"Vera Violetta" (Cuentos del día después...)



EPÍLOGO



Una mujer está sentada sola en su enorme mansión. El mutismo la envuelve con su infinito rezongo de longevo e intenta persuadirla de que ya no existe un camino para elegir. Ella sabe que no hay nadie más en el mundo, que es inútil que busque en las sombras una huella: todos los seres han muerto. Reconoce que no le devolverán las décadas y que alguna trampa la espera detrás de los tabiques mientras aúlla el viento, entre las hojas, llamando al amanecer para poder calentar sus huesos.

Golpean a la puerta... Va hacia ella temblorosa. Cuando la abre la ráfaga de aire la empuja hacia la oscuridad. Un cementerio poblado de tumbas blancas la mira y trata de enredar la tela en derredor de su figura. El borrascoso silencio se hace más incomprensible y en el vértice de las cruces se oyen los ecos de algún viacrucis. La mujer camina entre las sepulturas con dificultad tratando de liberarse de las enredadas cadenas que arrastra, hasta que se detiene delante de una ilegible inscripción.
¿Acaso no sabe que hace ya más de medio siglo que...?

Luján Fraix


Este cuento fue una de mis primeras publicaciones.
"Nuevos cuentistas Argentinos"---------------Red Literaria Sur (Buenos Aires, 1995).
Antología compartida con otros autores.
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Publicado en "Vera Violetta" (Cuentos del día después...)