La gitana
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mis cuentos,
Vera Violetta---Luján Fraix
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Luján Fraix
Luján Fraix
a la/s
diciembre 05, 2019
La bailadora viene desde el tiempo a buscar sus cuentas
esparcidas y la música de timbales. En sus ojos se enlazan las luces de las
fuentes, los padecimientos indígenas y la emotividad de su alma casi ficticia,
pero tiene vida. Su vuelo de gaviota la trae desde la caverna de ángeles y allí
se queda, libre de cadenas y del desenfreno del gentío. Ante el prejuicio de
los sabios, se muestra cauta porque adora la paz y el recuerdo de su padre
aunque sabe que no volverá a guiar sus pasos. Para ella no es casual la ventura
de regresar y ceder espacio a las horas en una soledad sin juicios, en una
inmortalidad de conciencia donde la íntima obsesión es sobrevivir… El instinto
mueve su carga de abalorios y tiemblan ante la debilidad de un pueblo abnegado
y aburrido.
Por momentos, se deja atrapar por la amargura en las manos
de un mendigo y ve la tierra vilipendiada por los desconocidos que construyen
torres en jurisdicciones ajenas; oye silbatos y su mirada brilla en el desorden
de la calle majestuosa. Antes de hablar, busca los restos de su naufragio:
marañas de humo sofocadas por gritos escaleras abajo, la voracidad de los
enemigos negros bajo el témpano de sus alabardas, el hombro de aquel hombre
feo…
De repente, escucha voces de una muchedumbre; se asusta y
escapa hacia la catedral “Nuestra Señora de París”. El párroco la consuela y le
dice:
‒Esmeralda, busca a Quasimodo en el trueno y la distancia,
en la llama de los campanarios poblados de palomas, en el fulgor irisado de los
espejos… De aquí se fue hace ya mucho tiempo.
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