Las cenizas de Ángela, de Frank McCourt



En un tiempo de autores exitosos muchas veces sin nada que decir, que nos ha enseñado a desconfiar de los mega Best Sellers, el libro de McCourt constituye una espectacular excepción. Récord de ventas mundial, McCourt exhibe una virtud literaria que no se ve en algunas plumas: tiene algo para contarnos, y ese algo nos atrapa de la primera a la última página y nos llega directo a lo más hondo, porque el relato invita inmediatamente a contrastar la realidad de la infancia del pequeño Frank y sus hermanos con la propia experiencia del lector. La lectura del texto apasiona. Impecable ejercicio de memoria y narración, la novela reconstruye magistralmente la visión del mundo que vivió y padeció este niño nacido en Nueva York en 1930, que se traslada junto a su  familia a la Irlanda natal de sus padres a los tres años. La falta de trabajo, el alcoholismo de su padre ( que se emborracha y jura morir por Irlanda), la profunda religiosidad de Ángela (su madre), la debilidad de sus hermanos subalimentados, la terrible humedad de Limerik y sus habitantes de pechos tísicos y el hambre están presentes a lo largo de una obra que no da tregua al lector.

Sin embargo, y contra todo supuesto, esta historia de miserias y carencias, finalmente de alguna manera nos reconforta.


Frank McCourt nace en la ciudad de Nueva York en 1930.
Se traslada con su familia a Irlanda en 1934.
Junto a su madre Ángela Sheehan, su padre Malachy y sus hermanos
vive en Limerick,
donde recibe educación en un colegio de rígida disciplina.
Retorna a su ciudad natal a los 19 años,
es enrolado en el ejército americano y participa
en la Segunda Guerra Mundial.

"Las cenizas de Ángela" narra la historia de su vida,
en un estilo propio y singular,
que trasciende el relato autobiográfico.


Frank McCourt falleció a los 78 años en 2009.