Retratos literarios: Encarnación


Encarnación Cosa Río (la hija menor de Manuela)



-¡Ya no necesito tener coraje, soy valiente, tengo poder cuando todos se debilitan, sé reconocer el vértigo de la libertad y de la transgresión, no vivo en el pasado aunque esté entre cuatro paredes!-decía Encarnación a los gritos frente a un desmantelado espejo en el ala derecha del caserón de su abuela Francisca.

-Niña, calla, deja esa pantomima y compórtate como una señorita.
-Como una señorita boba, dirás.
-Eres una niña bien educada y debes demostrarlo…
-¡Soy una mujer!

A la abuela le resultaba imposible intimar con ella porque cercenaba cada uno de sus consejos con su forma de ver la realidad: un presente que sus padres querían imponerle a fuerza de presiones y de amenazas.

Alejandro Roca la venía a buscar en su auto para llevarla a  dar unas vueltas por la ciudad. Encarnación estaba fascinada con la personalidad de ese hombre que la trataba como si ella fuera una princesa agitada y sin control. Intentaba, por momentos, quedarse quieta, no hablar, y frenar esa vehemencia como si fuera un juego de infantes. Encarnación, acalorada, se rendía ante los encantos de ese hombre que le daba un lugar de mujer que nadie le otorgaba por ser la menor de la familia.

De----El silencioso GRITO de MANUELA

4 comentarios:

  1. Paso a saludarte y darte un abrazo. Tus letras siempre me llegan al corazón. El arte de escribir tiene que ir acompañado de una sensibilidad especial, y eso es lo que adivino en tus escritos.
    Va ese abrazo, Luján.

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  2. Uy pobre Encarnación a veces un simple deseo puede costar mucho. Un beso y adoro como escribes

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  3. Hola Luján, veo con alegría que has abierto los comentarios.
    Besos.

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  4. Los gritos de rebelión de no dejarse dominar por los consejos que no le iban.
    Un abrazo

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