La novia ¿Ella regresó por amor? (8va parte)
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La novia---Luján Fraix
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Luján Fraix
Luján Fraix
a la/s
noviembre 08, 2019
Salvador
sintió que se le aflojaban las piernas y que todo lo que había pensado y hecho
durante esos meses era el colmo de la desproporción y del ridículo. Pensó en
reunir a toda la familia para comunicarles lo sucedido pues la situación lo
superaba. Él era un hombre fuerte pero su energía comenzaba a decaer por
aquellas inexplicables secuencias de película.
Se
quedó un momento sin hablar, mirando el piso, y luego dijo:
-¿Usted
recuerda el arma que encontró debajo de la almohada de Roberto el otro día ?
-Sí,
señor-contestó la mucama mirando el piso.
Mientras
volvía a la sala, profundamente deprimido, trataba de pensar con claridad. Su
cerebro era un hervidero; cuando se ponía nervioso las ideas aparecían como
vertiginosos insectos que querían devorarlo. Luego las iba gobernando como
podía para no volverse loco del todo.
Esperó
largas horas sentado en el living el regreso de Dolores y de Roberto. Su
esfuerzo mental era extremo, pero necesitaba salir de la perplejidad. Escuchó
risas que venían desde el pórtico.
“Ahora
viene lo peor”, pensó.
Dolores
y Roberto llegaban juntos y felices. Desde siempre habían sido cómplices y
amigos. Salvador era de esos hombres que pensaban que había que ser padres
antes que otra cosa y poner los límites necesarios para llevar a los hijos por
el buen camino.
-¿Era
él el único desgraciado? Evidentemente, sobraba en esa casa-murmuró.
-Hola,
marido-dijo Dolores con alegría-Se te ve preocupado como siempre. Relájate que
la vida es linda.
-Necesito
decirles algo-dijo Salvador en voz baja con temor a no ser escuchado como le
pasaba siempre.
Ellos
miraron aquel rostro duro, la ansiedad, el desconcierto, la necesidad de
comunicación, aunque por momentos él parecía aflojarse. Su mirada colgaba de un
abismo y eso a Dolores y a Roberto les daba gracia, se divertían con aquellas
dramáticas palabras de Salvador.
-Les
pregunto a los dos directamente y sin preámbulos: ¿dónde está mi revólver?
-¿Revólver?,
si nunca tuviste uno.
-¡Sí,
lo tengo y tú lo ocultaste debajo de la almohada!-le dijo con furia a Roberto.
-No,
yo no sé nada. ¿Por qué inventas, quieres seguir agrediéndome? No te cansas de
insultarme y de subestimarme.
-Ay,
marido, tómate un tranquilizante.
Salvador, desesperado, y
antes de que ellos se marcharan a sus habitaciones llamó a la mucama porque
ella era la única testigo, en aquel momento, de la escena dantesca.
Continuará...
Continuará...
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