¿Para qué tantas preguntas? ¿Qué
complicados que son los mayores? Mientras continuaba la discusión, ella se
recluía en el cuarto donde había una caja con la ropa del bebé: unos baberos de
linón bordados en punto sombra, un ponchito con motas, batitas y toallas.
Sacaba todo de su lugar y luego lo volvía a acomodar con prolijidad. Miraba el
techo y las paredes desteñidas y sentía escalofríos, miedo a una oscuridad
completa y a esas verdades latentes que no se podían modificar: la cadena
humana, ese eslabón que se cortaba con un ruido seco de hierros, el dolor que
no conocía todavía y el perfume como una bocanada de humo que entraba por las
grietas.
-Mamá, mamá…-dijo llorando-.Una
estrella entró a la habitación y me miró de cerca, vino a pedirme el amor que
yo no le doy.
-Niña, deja las fantasías, no
sientas culpa porque eres muy pequeña. Todavía no sabes nada de la vida.
-Tú sí sabes, cuéntame…
-Eres mi única hija-contestó
Magdalena con cierto aire posesivo de madre controladora y absorbente.
Uy genial adoro como escribes . Te deseo una excelente semana
ResponderEliminarGracias querida Citu. Feliz semana.
EliminarIncluso la portada del libro es romántica y bonita con lo cual el contenido lo debe de ser mayor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es una historia de amor por la vida pero también de sacrificio, de vivir para servir a los demás. Un besito
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