Sobrevivir al presente
A dos puertas de la esquina, a mano izquierda, la avenida se interrumpía por un callejón sin salida. Un edificio de construcción misteriosa proyectaba un tejado triangular. Tenía dos pisos pero el frente carecía de ventanas. La vivienda se hallaba abandonada, despintada y reseca, sin campanilla ni picaporte. Los mendigos se cobijaban en el portal y encendían cerillas en la pared. Así vivía Harry Cooper y su hijo Alan. La esposa de Harry los había abandonado al ver la desidia de su esposo. Amber Thomas era pianista y vivía en Francia, en la ciudad de Grez.
Mark se recostó y una sombra de melancolía le endureció el rostro. ¿Qué había hecho mal?
‒Es triste llegar a viejo ‒dijo como en murmullos pensando que todo el dinero del mundo no le servía para alcanzar la felicidad y menos la paz interior. Pensó también en su hijo Harry, quien no tenía escrúpulos; sin embargo, él se quedaría con parte de su fortuna. No podía soportarlo. Escuchó voces que llegaban desde la sala. Bajó las escaleras con su bastón, el que solamente utilizaba por elegancia y se encontró con la mesa servida para el té por su amada Violet. Habían llegado de visita su hija Rebeca y el esposo Wilson Taylor.
‒Padre… ¿Cómo está?
‒Bien, igual que siempre. Me duelen un poco los huesos. Es que no acepto mis ochenta años. He sido tan activo toda una vida. Me cuesta quedarme quieto esperando noticias.
‒Es que debes cuidarte para vivir mucho más. ¡Te quiero tanto!
*
LA ÚLTIMA MUJER
-1912-
Un naufragio
El baúl de perlas
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