Tertulias de la abuela: en el jardín



Puedo imaginar que camino
en un jardín soñado
recogiendo rosas con la levedad
de un pájaro...


pero llego a una parte de mi casa
a buscar la nostalgia en sus pétalos chinos.

Con la taza alemana de la abuela Rosa...


necesito soñar historias como siempre
atrapada entre los cendales de amor,
de amistad,
de los años vividos en este hogar.


Las flores me hablan con susurros de madre buena
y en sus ojos rubios se ve el cariño.


Hay colibríes buscando néctar,
jugando con el agua,
entre las hojas.


En la paz de la siesta se refugia la espera
y hay sosiego entre las voces,
son aquellos que están por llegar...


Me gusta mucho la frescura del verde,
los malvones, los laureles y el jazmín.
Tomar el té y algunos mates con galletitas dulces de chocolate
o con la torta que hacía mi madre
 con dos colores y una nube de coco rayado.


Soy nostálgica,
como si me hubiera quedado detenida
en el tiempo,
es mi defecto,
porque valoro cada rincón,
cada suspiro de una casa que late todavía...


De niña,
me levantaba a la 1 de la madrugada
a recoger un banquito de madera
que había olvidado en el jardín.
Me lo llevaba a mi habitación
con todo el amor,
como si ese objeto tuviera vida.


¡Así soy!


Les dejo un poco de verano
para quienes sienten frío.

Recuerden
que las estaciones están en el alma.


Entre alas de gaviotas,
la sombra de una luz
quiebra la agonía del silencio...
Es temprano
para buscar cenizas,
hay lluvia de colores
en el amor
que aparece, inmóvil,
en cada pétalo,
en la piel de los abrazos,
detrás del cielo
donde tu nombre nace...
con la llovizna.

Luján 2013