"Un egoísmo fuerte es una protección". Sigmund Freud

 


¿Se puede ser tan egoísta? 

A nadie le importó aquella soledad de invierno que la dejó en la misma nada, sin abrigo, sola, con los brazos extendidos y el corazón desierto.

La noche del alma es siempre oscura para quien no puede olvidar y Salvador recoge su velo, sin saberlo, por las galerías inmaculadas tratando de sobrevivir a un destino que él mismo eligió... Ya es tarde. Él no sabe que el fin de los tiempos está llegando, aunque lo percibe en cada sonido cargado de relojes que alteran los sentidos, en el amanecer vacío de su cama, en las palabras ásperas y furtivas de su esposa...

Salvador quiere despedirse... ¡No! Lo piensa mejor, se irá por el camino viejo a recoger besos en la descolorida tapia de algún sepulcro angelado. Es parte de la promesa. El aire se torna inerte porque conoce de memoria su sombra interior, el abismo de sus días, la lluvia de sal que cae sobre su cabeza como cortesía de quien no tiene armas para ayudarlo...

La novia escribe una carta con letras temblorosas que alguien leerá cuando llegue el día del juicio final.

La Novia
¿Ella regresó por amor?

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Un egoísmo fuerte es una protección. (Sigmund Freud)

El egoísta suele actuar de esta manera por miedo a perder aquello que posee, una persona segura de sí misma no necesitará en ningún momento hacer uso de este tipo de actitudes.