Mi país inventado, de Isabel Allende




"Me he arrepentido de muchas cosas escritas en mi juventud: poemas espantosos, cuentos trágicos, notas de suicidio, cartas de amor impartidas a infortunados amantes y sobre todo aquel diario cursi. (Cuidado aspirantes a escritores: no todo lo que se escribe vale la pena preservar para beneficio de generaciones futuras).

Al darme aquel cuaderno, mi madre tuvo la intuición de que habrían de perderse mis raíces chilenas y que, a falta de tierra donde plantarlas, debería hacerlo en papel.


A partir de ese instante he escrito siempre.



Mantenía correspondencia con mi abuelo, mi tío Pablo y con los padres de algunas amigas, unos pacientes señores a quienes relataba mis impresiones de La Paz, sus montañas moradas, sus indios herméticos y su aire tan delgado, que los pulmones siempre están a punto de llenarse de espuma y la mente de alucinaciones. No escribía a niños de mi edad, sólo a los adultos, porque ellos me contestaban...



...Mi educación fue caótica, por decir lo menos, pero compensé las tremendas lagunas de información leyendo todo lo que caía a mis manos con una voracidad de piraña... "