La belleza del mundo, de Héctor Tizón






"Se mantuvo en silencio,
y de pronto pareció que una nube tormentosa
le cubría la mirada,
como cuando uno trata de recordar algo remotamente olvidado,
pero se sentía feliz,
y sin embargo, más temprano
o más tarde, pronto,
llovería sobre su corazón".
(fragmento)



Un apicultor veinteañero se enamora de la adolescente Laura y al poco tiempo los jóvenes se casan. Él es solitario y taciturno; ella, risueña e inquieta, a veces llorosa, como atravesada por un ansia de algo más. Pasa el tiempo. Y un acontecimiento que el apicultor no ha podido prever lo arroja fuera del hogar natal, es un peregrinaje que durará veinte años.

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Si toda la vida es un viaje, todo viaje es una Odisea. Pero mientras la épica homérica canta las aventuras de un héroe, Ulises, en las que participan los dioses, "La belleza del mundo" relata los minúsculos avatares de un hombre sin nombre que se encuentra, como todos, arrojado a un paisaje vacío en donde el único consuelo lo ofrecen la naturaleza y la memoria.

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El estilo esencial, el tono lacónico y una escritura que parece respirar con el ritmo mismo de las cosas son algunos de los valores por los cuales la crítica reconoce en Héctor Tizón a uno de los mejores escritores de lengua española.

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"-No debes querer tanto a ese perro. Es sólo un perro, ya viejo para ser perro, y morirá pronto.
-No debemos querer a nadie que deba morir pronto?-preguntó él, que, como es natural, era todavía un niño.-
-No-dijo ella. Y agregó lo que después no podría olvidar.-El tiempo nos quita todo y cuando más amamos, más perdemos."
(fragmento)

H. Tizón