"Las hijas del páramo"
Casa Museo de las hermana Brontë-La rectoría |
La
tarde era fría.
La
bruma se extendía por aquellos páramos y barrizales.
El
suelo se hallaba cubierto de nieve y el viento estremecía las grietas de la
antigua casona.
“Podría
perderme por estos pantanos”, pensó, pero su deseo de llegar era más fuerte que
las inclemencias del tiempo. La vida y la pasión por los libros la habían
llevado a tomar la decisión y no podía volverse atrás.
¿Quién
no lloró con el amor obsesivo de Heathcliff en “Cumbres Borrascosas”?
¿Quién
no sufrió con la terrible infancia de "Jane Eyre"?
“Sé
que iré y volveré mil veces hasta que me atienda porque aunque no quiera
terminará por aceptarlo. Ella y sus hermanas sintieron lo mismo: la vehemencia,
el fuego, la idea fija, el hecho de no claudicar, aunque el mundo parecía
derrumbarse. ¡Qué lugares oscuros y que apasionantes! Me envuelve esa magia
cargada de sueños por volar, de rotundas palabras por decir…”, pensó nuevamente
la joven delgada y morena, de ojos grises pensativos.
La
criada la miró por la ventana. Primero le pasó un lienzo a los vidrios empañados.
Enero
de 1855.
Las hermanas Emily, Anne y Charlotte Brontë |