan más desapercibidas son las que se hacen a la luz del día."


Las herederas de la Singer, de Ana Lena Rivera