Muerte blanca, leyendas cortas...

 


Las gemelas silenciosas se asomaban a la vida. Parecían etéreas palomas con alas fuertes y deseos de ser gacelas en el entorno de los caprichos de María Antonieta.

La aldea estaba lejos, del otro lado, y ellas no sabían de leyendas cortas y de viejecitos con nombres raros. Eran sabias, inteligentes, visionarias... La muerte blanca se asomaba ante los ojos azules para susurrarles palabras de seda.

Mientras tanto, aturdía la Revolución y la gente se dispersaba por las callejas enlodadas.

Ellas no tenían miedo porque ese olor a claustro las unía, aunque no se conocían... Jamás se habían visto, eran dos extrañas en el camino de la noche.

LICIA

Hermana mía.

La Revolución francesa

-1790-