Albert Lynch (1851-1912)




ARGENTINA, 1910
SANTA FE DE LA VERA CRUZ


La Candelaria, establecimiento rural de doña Emma: una mujer poderosa y autoritaria.
La niña Felicitas, hija menor de la dueña de la estancia, es rebelde y trata de desafiar las leyes éticas y morales de una época donde los prejuicios sociales la obligan a guardar las apariencias.
Un amor prohibido y su irrespetuoso carácter terminan por enfermar a su madre que toma una drástica decisión. Una tarde embarcan para Francia llevando como única compañía a Remedios, la criada.


Por aquellos años, las personas adineradas de Argentina solían viajar al hemisferio Norte para alejar a sus hijos de supuestos amores inoportunos.

Cuando regresan, después de dos años, están irreconocibles. Cada una oculta secretos inconfesables y la carga de un misterio demoledor que las separa... Serán enemigas de por vida.

¿Y los hijos olvidados?
La pobreza del alma, a veces, no tiene vuelta atrás.

***
Los temas de esta novela son tratados con filosofía y lirismo: el temor a la muerte, los secretos, el amor, los juicios de la sociedad, la dignidad del hombre, los valores humanos, el poder de la verdad...dejando un mensaje claro desde la psicología de los personajes.



BUENAS Y SANTAS...
Los hijos olvidados

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ALBERT LYNCH  fue un pintor peruano establecido en Francia.

Nació en  Trujillo en 1851.
En 1978 se estableció en París;
estudió en la Escuela de Bellas Artes
y trabajó en los talleres de los pintores:
JULIES NOËL, GABRIEL FERRIER y el paisajista
HENRI LEHMANN


Desde 1890 expuso en el Salón de Artistas Franceses, en el que obtuvo la medalla de tercer puesto en su primer año y la de primer puesto en 1892. En la Exposición Universal de 1900 recibió la medalla de oro junto al reconocido pintor húngaro Philip de László, quien recibió La Grand Gold Medal por un retrato del Papa León XIII.

En 1901 fue nombrado oficial de la Legión de Honor.

Ilustró las obras de varios escritores franceses como "La Dama de las Camelias" de Alexandre Dumas, "Papá Goriot" de Honoré de Balzac y "La Parisienne" de Henry Becque.


 Prefirió las técnicas al pastel, la acuarela y el gouache, ocasionalmente trabajó la pintura al óleo. 

No es un pintor que esté dentro de un estilo determinado, su obra sencillamente mantuvo vivo el espíritu de la Belle Époque y del modernismo; aunque otros más bien lo consideran como un exponente del Neoacademismo con una clara tendencia romántica. 

Sus pinturas son tiernas, llenas de luz y de sensibilidad. Las mujeres de su época eran su inspiración y en su recurrente tema había flores asociadas en todos sus significados a la mujer.