Enrique VIII y sus esposas

 


La Nodriza esclava
Dinastía Tudor
-1510-

Este libro lo escribí en el año 2000, hace mucho tiempo y sin embargo me parece que fue ayer.
Recuerdo que en la mesa del comedor coloqué libros de consulta, de historia, otros de temas ocultos y paranormales... Quería saber sobre esa época que me apasionaba.
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Yo siempre elijo una ficción, la armo en mi cabeza, sobre todo el principio porque después el mismo relato me va llevando para otro lado, totalmente impensado. Luego busco un período de la historia, que me apasione por supuesto, y allí trato de entrelazar los hechos, en comunidad completa con los personajes reales.
¿A quién no le interesó alguna vez saber el porqué de la crueldad de Enrique VIII?
¿Y sus esposas?

**Catalina de Aragón: esposa traicionada.
**Ana Bolena: la tentadora.
**Juana Seymour: la buena mujer.
**Ana de Cléves: la hermana fea.
**Catalina Howard: la muchacha mala.
**Catalina Parr: la figura materna.

----------Divorciada, decapitada, muerta... divorciada, decapitada, muerta... ése es el ritmo que sigue el orden de las esposas de Enrique VIII. En ese tiempo las mujeres eran tratadas como una simple moneda de cambio entre las distintas monarquías para crear pactos diplomáticos o estrategias.



En la escena, ya de por sí fantasmal y complicada, aparece una aldeana Isabel Law que desea trabajar para el rey como nodriza. Lo cierto, es que las reinas perdían a sus criaturas recién nacidas y ella esperaba... ¡Serás nodriza de un varón! sentenciaba el rey, pero el niño no llegaba.

¿Y los fantasmas de la Torre de Londres?
¿Y los Resucitados del  Viernes Santo?

Isabel huía de un encapuchado que la seguía por las colinas y le temía a la Inquisición porque pecaba. Era rebelde como Juana de Arco a quien admiraba...

---------------Esta novela está dedicada a mi madre Nydia quien falleció en el 2003. Yo le había puesto el título: "Memoria de los ausentes" y ella, como leía todo lo que yo escribía, me dijo: ¿Es un homenaje porque me voy a ir? Entonces, le cambié el nombre. Aunque ya no pudo leerla...
Hoy se cumplen 20 años de su partida y llueve mucho, mucho...

INGLATERRA.
REINADO DE ENRIQUE VIII.
LAS SEIS ESPOSAS, SUS EJECUCIONES Y LOS FANTASMAS DE LA TORRE DE LONDRES.

Isabel Law era una mujer que dedicó su vida a la familia Tudor; hija de labriegos, desde muy jovencita trabajó para el rey. Ella luchó por sacar a la intemperie sus miedos ante la Inquisición y vio de cerca cada sacrificio. Sabía que la muerte la buscaba, a pesar de que cantaba en los templos y llevaba una cruz sobre su pecho, en épocas en que el gobierno tenía problemas con la Iglesia Romana, en el reinado de Eduardo Vl y el calvinismo o de Isabel l y el anglicanismo.

Isabel estaba en continuo enlace con las brujas y las estacas. Traía a Hampton Court a todo tipo de videntes y se embriagaba con las oraciones de la Biblia; sin embargo, tenía miedo a los acontecimientos imprevistos que acarreaba el siglo XVl con verdugos, herejes, diablos y santos que se “coronaban” frente a ella con sus vestiduras púrpuras.

Isabel Law fue esclava, pecadora, nodriza-madre, y asesina pero lo hizo en defensa propia por eso no hubo censura. En muchas ocasiones, ella veía esqueletos en el armazón de la rueda, decapitados, muertes en la hoguera, libertinaje sexual en la corte, hombres con capucha y destral. No hablaba de las tumbas escondidas, del foso cubierto de cadáveres, de los ancianos vaciados del viernes Santo, de los encorvados y dementes. Esos seres la amarraban a una cárcel en llamas para evocar el sacrificio de Juana de Arco, la santa guerrera, y saciar el hambre de ser patriota y defender los ideales.

Cuando la “muerte negra” azotó las viejas murallas, y tras la muerte de Isabel l en 1603, la nodriza, muy anciana, escuchó un silencio de sepulcro que la dejó ciega y sorda. Todas las personas que la quisieron o que la odiaron, los fantasmas, los enanos y deformes, los labriegos y artesanos de la aldea… habían desaparecido. Aquella ausencia de carruajes, de risas infantiles, de copos de nieve y querubines, del rey y sus borlas doradas, de los escribientes y las gitanas… la dejó inerme, contra una pared de formas inquietantes pero sin voces.

El mutismo lleno de memoria le recordaba la soledad y la quietud era una mortaja de condenado. Nunca creyó que iba a tener que vivir sin ellos.
In Pace.