El columpio



El columpio miraba de lejos en los jardines de la casa de piedra. No podía convocar a su paraíso a la niñez blanca que le hablaba desde algún cuento de tilos y moluscos. Componía su madrigal con magnificencia frente al madroño sembrado de matices y suspiraba tras la gracia de soñar un día más con el adagio del destino.

Balanceaba su rosario de eslabones grises en la soledad, como fantasma que cuidaba la llanura o centinela de milenios que movía sus cadenas y ahuecaba el silencio. Jamás dejó que lo tocaran porque él era dueño de sí mismo y, cual sabio monacal, permanecía inmaculado. Era un maestro de ciencias y cabalgaba sin instrumentos ópticos por las sombras de los Jueves Santo, en el canto de los mirlos o en el aura que dejó la nostalgia cuando la fiesta de la infancia se fue del escenario.

Un día, interrumpió el susurro porque escuchó la voz de nácar  de una niña vestida de mujer...

Luján Fraix


❤❤❤------De Los duendes de la casa dulce.

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