El diario de Edith Holden (1871-1920)




Su padre fue un fabricante de barniz, conocido por la filantropía y su madre biógrafa de santas, compartían rígidas y conservadoras ideas religiosas que intentaron transmitir a sus cuatro hijas.

Pero también les inculcaron el amor por las disciplinas artísticas, en especial por el dibujo y la pintura; por ello animaron a sus hijas a encaminarse en el mundo del arte anotándolas en el Birmingham School or Art.


Todas ellas se destacaron en la pintura y la ilustración, pero Edith fue quien puso un especial interés en reflejar la naturaleza con sus formas y colores a través de la pintura, razón por la cual acudió a clases con el pintor John Adams, en cuya granja los alumnos  podían estudiar, pintar a los animales y observar el mundo de la naturaleza como espectadores privilegiados.


Holden expuso su obra en "La Academia de Artes de Birmingham", pero como otras mujeres pintoras no fue tomada en serio por sus contemporáneos. Para la sociedad victoriana un pintor era un artista, pero una mujer que pintaba era sólo una dama con un talento pictórico que empleaba como pasatiempo, como la costura o la música.


El único requisito para mostrar su arte y poder vivir de él, era ilustrar libros infantiles.

Este diario se completó con un segundo cuaderno encontrado más tarde y publicado en 1987 con el título "The nature motes of on Edwardian Lady"


A la edad de 40 años, edad tardía para una dama victoriana, se enamoró de Ernest Smith, un escultor 7 años más joven y haciendo caso omiso al descontento familiar y social se casaron y se mudaron a Chelsea.

En 1920, a los 49 años, cuando trataba de alcanzar con su sombrilla unas ramas de castaño, Edith cayó al Támesis y murió ahogada. Su marido falleció poco tiempo después incapaz de superar la pérdida.


El Diario consiste en ilustraciones de plantas y flores a las que la autora les fue añadiendo comentarios propios como también poemas de autores consagrados y así fue como creó un espectacular y personal cuaderno de campo en el año 1906.


Posteriormente han aparecido platos, tazas de té, cortinas, edredones y toda clase de elementos decorados con sus ilustraciones.


Sin duda,
es un libro que no sólo nos muestra la belleza de la naturaleza
mirada con sus ojos transparentes y su alma sensible
sino también su mundo interno.
El corazón de alguien que amaba la vida en libertad.

L. Fraix