Retratos literarios: Hanna

 

Los días semejantes.
Por los caminos de agua...

Hanna tenía casi veinte años y era rubia como su madre. Los alemanes presentan ese rostro iluminado por los ojos azules y la manera paciente de mirar. La rosada piel le daba un aire de Blancanieves buscando rumores de cuentos para aplicar las técnicas de estudio.


 El mérito tan importante la llevaba más allá de las rutinas a seguir estudiando igual que Elías quien no se imaginaba otra vida. Dejar Alemania para ir a América a talar brotes en medio de una selva traicionera y sin luz, era todo un desafío, pero tanto él como Sophia lo tomaban como un destino marcado, la vocación, la que muchos no alcanzan a sentir en toda una vida. Eso ya era, para ellos, un regalo del cielo y así lo tomaban. No podían claudicar ante el llamado del Hacedor, quien los guio hacia ese mundo que alimentaba el intelecto y los llenaba de felicidad.

--Búscame, padre -gritaba Hanna.

Ella era una mujer fuerte y sabía lo que significaba estar aislada en la selva del Amazonas, pero no dejaba de temer y de llorar por su madre. Ese lazo lo sentía amarrado a su cuerpo; a veces, no la dejaba avanzar y otras le decía que escapara sin ella.

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Los días eran semejantes.
Los caminos eran de la vida y no llevaban a ningún lado.
Los ríos eran los caminos... y por ellos debía andar como pudiera...
SINOPSIS DE:
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